La detección temprana permite detener la progresión del mal, dicen
Jueves 5 de marzo de 2009, p. 42
Uno de cada tres mexicanos tiene una alteración renal, aunque sea mínima, la cual progresará a insuficiencia crónica en un tiempo no determinado, pero directamente relacionado con el estilo de vida de las personas y la existencia de otros males como diabetes o hipertensión arterial, afirmaron expertos en nefrología.
José Ramón Paniagua, jefe de la unidad de investigación en enfermedades nefrológicas del hospital de especialidades del Centro Médico Nacional Siglo XXI, advirtió que la prevalencia de insuficiencia renal crónica está en constante aumento. La mitad de los casos son de personas con diabetes y alrededor de 27 por ciento de individuos con hipertensión arterial, aunque también puede ser causada por cuestiones de origen genético, malformaciones, alteraciones de las vías urinarias, de la próstata en los hombres, y de la vejiga y el piso pélvico en las mujeres, entre otros.
El especialista resaltó que como en otros padecimientos, en la insuficiencia renal crónica existe un subregistro del número de enfermos. Estimó que en el país hay 120 mil personas que requieren el tratamiento sustitutivo de las funciones del riñón (diálisis peritoneal o hemodiálisis), pero sólo 46 mil tienen acceso a la terapia.
En una conferencia en torno al Día Mundial del Riñón, que se celebrará el próximo 12 de marzo, Paniagua señaló que uno de los principales problemas en el control de la insuficiencia renal es que los diagnósticos clínicos se realizan cuando el mal está muy avanzado, en la última de las cinco etapas de las cuales consta, cuando la persona ha perdido 85 por ciento de su función renal y la única alternativa que le queda es la diálisis o hemodiálisis.
Comentó que la detección temprana de la alteración renal permitiría a los afectados detener la progresión del padecimiento. En los casos de las personas con diabetes e hipertensión es indispensable que mantengan bajo control sus niveles de glucosa y de presión arterial, y principalmente, que modifiquen su estilo de vida para reducir el consumo de sal y grasas, y eliminar el tabaco y alcohol.
El experto resaltó que una vez perdida la función renal no existe ningún tratamiento que supla a la perfección la deficiencia. Los tratamientos de diálisis y hemodiálisis sólo ayudan
al organismo a eliminar las toxinas y el agua que el organismo retiene ante la falla renal.
Por su parte, Esteban Aguilar, gerente de educación médica del laboratorio Baxter, comentó sobre la importancia de la detección temprana de las enfermedades renales, antes de que lleguen a la insuficiencia crónica, y lo sencillo que puede resultar si periódicamente las personas se realizaran un examen general de orina, en el que se busque la presencia de proteínas o sangre, ambos indicativos de alguna falla en la función de los riñones.
Mencionó que las alteraciones del riñón no presentan síntomas, hasta en las etapas más avanzadas, cuando el individuo siente cansancio, debilidad, mal sabor de boca y disminución del apetito. “Y aun así –dijo– es posible que no se logre el diagnóstico inmediatamente, porque estos malestares pueden estar relacionados con otras enfermedades”.