Guillermo Garduño Valero, experto en análisis de seguridad nacional y fuerzas armadas, aseguró ayer que el problema que representa el poder corruptor del narcotráfico, que mantiene postradas a las autoridades de la franja fronteriza del norte del país, sólo podrá terminar cuando se dé fin a la actual clase política y se derrumbe la estructura de poder que hasta nuestros días se ha mantenido como cómplice y miembro articulado de esta serie de estructuras criminales.

En entrevista con La Jornada, el académico de la Universidad Autónoma Metropilitana (UAM) sostuvo que combatir el narcotráfico sólo con el uso de las fuerza pública o militar no erradicará el problema y en cambio provocará mayor violencia.

Añadió que la legalización de las drogas puede ser un paliativo, pero no la solución de este fenómeno, aunque siempre será mejor pasar de un problema de consumo de estupefacientes, como el que enfrentamos desde hace una década, a uno de salud pública.

El narcotráfico surge desde el poder y es desde ahí donde se le mantiene, protege y fomenta. El crimen organizado ha permeado en todos los niveles sociales y sectores de los estados fronterizos precisamente porque los que ostentan el poder están envilecidos con esta expresión delictiva, explicó el especialista, luego de hacer un análisis sobre las causas que han llevado a la frontera norte a quedar atrapada bajo las redes del crimen organizado.

Este fenómeno surge desde el poder y termina perdiéndose el control por parte de la propia clase política que de alguna manera lo engendra; por otra parte (el narcotráfico) luego se vuelve contra ella, indicó.

Aunque los capos de la droga no tienen ningún interés en gobernar un estado o municipio, pues su visión única es el mercado de la droga, a la cúpula gubernamental le sirve la existencia del narcotráfico porque se nutre de él, fundamentalmente en lo económico, agregó el especialista.

Cómplices de los enredos

A decir de Garduño, lo que sí buscan los capos de la droga es que la autoridad sea cómplice de sus propios enredos. El problema es que esto ha llegado ya a niveles de la propia capacidad de control del Estado.

México es un país de concentración de diversas drogas, por ser el punto de entrada hacia Estados Unidos, refirió.

“Somos entonces el punto de confluencia de múltiples rutas. Son estas vías de distribución lo que genera el valor agregado mas importante para el caso de las drogas.

“En Colombia, por ejemplo, el kilo de cocaína tiene un valor de 2 mil 500 dólares. Cuando esto se traslada a Panamá ya prácticamente creció el precio a 4 mil. Al llegar el kilo de coca a Guatemala el valor subió a 6 mil dólares. Cuando esta droga llega a México tiene un valor agregado de 16 mil dólares.

“En la frontera mexicana con Estados Unidos el costo por kilo de cocaína ya es de 27 mil dólares. Finalmente, en el mercado estadunidense el kilogramo al menudeo sencillamente logra obtener utilidades por 139 mil dólares.

Esto representa que son las rutas y no la producción de la droga lo que genera el valor agregado a este tipo de producto, destacó Garduño, citando datos de un reportaje de la revista Expansión.