Crisis del capitalismo mundial/ VIII
La teoría del estancamiento del capitalismo maduro
n The Great Financial Crisis, John Bellamy Foster y Fred Magdoff (FyM) citan un encabezado de la revista satírica The Onion: Nación abrumada por la recesión solicita burbuja para invertir en ella
; comentan que la revista “acierta en el problema crucial del moderno capital monopolista-financiero: el estancamiento de la producción y el crecimiento de burbujas financieras como respuesta1. FyM se reconocen como herederos de una tradición:
“Mucho más que otros, este libro resulta de ‘estar parados sobre los hombros de gigantes’ que a su vez estaban parados sobre los hombros de gigantes. Está construido sobre los fundamentos establecidos por Paul Baran, Paul Sweezy y Harry Magdoff, quienes a su vez se apoyaron en Marx, Veblen, Schumpeter, Keynes, Kalecki, Steindl y Minsky” (p.8).
Estos autores habrían sentado las bases para el diagnóstico central del libro:
“la Gran Crisis Financiera ha superado a todos [los shocks económicos que la precedieron a finales del siglo XX]. Tanto la economía de EU como la del mundo en su conjunto están en un estado de decadencia aguda, enfrentando lo que probablemente será un estancamiento prolongado” (pp.11-12).
La explicación hay que buscarla en los mismos autores: A pesar de la prosperidad de los años 50 y 60 del siglo pasado, durante los cuales
los descubrimientos de Keynes fueron domesticados y reinsertados en el análisis neoclásico pre-keynesiano (a lo que la colega más joven de Keynes, Joan Robinson, llamó keynesianismo bastardo)
, “algunos economistas radicales, keynesianos y marxistas, desafiando la visión dominante de la época, continuaron planteando el tema del estancamiento, sosteniendo que seguía siendo el problema central de la economía capitalista monopolista y que la prosperidad de los años sesentas dependía de estímulos de corto plazo insostenibles” (p.14).
En El Capital Monopolista de Paul Baran y Paul Sweezy (1966), se señala que:
“…no hay manera de evitar la conclusión que el capitalismo monopolista es un sistema auto-contradictorio que tiende a generar cada vez más excedente pero que no provee las salidas de consumo y de inversión requeridas para su absorción… Puesto que el excedente que no puede ser absorbido no será producido, se sigue que el estado normal de la economía capitalista monopolista es el estancamiento…lo que significa la sub-utilización crónica de los recursos humanos y materiales disponibles…En ausencia de fuerzas compensatorias que no forman parte de la ‘lógica elemental’ del sistema, el capitalismo monopolista se hundiría más y más en un pantano de depresión crónica…Estas fuerzas compensatorias existen…y se analizan en los siguientes tres capítulos” (p.108, edición original en inglés).
Esas fuerzas compensatorias son elementos que estimulan la demanda: La cuestión para el capital monopolista no es si estimular o no la demanda. Tiene que hacerlo so pena de muerte. La pregunta es cómo hacerlo
(p.113). Sólo serán promovidas formas de hacerlo compatibles con los intereses del capitalismo monopolista, como los esfuerzos de ventas (publicidad y mercadotecnia), gastos gubernamentales civiles y militares (véase gráfica que muestra que la prosperidad o la recuperación ha sido acompañada de gastos gubernamentales crecientes).
El concepto de excedente fue desarrollado por Paul Baran en La economía política del crecimiento (Fondo de Cultura Económica, 1957): “El excedente económico real es la diferencia entre la producción real generada por la sociedad y su consumo efectivo corriente” (p.39), que es menor que la plusvalía (P), pues es sólo la porción de ésta que está siendo acumulada.2 En contraste, el “excedente económico potencial es la diferencia entre la producción que podría obtenerse (en un ambiente dado con la ayuda de los recursos productivos utilizables) y lo que pudiera considerarse consumo esencial”. Baran aclara que este nuevo concepto también difiere de P, pues no incluye el consumo esencial de los capitalistas ni el gasto gubernamental esencial que sí están en P, y al comprender la producción perdida a causa del desempleo que no está incluida en P (p.40).
En El Capital Monopolista, Baran y Sweezy señalan que el análisis de Marx en El Capital supone una economía competitiva predominante en el siglo XIX, pero que ya no lo es. Que a pesar del énfasis de Hilferding y Lenin en la presencia dominante de los monopolios, este cambio no ha sido incorporado al análisis de los principios de funcionamiento y las leyes del movimiento de la economía capitalista monopolista, y que en el análisis económico marxista sigue reinando El Capital. Los autores declaran que
“el propósito radical de su libro es remediar esta situación empezando por reconocer que la competencia (pequeñas empresas que producen una fracción despreciable de una producción homogénea de su rama) ha dejado de ser la forma predominante de relaciones de mercado, lugar que actualmente ocupan las empresas grandes que producen una parte significativa de la producción de su rama de actividad, y que pueden controlar los precios y el volumen de su producción. No podemos abstraer esta forma dominante ni introducirla como un mero factor modificador: tenemos que incluirla en el centro mismo del esfuerzo analítico (p.6).
En Teoría del desarrollo capitalista (Fondo de Cultura Económica, 1942), Sweezy manifestó su acuerdo con Hilferding quien dice que la realización de la teoría de Marx de la concentración, de las fusiones monopolistas, parecen resultar en la invalidación de la teoría del valor de Marx
. Sweezy resume así los más importantes efectos del monopolio en el funcionamiento económico capitalista: 1) suben los precios de las mercancías monopolizadas; 2) la tasa de ganancia única de la competencia es sustituida por una jerarquía de tasas de ganancia; 3)aumenta, en general la tasa de acumulación y se acentúan las tendencias a la baja de la tasa promedio de ganancia y al subconsumo; 4) se bloquea la inversión en las industrias monopolizadas y se aglomera el capital donde hay mayor competencia, lo que lleva a que la tasa de ganancia pertinente para las decisiones de inversión sea más baja; 5) se fortalece el sesgo de la tecnología capitalista a ahorrar mano de obra; 6) Los costos de venta suben, lo que crea puestos de trabajo improductivo y lleva a la baja de las ganancias monopólicas extraordinarias, al aumento del consumo y a la baja de la tasa de acumulación. Lo anotado en el punto 6 tiende a compensar lo anotado en 3), 4) y 5), pero lo hace llevando no al desarrollo de las fuerzas productivas sino desviando los recursos a usos socialmente innecesarios y al desperdicio.
1 The Great Financial Crisis. Causes and Consequences, Monthly Review Press, Nueva York, 2009, p.7.
2 Hay aquí un pequeño error ya que la plusvalía acumulada no incluye los ahorros de los asalariados que sí están incluidos en la diferencia entre producción y consumo.