s posible que desde el gobierno no se haya filtrado que efectivamente posee, como elemento esencial de inteligencia, el conocimiento de la existencia de una mente maestra, oscura, impía e internacionalista, que esté dirigiendo al crimen organizado, provocando todos nuestros quebrantos que se condensan en él? ¿Han sido tan efectivos en guardar ese secreto?
¿O todo lo contrario, todos los hechos son simples coincidencias y por lo tanto carecen de una dirección común: el lavado de dinero, por decenas de millones de dólares; la adquisición de armamento sofisticado de origen chino o de Europa del este pero siempre procedente de Estados Unidos; la compra venta y trasiego de toneladas de cocaína desde Colombia –por supuesto a altos niveles del crimen colombiano–, su recepción, distribución y exportación en México? ¿Es una casualidad el financiamiento y la imposición sobre campesinos para que siembren amapola y mariguana en casi todo el país? ¿Cómo está organizado el narcomenudeo; cómo es posible que los tapados
y las narcomantas aparezcan a la misma hora y día en diez lugares en todo el territorio nacional sin ninguna conducción? ¿Quién está dirigiendo las infiltraciones de gentes hacia el Ejército y cuerpos policiales, o la filtración y operación desde estas instituciones; Herrán y su enorme riqueza revelada no tuvo que ver en esto, y todo ello es independiente? ¿Los miles de asesinados y cientos de decapitados, no corresponden a una conducción e interés común?
¿Quién tiene el conocimiento y dominio sobre las telecomunicaciones para dirigir una actuación armónica sin que la autoridad se entere? Y, en fin, más ejemplos sobrarían, pero la pregunta subsiste. ¿Es todo esto autónomo e independiente? ¿Nadie dirige la orquesta? O sí, pero no sabemos quién, o sí, pero preferimos disimularlo. Muy optimista, un verdadero ilusionista sería aquel que diera como contestación un Sí, a que son hechos autónomos.
Si esto fuera así, pues la receta es seguir respondiendo de igual manera que como se ha hecho: una guerra sin cuartel, pero sin conocimiento ni inteligencia. ¡Más soldados, vengan! ¡Más muertos, los que sean necesarios! ¡Más violaciones a los derechos civiles, que ahora la Secretaría de la Defensa Nacional dice que son pocas, pues adelante!
Pero si la actitud es la contraria y se supone que es un consorcio de alto nivel internacional, una pirámide, una corporación altamente calificada y multidisciplinaria la que dirige este fenómeno, ¿quiénes la componen y cuáles son sus objetivos finales? ¿El Chapo, El Güero Palma, los Arellano, los Beltrán? Ellos son poderosísimos y controladores de grandes territorios, pero nada más. ¿Los primates que vemos a diario en la televisión? Positivamente no, ellos son, amafiados o no, solamente las capas intermedias del crimen, los operativos.
La dirección estratégica está más allá. ¿Qué sabemos de Dallas, Los Ángeles, Italia, la presencia de narcos mexicanos en Perú, qué es Azteca, nuestras relaciones con los exportadores de cocaína en Bogotá, qué pasa en ese otrora risueño poblado de Maschwitz o quién es Manuel Poggi, nuestro proveedor de efedrina?
Tiene el gobierno la obligación de informar, con las limitaciones obvias, sobre el fondo del tema. O será que no tienen esta preocupación, porque siguen concibiendo el problema desde el fondo de un pozo.
¿Será un consorcio criminal multinacional dirigido, una vez más, contra nuestros intereses? ¿O estamos ante una manada de depredadores sin concierto? En ambos casos la situación puede reventar al gobierno y, con ello…