El cineasta italiano, que se encuentra de visita en México, impartió un seminario en la UNAM
Los míos, apestan y tienen moscas en la cara y en el alma, comenta en entrevista
El realizador ha dirigido más de cien documentales y varios largometrajes de ficción
Jueves 26 de febrero de 2009, p. 8
Soy el nieto del neorrealismo italiano, un hombre revolucionario en asuntos cinematográficas: abolí el trípode y el riel para hacer cine; agarré la cámara, me la puse al hombro para hacer mi trabajo, porque creo que el arte tiene gran responsabilidad social y civil
, dice en entrevista el cineasta italiano Giuseppe Ferrara, quien en días pasados impartió el seminario Crimen y política: la investigación social llevada al cine, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, organizado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y el Instituto Italiano de Cultura.
Ferrara, nacido en Florencia, ha dirigido más de cien documentales sobre los más diversos temas y largometrajes de ficción, como La piedra en la boca, 1970; Las garras del poder, 1975; Panagulis vive, 1980; Cien días en Palermo, 1984; El caso Moro, 1986; Narcos, 1992; El juez Giovanni Falcone, 1993; Los Banqueros de Dios, 2002; Guido que desafie: las Brigadas Rojas; Qué es el cine y el Ojo mágico (serie de 31 capítulos realizados entre 1986 y 1990), y Mujeres de mafia, 2001, entre otras.
Férreas convicciones
¿Cuáles son sus preocupaciones actualmente?, se pregunta al realizador.
Responde: “Mi preocupación es y ha sido siempre el tema social. En una ocasión, un mafioso me demandó por difamación, por ponerlo en evidencia en una de mis películas, entonces dije al juez: ‘Realizo una función social con mi cine –cosa que verdaderamente pienso–, para la memoria de mi país’. Presento hechos fundamentales de mi nación; por ejemplo, el asesinato de Aldo Moro (1916-1978), intelectual y primer ministro italiano en dos ocasiones, que cambió la historia de Italia con su férrea defensa de la constitución, la más avanzada de Europa… Películas como ésa reconstruyen la vida social de mi país y acusan a los verdaderos responsables, como en el caso del asesinato de Moro…
“Considero que en el documental sí hay una deconstrucción seria de los hechos: se conserva la memoria, hace que los muertos regresen al mundo de los vivos –claro que es virtual– y permite develar la verdad.
“Pienso que el arte debe tener un compromiso civil. Me gustó leer en La Jornada la entrevista a un poeta mexicano (José Emilio Pacheco), quien ha dicho: La poesía es siempre memoria
. En el cine también pasa esto.
“No soy religioso en el sentido de creer en Dios, pero tengo una estima grande por el cristianismo; entonces todas mis películas tienen personajes que evocan la figura de Cristo, como Aldo Moro, el Che Guevara o Allende.”
–Un periodista mexicano calificó al Partido Revolucionario Institucional como la Cosa Nostra de México.
–Me parece exagerada esa apreciación, porque la Cosa Nostra es una organización criminal, con historia y raíces en Italia y tentáculos en Estados Unidos. Aunque no cuento con la información suficiente para rebatir esa postura, no descarto que un partido político pueda tener relaciones con la mafia; en Italia casi todos las tienen, pero considero exagerado que un partido en el poder sea la mafia. Por ejemplo, la mafia napolitana, la camorra, no es un partido político a pesar de su profunda historia entre la población y relación con el Estado.
–Parece que en toda esa imaginiería sobre los mafiosos hay algo seductor.
–Ése es un peligro para los directores de cine cuando abordamos el tema: hacer de los mafiosos héroes. Mis mafiosos apestan, tienen moscas en la cara y en el alma. Hollywood ha proporcionado una falsa imagen de los mafiosos al presentar a Al Pacino como un capo di tutti di capi, que muere como un santo… ¡No!, a los mafiosos no hay que presentarlos como héroes ni como servidores sociales.
“Por ejemplo, Francesco Rossi, en Salvatore Giuliano, una obra maestra del neorrealismo, no presenta a este bandido como héroe. Es un impermeable, un instrumento en las manos de los mafiosos y del gobierno, que desechan una vez que no les sirve, pero nunca lo tratan como héroe.”
–¿Cómo se siente respecto de la parte tecnológica del cine?
–He tenido muchos cambios para filmar; por ejemplo, considero que la steadycam, invento italiano, es de gran importancia, pero se tiene que usar sólo cuando es estrictamente necesaria, porque da la impresión de que se graba en un mundo subacuático. De esto me di cuenta cuando la utilicé en mi película Narcos, en la que muestro 35 crímenes. Ahora pienso que los asesinatos deben tener un movimiento más convulso que la densidad de la atmósfera que da la steadycam; fue una lección aprendida para mis siguientes filmes.
El crimen organizado terminará, pero no lo veré
–¿Cree que le alcance el tiempo para hacer un documental que muestre la muerte de la mafia y del crimen organizado?
–No creo, porque la situación es muy mala. Falcone, quien fue asesinado, decía: La mafia es un hecho humano, por lo tanto debe morir
, pero quien se murió fue él y la mafia sigue viva. Creo que será eliminada, pero no lo veré. He visto que los jóvenes de todos los países, entre ellos los de México, están llenos de esperanza para cambiar el futuro de nuestras naciones y confío en que puedan lograrlo… de acuerdo con una sentencia de Gramsci: ‘Con el pesimismo de la razón y el optimismo de la voluntad podemos trasformar las cosas’”.
Este viernes el maestro Giuseppe Ferrara concluye su visita a México con la presentación de la cinta Gomorra, dirigida por Matteo Garrone, basada en la obra homónima, devenida best seller, de Roberto Saviano.