Decomisan dos radios comunitarias en Michoacán
Eugenio Bermejillo. Los recientes cierres de dos radios indígenas en Michoacán, Eiámpiti de San Juan Nuevo Parangaricutiro el 24 de enero y cinco días después Radio Uékakua de Ocumicho, envían señales funestas al resto de las radios comunitarias de México.
La racha decomisadora afectó a dos radios eminentemente comunitarias, ubicadas en comunidades con una importante tradición de lucha. La tarde del sábado 29 de enero más de cien miembros de diversas policías, en una acción sorpresiva, rodearon el domicilio desde el que se transmitía, ataron por la espalda y amordazaron a las radialistas que estaban en la cabina y, sin permitir que se leyera el papel que presentaron como orden de cateo, se llevaron el equipo, que trabajaba a escasos 5 watts de potencia. El sigilo de los policías logró que no se repitiera la experiencia de 2003, cuando seiscientos miembros de la comunidad y sus autoridades impidieron el decomiso de su radio. El impacto de la violencia de la reciente acción dejó una bárbara estela en la familia Cruz que prestaba su casa para la radio: un aborto, una mujer en el hospital y un hombre bajo vigilancia médica.
Bertha Gutiérrez, directora de Eiámpiti declaró: “Nuestro trabajo consiste en comunicar los sucesos de la comunidad, no hacemos competencia con ninguna estación comercial, nuestras acciones van encaminadas a la revaloración de nuestras tradiciones y costumbres, no sabemos porque no nos han querido otorgar el permiso para transmitir, y ahora nos vienen a amedrentar como si fuéramos delincuentes, se llevaron todo el equipo, hasta los logotipos de la estación”.
Estas radios transmitían desde dos comunidades conocidas y admiradas de la Meseta Purhépecha. Ocumicho ha lanzado al mundo sus diablos de barro que igual invaden la Última Cena que la Revolución Francesa (en una serie que ganó un premio internacional) y las Torres Gemelas de Nueva York.
Por su parte, Nuevo San Juan Parangaricutiro ha sido calificada como una “comunidad modelo”. Gunther Dietz narra en su libro La comunidad purhépecha es nuestra fuerza la audacia y seguridad de esta comunidad que en apenas unas décadas logró pasar de ser simple testigo de cómo madereros ilegales depredaban su bosque, a construir una de las empresas sociales más formidables de México. La certificadora internacional Smartwood considera “envidiable” y “ejemplar” su manejo del bosque y su organización comunal. El taller que fundó Parangaricutiro para dar valor agregado a su madera exporta muebles a Estados Unidos y Europa y ha establecido convenios con cadenas mexicanas. Lo que no pudo decomisar la policía fueron los 900 puestos de trabajo que han generado las empresas comunales.
Ambas radios intervenidas han realizado gestiones infructuosas para conseguir su permiso. Radio Eiámpiti inició gestiones en 2002, frustradas cuando los directivos de la radio se negaron a que su permiso quedara en comodato con la cdi . El trámite de Radio Uékakua de Ocumicho se “perdió” en los archivos de la sct , a pesar de que fue el gobernador Lázaro Cárdenas el que turnó la petición.
La acción de la sct estuvo claramente perfilada a estaciones integradas a la vida de sus comunidades. Los vehículos policiales pasaron por la zona de cobertura de radios comerciales sin permiso (auténticamente “piratas”) sin molestarlas. Apenas a 10 kilómetros de Parangaricutiro, en Uruapan, transmiten tres estaciones dedicadas a la explotación publicitaria sin concesión legal.
Rosa Cruz, radialista de Ocumicho, no se explica porque los vecinos “mestizos” de Tangancícuaro, con quien han sostenido un larguo litigio de tierras, tienen su radio permisionada y a ellos los tratan como delincuentes por transmitir.
Los decomisos se dan en un contexto que los convierte en funestos. Después del fallido intento contra Radio Ñomdaá de Xochistlahuaca, Guerrero, el pasado el 13 de julio, las autoridades encargadas de la radiodifusión ofrecieron concederle el permiso a la radio amuzga (incluso pagar los peritajes requeridos). Semanas después la cdi , la Segob y la Cofetel pidieron a la Asociación Mundial de Radios Comunitarios (AMACR) y a organizaciones cercanas al Congreso Nacional de Comunicación Indígena que les proporcionaran listas de las estaciones auténticamente comunitarias. Las autoridades insinuaron que en 2009 abrirían una campaña masiva de cierres de radios ilegales, pero que respetarían las indígenas y comunitarias. A partir de esto muchas radios iniciaron procesos para regularizar sus radios. La señal que mandan los decomisos michoacanos significan lo contrario: respetarán las radios comerciales sin permiso, van por las comunitarias.