Usted está aquí: miércoles 28 de enero de 2009 Opinión Ciudad Perdida

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez
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■ El retorno de René Bejarano

■ Se invita a la partida del pastel político

Bejarano, otra vez Bejarano.

Como si los problemas en el PRD fueran pocos, y la credibilidad de esa organismo estuviera en su mejor momento, René Bejarano se inscribe, por la vía del hecho –ya no pertenece al PRD–, en la contienda por los espacios políticos que, hacia la mitad del año, tendrá lugar en todo el país.

Acostumbrado a la manipulación, al chantaje, a la amenaza, Bejarano pretende repartirse el pastel político del Distrito Federal, con la idea de crear sistemas de impunidad para sus fieles.

El caso más palpable, el que hoy echa luz sobre los trabajos en lo oscurito del señor de las ligas, se da en la delegación Cuauhtémoc, desde donde pretende sacar al actual delegado, José Luis Muñoz Soria, para convertirlo en diputado y así asegurarle impunidad.

Y para cerrar la pinza trata de imponer a otro incondicional: Agustín Torres, para que cubra los desaguisados financieros que deja Muñoz Soria, en una muestra clara de que, pese a los lamentos y los discursos para pedir perdón, la cabra siempre tira al monte.

Ya es hora de parar, de una vez por todas, esos intentos, que de todos lados del Partido de la Revolución Democrática salen para debilitar los pocos proyectos que desde la izquierda no partidista se levantan para rencauzar al organismo.

Bejarano, para no ir más lejos, sigue siendo el mismo Bejarano que exhibió su corrupción en los videos que tramposamente le grabó el funesto Carlos Ahumada. Es el mismo Bejarano que en aras del poder traicionó, como lo hicieran los chuchos, aunque de otra manera, el movimiento que les dio un lugar en la lucha por cambiar las coordenadas de gobierno en el país.

Bejarano, entonces, no ha cambiado. Desde la sombra que le creó su propia acción política, ha decidido impulsar a algunos candidatos a delegados, diputados federales y locales, con la idea de tener algo más que presencia en el campo del poder, con el afán claro de retornar a las curules para tejer de manera abierta cada una de sus trampas.

Por lo pronto, se ha reunido en varias ocasiones con los miembros de Nueva Izquierda para tratar de hacer acuerdos que permitan huecos por los que sus incondicionales se cuelen para trabajar en beneficio no de un proyecto, sino de su propio beneficio.

El problema ahora es que, incluso la gente que alimenta su movimiento sabe que no es Bejarano quien puede ir a la lucha por hacer que su cotidianidad cambie, porque no tiene la solvencia moral para demandar un juego limpio en las elecciones de julio próximo.

Total, tendrá que ser el propio PRD el que le recuerde que está fuera de sus filas, y que sus candidatos serán vistos, como lo es ya Muñoz Soria, como los hijos del señor de la ligas, y sobre eso, se diga lo que se diga, ya no hay vuelta de hoja. Si el PRD permite la injerencia del personaje, seguramente la gente tendrá, en las urnas, la última palabra. Nada más.

De pasadita

Ahora resulta que las mismas voces que con el canto falaz de la democracia nos llevaron al abismo, fueron invitadas para que, desde el rincón de los necios en esta ciudad, hablen de que hay que jalar parejo para superar la crisis, sin distingo de ideologías, como si fuera lo mismo invertir un peso en crear cooperativas que invertirlo en el rescate financiero de los que se han vuelto más ricos, a cada golpe de crisis. Ya basta de creer en ellos.

 
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