La Ruta Sonora
■ La crema de 2008 (rock internacional I)
2008: año de transición, de dejar atrás al neo-post-punk-funk para acercarse a lo sicodélico, a lo progre-ruidoso o al rock-pop colorido y amable. Año también en que célebres cincuentones volvieron por sus fueros. Hoy, lo más disfrutable del año que termina, en cuanto a rock y alrededores, según este apartado. Ya vendrá lo de electrónico, hip-hop y en español.
1. The Hospitals. Hairdryer peace. Disco caótico, adecuado a estos tiempos, el de estos orates de San Francisco: el ruido en su máximo esplendor, a punta de guitarra, batería, voces diluidas, ecos mil, estruendos, efectos extraterrestres. Surreal, lúdico, insano, dadá. No apto para cuadrados.
2. The Fall. Imperial wax solvent. Esta banda inglesa de culto, de fines de los 70, punketa y guerrera, irrumpe con un álbum extraordinario, puerco, guitarroso y abrasivo. A sus 50, Mark E. Smith, correoso y con voz ajada, harto inspirado en Iggy Pop, sobrevive rodeado de nuevos integrantes, con una vitalidad rocanrolera y atemporal tal, que pasma. ¡Awww!
3. BB King. One kind favor. El rey del blues en guitarra eléctrica emite un destilado del más puro y elegante género del Delta, en su vena más tradicional. Aunque el título remite a la muerte (es una línea del tema de Blind Lemon Jefferson, See that my grave is kept clean: “vean que mi tumba se mantenga limpia”), el disco es una celebración de la vida, en su particular estilo de estacatos y notas torcidas, y en su vibrato vocal único, con un repertorio poco común. Bello disco de uno de los más grandes.
4. The Raconteurs. Consoler of the lonely. De Nashville, en segunda entrega, los forajidos Jack White y Brendan Benson se trepan a una brillante carreta eléctrica para contar historias desde sus particulares homenajes a clásicos como The Who o Led Zeppelin. Explosivo, imparable.
5. Nick Cave and the Bad Seeds. Dig, Lazarus, dig!!! El desorden y la tristeza se vuelven belleza en el disco 14 de este legendario combo. Oscuro, poético y abluesado, este viejo lobo, también en sus 50, cuenta historias atormentadas y profundas, como hace tiempo no hacía. ¡A cavar!
6. MGMT. Oracular spectacular. Pop-rock sicodélico con toques de funk y electro, con letras irónicas pero serias, sobre ser joven y dejar de serlo. De Brooklyn, delicioso y viajado debut de la banda encabezada por Andrew Van Wyngarden y Ben Goldwasser. Personal, arty, hype. Discazo.
7. Fleet Foxes. Fleet Foxes. De Seattle, fuera de moda, este quinteto actualiza la tradición del folk-rock de los 60, tanto inglés como gabacho, para crear una pieza ambiental, fantasmagórica, poética: corales barrocos, maderas acústicas... Todo un remanso de paz y belleza.
8. Sigur Ros. Me∂ su∂ í eyrum vi∂ spilum endalaust. A casi diez años de haber deslumbrado con su espacial Ágætis Byrjun (1999), y tras haberse estancado en sus posteriores discos, de Islandia vuelve esta banda con un disco melódico, directo, cálido, austero, orgánico y hermoso.
9. Vampire Weekend. Vampire Weekend. De sonido sencillo pero muy singular, este estudiado cuarteto de Brooklyn va del calypso al new wave, o del punk acústico a lo Violent Femmes, al pop africano. Remiten a Paul Simon, Peter Gabriel o los Talking Heads, pero actualizados. Clavicordios, flautas, cuerdas, guitarras acústicas. Festín nerd y colorido, para bailar y pensar sabroso.
10. TV on the Radio. Dear science. Cinco estadunidenses hacen despuntar Nueva York al abandonar sus otrora ritmos oscuros y, aun críticos con el saliente presidente George W. Bush, ofrecen en su tercer disco ritmos más brincadores, y sonríen de más. Un disco apasionado, sincero, lleno de espíritu.
11. Beck. Modern Guilt. Anque no da un gran salto, el famoso angelino se defiende en su décimo álbum, al sonar fino, radiante, sicodélico, inspirado. Fluido y diáfano en producción, entre blueses posmodernos, agogós oscuros y post-punks afolkados, su sello es único. Se le extrañará, ahora que dice retirarse.
12. R.E.M. Accelerate. Entrañables como son, Michael Stipe y compañía se dieron un inyectón de vitalidad para salir del gris creativo en el que estuvieron los recientes diez años. Guitarras fieras, temas contundentes, con lo mejor de lo que saben hacer. Gran resurrección de esta también banda histórica.
13. Evangelista. Hello, voyager. La estadunidense Carla Bozulich combina a Teenage Jesus and the Jerks y Patti Smith para emitir un álbum que entreteje aullidos, guitarras estridentes, armonios y manchadas percusiones, con un ánimo punk-ruidista, catártico. Oscuro, enojado, estridente.
14. No age. Nouns. De Los Ángeles, este dueto punketón (guitarra-batería) le entra al ruido, la baja fidelidad, el exceso de platillos y, en su segundo plato, hasta a momentos ambientales, densos. Aun así, no son oscuros, sino alegres, melancólicos y hasta pop en sus melodías. Rasposos, simpáticos.
15. The Music Tapes. Clouds and tornadoes. En este proyecto amigo del Olivia Tremor Control, el autismo multi-instrumental, las guitarras deslavadas, el scratch, los instrumentos antiguos, las cintas viejas y los theremin colorean el frágil pero fantástico mundo lo-fi de Julian Koster.