■ “Mataron a mi esposo y ahora destruyen lo que nos dejó”, dice una palestina a periodistas
La franja de Gaza, “empequeñecida aún más” tras ser dividida por los israelíes en 3 secciones
■ “Después de ser bombardeada nuestra casa, ¿adónde llevaremos a nuestro bebé?”, clama residente
Ampliar la imagen Palestinos, en las afueras del depósito de cadáveres del hospital Kamal Adwan de Gaza, después de recibir la noticia de la muerte de familiares Foto: Ap
Gaza, 13 de enero. Los ruidos de las explosiones y los estallidos duraron toda la noche hasta la madrugada. Supusimos que los soldados de la tropa terrestre israelí trataban de penetrar más profundamente en la ciudad desde el sur. Siempre que los disparos se detenían por unos segundos, podíamos escuchar los motores de los tanques.
La franja de Gaza ya era suficientemente pequeña antes de que comenzara el conflicto bélico, pero ahora se ha empequeñecido todavía más después de ser dividida por el ejército israelí en tres secciones aisladas.
Durante los pasados 17 días de la ofensiva no ha habido una noche sin imponentes ataques contra Gaza, pero anoche los bombardeos no se detuvieron ni un segundo; los aviones, cañones de artillería y los buques dispararon misiles contra Gaza, todos al mismo tiempo.
“Estamos bien, todavía tenemos tiempo” dije a mi esposa Alaa, quien tiene nueve meses de embarazo y se encuentra ya en el hospital desde esta mañana, donde los médicos planean inducir el parto de nuestro primer bebé. Hemos estado refugiados en casa de mi familia política en el centro de la ciudad de Gaza.
Pero en el norte, donde se encuentra nuestro edificio de departamentos, ya evacuado, han estado cayendo misiles.
Alaa tiene miedo. Es difícil consolarla debido a que hay reportes de que la torre Andalous, un complejo residencial de 14 pisos a 30 metros de nuestra casa, fue blanco de ataques.
Desolación y destrucción
Cuando comenzó a clarear, me apresuré en el camino hacia nuestro domicilio. Al dar vuelta a la esquina vi muchísima gente reunida en torno a lo que quedaba de la torre Andalous. La calle estaba llena de piedras, polvo y vidrios rotos. Una sola mirada a nuestro edificio me dio una idea de cómo estaba por dentro. No quedaba entera ni una sola ventana.
Residentes de la torre estaban recogiendo lo que podían de sus pertenencias y muebles dañados. La escalera se derrumbó y entonces bajaban todo a la calle, desde colchones y colchas hasta televisores, utilizando una cuerda.
En nuestro edificio las puertas del elevador habían sido voladas por el efecto del aire caliente comprimido de la explosión; las puertas de madera del departamento de mis tíos también habían sido arrancadas y todo estaba cubierto de polvo y vidrios rotos.
Encontré a mi madre en su departamento, que es el contiguo al nuestro; ella le estaba mostrando a periodistas locales la destrucción, incluso los marcos de las ventanas que se habían estrellado contra la cama de mi padre.
“Mataron a Akram y ahora están destruyendo las pocas pertenencias que él dejó”, les decía. Solamente han pasado 10 días desde que mi padre murió durante un ataque aéreo israelí.
Ya en mi departamento, recogí las ropas que compramos para mi hija. Parece que tardaremos en regresar a casa mucho más de lo que esperábamos.
Más tarde, Alaa miraba con tristeza las fotografías de la destrucción en el departamento en el que habíamos vivido por menos de un año. Me dijo que nunca se hubiera imaginado que nuestro bebé va a pasar los primeros días de su vida fuera de nuestro hogar, de un refugio a otro.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca