TOROS

■ Triunfan los toreros mexicanos ante un deslucido encierro de Santa María de Xalpa

Oreja y grave cornada a Humberto Flores; salida al tercio y apéndice para El Zapata

■ Con oficio pero sin decir, el madrileño Abellán se fue como su terno: en blanco

Leonardo Páez

En la decimotercera corrida de la temporada 2008-2009 en la Plaza México, con una entrada que rebasó todas las expectativas, algo así como un cuarto del cupo, en tarde soleada y con ligero viento al inicio del festejo, hicieron el paseíllo el jalisciense Humberto Flores, el tlaxcalteca Uriel Moreno El Zapata y el madrileño Miguel Abellán, para estoquear una corrida de Santa María de Xalpa, que tan exitosa tarde tuviera el pasado 19 de octubre en este mismo escenario.

¿A qué atribuir esta inusitada asistencia no obstante la falta de publicidad y promoción del serial? Por un lado al ayuno taurino de tres domingos y, como consecuencia, al hambre de toros experimentado por un público que ya llevaba 12 tardes sin asistir.

Es de agradecer a los ganaderos Pérez Lizaur y Valladares, propietarios de Santa María de Xalpa, su compromiso de no sustituir edad con kilos, ya que ninguno de sus toros rebasó la media tonelada y la corrida pesó en promedio 478 kilos, sin que por ello careciera del trapío de toros adultos.

Pero como los que dicen que sí saben de esto afirman que los toros no tienen palabra de honor, en la primera corrida internacional de la temporada los ejemplares xalpeños, bien presentados, con la cara que da la edad, sin exceso de peso pero disparejos de cuerna y de pelaje, acusaron sosería, falta de transmisión, debilidad e incluso peligro sordo, destacando por la claridad de su embestida los corridos en primero y sexto lugares, siendo pitados en el arrastre el resto.

Así, sobre la ineptitud de un comportamiento bravo de las reses prevaleció la actitud torera de los tres alternantes, cada uno en su respectivo nivel de expresión, de dominio técnico y de oficio; todos con valor y disposición.

A Humberto Flores, siempre pundonoroso pero sombrío si no tiene el toro a modo para hacer lucir su luminoso capote, le faltó, como en otras ocasiones, arrebatarse en la cara del toro y estructurar más sus faenas. Afortunadamente se volcó en la estocada a su noblote primero que cayó fulminado, y el público exigió la oreja, otorgada con acierto por el juez Eduardo Delgado.

En ese toro fue obligado a desmonterarse en el tercio el banderillero Raúl Bacelis, por soberbio cuarteo. En el cuarto debió hacer lo mismo Christian Sánchez, luego de un sensacional par al relance del que salió prendido por la entrepierna. En homenaje a su hazaña, Flores le brindó la muerte de dicho toro, que a la postre acabaría hiriéndolo seriamente en el muslo derecho al entrar a matar con la misma rectitud que a su primero. Pero durante la faena la comunicación entre Humberto y el público no fue fluida.

Uriel Moreno El Zapata derrochó torería, espectacularidad y solvencia en su lote, llevando muy bien sus toros al caballo, banderilleando con precisión y muleteando con mando, al grado de encubrir la poca calidad de su primero y salir al tercio, para luego cortarle una oreja a su difícil segundo tras completa faena y soberbio volapié, sin que faltara oportuno quite de Gerardo Angelino cuando Uriel salió del tercer par.

Miguel Abellán venía de triunfar en cosos sudamericanos pero ante la poca emotividad de sus toros de poco sirvió su esforzada tauromaquia. Desatados andan los vendedores en el templo, moviéndose y distrayendo durante la lidia, y ojalá alguien mejore el sonido local.