Usted está aquí: lunes 12 de enero de 2009 Cultura Conectar con quien no se acerca al arte, interés de Lucía Maya

■ Exhibe Cartas entre la arena en la estación Pino Suárez del Metro

Conectar con quien no se acerca al arte, interés de Lucía Maya

■ Expone mediante los programas extramuros del Museo del Chopo

Merry MacMasters

Ampliar la imagen Si se habla de problemas sociales, no se puede exhibir en lugares elitistas, considera la artista, quien posa al lado de una de sus obras que se exhiben en la estación Pino Suárez del Metro Si se habla de problemas sociales, no se puede exhibir en lugares elitistas, considera la artista, quien posa al lado de una de sus obras que se exhiben en la estación Pino Suárez del Metro Foto: Marco Peláez

La congruencia para trabajar ciertos temas es un rasgo que la pintora y grabadora Lucía Maya (Isla de Santa Catalina, 1953) admira en un artista. Es decir, si un colega habla de problemáticas sociales “no puede presentar su obra sólo en lugares elitistas. Eso es algo que me choca un poco de la vanguardia –cuya obra también admiro–, porque sólo la exponen en museos.

“Entonces, no llegan al público que verdaderamente necesita reflexionar sobre esos asuntos, porque en muchas ocasiones el lenguaje es elitista.” Sin estar en contra de dicho lenguaje, reconoce que “no se hace la conexión con el público al que favorecería ese discurso”.

Para Maya es muy importante llevar su trabajo a espacios alternativos con un público que, en general, no visita un museo o una galería. De allí que la artista –en 1995 expuso en el Museo del Palacio de Bellas Artes– se siente complacida de abrir Cartas entre la arena, muestra de 15 grabados, imágenes digitales y una placa, en la estación Pino Suárez del Transporte Colectivo Metro, mediante los programas extramuros del Museo Universitario del Chopo.

Fábricas, reclusorios, cantinas, sus vitrinas

El año pasado, con motivo del homenaje nacional a Frida Kahlo en el centenario de su nacimiento, Maya expuso una serie gráfica hecha en los años 80 alusiva a la pintora. Eso fue motivo de que 14 mil personas visitaron su página web: www.luciamaya.com.

Figurativa, con tintes fantásticos, ¿cómo la cataloga la crítica? “Siento que no me toman en cuenta, porque no soy de estos artistas vanguardistas de las generaciones emergentes, por ejemplo. Tampoco saben mucho de todo lo que he hecho, porque hace tanto que no expongo por acá (tiene más de 20 años de vivir en Guadalajara).”

Para Maya la “parte social” de su trabajo está, por ejemplo, en sus acciones plásticas. En marzo pasado hizo una en Viesca, Coahuila, en una fábrica de sal que se cerró “de la noche a la mañana”. Ha expuesto mucho en cárceles, donde ha trabajado con los internos. Hace un par de meses llevó a varias prisiones del estado de México la instalación Mártires del paraíso, que alguna vez estuvo en el Museo Universitario del Chopo, pero cuya temática “está vigente”.

Más de mil internos entraron a verla: “Muchos escribieron al respecto, y hubo algunos que dijeron que nunca en su vida habían visto una pintura”. Para Maya “el contacto con la gente que no se acerca a un museo, a una obra de arte, que tiene miedo porque cree que hay que entenderla de determinada manera, es algo por lo que deberíamos los artistas preocuparnos un poco más”.

También ha pintado en cantinas: “Es gente que nunca va a entrar a un museo, que se lo pasan hablando de lo mismo, pero de repente ven que alguien está pintando, que es mujer, entonces empiezan a pensar en otras cosas”.

La exposición Cartas entre la arena está compuesta de cinco imágenes digitales de la serie homónima que Maya hizo a partir de las fotografías que le regaló el biólogo Arnoldo Flores Torres de sus trabajos de campo en el desierto de Mapimí, Durango, y el valle de Tehuacán, Puebla. La artista hizo las composiciones virtuales e incluyó algunos textos científicos sobre la fauna nativa, pero después derivó una fantasía del mismo.

Apunta: “Me emociono mucho del trabajo virtual que a veces sólo existe en la computadora, a menos que uno lo mande imprimir. Esta situación me parece muy mágica. Me agrada mucho haber vivido de niña la televisión en blanco y negro, que era lo más moderno que había, y ahora trabajar de manera virtual”.

Después, cuando le dieron otras dos vitrinas en el Metro, Maya agregó un ejemplo de su obra más reciente realizada en Indianapolis, Estados Unidos, de cuerpo completo, ataviada con ropa de época, sobre un escáner. Explica que el escáner tiene una posibilidad de profundidad de ocho pulgadas, así que “se distorsionan algunas partes del rostro, la ropa casi no, pero luego lo tengo que arreglar. Por ejemplo, la sola respiración a veces deja manchas en la ropa, entonces, tengo que limpiarlas”. Recortó sus ojos porque los había cerrado.

La exposición también incluye una selección de sus primeros grabados, donde se hace evidente su obsesión por el autorretrato, o el narcisismo, como dice Maya, ya que “todo lo que trabajo tiene que ver con experiencias personales”. También tiene un año de experimentar con video.

 
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