■ La tecnología ha ayudado, pero falta mucho, expresa el músico
La guitarra, un universo aún por explorar, afirma Pablo Garibay
Ampliar la imagen “Hacer música me hace feliz. La guitarra me permite evocar mis más preciados recuerdos y expresar mis deseos”, manifestó el joven músico en entrevista Foto: Carlos Ramos Mamahua
Una razón sencilla, pero contundente, ofrece Pablo Garibay cuando se le pregunta por qué se hizo guitarrista: “Hacer música me hace feliz; cada vez que toco es un puntito más de felicidad. La guitarra me permite evocar mis más preciados recuerdos y expresar mis deseos”.
Eso explica por qué no tuvo que pensarlo cuando debió elegir entre estudiar medicina o aquel instrumento, aun a sabiendas de que la del músico es una carrera difícil, incluso un tanto ingrata.
El suyo, no obstante, es un caso afortunado, porque si bien ha tenido que batallar para encontrar espacios y oportunidades, la obtención de diversos premios y la participación en certámenes nacionales e internacionales lo han proyectado a escala internacional, además de permitirle grabar varios discos.
Para él, sin embargo, ése es un aspecto superficial, ya que no encuentra un motivo más válido para considerarse privilegiado que poder hacer lo que más le apasiona.
Reconocido con el Premio Nacional de la Juventud en 2002, ganador de nueve primeros lugares, seis segundos y dos terceros en diferentes competencias a escala mundial, Pablo Garibay se encuentra de regreso temporal en México para pasar las fiestas navideñas, y después reincorporarse a la maestría que cursa en Weimar, Alemania.
El intérprete está muy lejos de considerarse un virtuoso innato; con modestia atribuye sus logros a la pasión que le genera su carrera y a la dedicación que pone en ella.
Una de las premisas que lo han regido es el consejo de su padre, de que las cosas hay que hacerlas y tomarlas “sin prisa, pero sin pausa”, cuenta en entrevista.
Durante la charla, el músico se dice convencido de que la guitarra es un universo aún por explorar en la vertiente de concierto, en particular en el ámbito de la composición.
“Los compositores aún tratan de encontrar las maneras a la guitarra; creo que no se han explotado por completo sus posibilidades. Se buscan nuevos sonidos y formas de componer, integrarla a nuevos ensambles, pero falta mucho”, señala.
“La tecnología ha ayudado para amplificar el sonido de la guitarra para que pueda convivir con otros instrumentos, como el piano, la orquesta sinfónica, los metales, ensambles en los que puede escucharse y que antes eran impensables. Eso, sin duda, ha sido revolucionario.”
Aunque reconoce que la guitarra va ganando mayor terreno en México en cuanto a su presencia en las salas de concierto y en el gusto del público, considera que prevalece cierta cerrazón.
“Desconozco por qué no se le ha incluido tanto. Mi primer razonamiento es que, por ser un instrumento tan íntimo y con una calidad sonora tan suave, genera incertidumbre para estar a la par de una orquesta; pero es un problema que puede resolverse con la amplificación electrónica. Algo es innegable: intérpretes buenos hay y muchos, sólo es cuestión de abrir espacios y explorar nuevos repertorios.”
Pablo Garibay reconoce los aportes del legendario Andrés Segovia para llevar la guitarra al mundo de los compositores y las salas de concierto, pero considera que la escuela que forjó el músico español, en cuanto a intérpretación, quedó rebasada.
“La técnica ha cambiado mucho desde aquella época, porque ahora se enfoca más en el sonido, en sutilezas, en digitaciones que permiten seguir más la primera idea de los compositores, que muchas veces difiere de la manera de ver de Segovia”, abunda.
“No sé si podría ubicarme en alguna corriente, lo que sí sé es que cuando abordo alguna pieza o repertorio lo hago con una visión más pianística. Creo que ahora el repertorio de la guitarra está más enfocado a la fluidez que pueden conseguir otros instrumentos, como el piano o las cuerdas.”