■ Maricela González y Rebeca Monroy estudiaron 364 trabajos del fallecido autor

Revaloran el quehacer fotográfico del maestro Enrique Bordes Mangel

■ Las expertas lo ubican como uno de los pilares del fotoperiodismo de la segunda mitad del siglo XX

■ La investigación está lista para publicarse, pero no saben si con su deceso cambie el proyecto

Ángel Vargas

Por sus orígenes se trata de un personaje fascinante, inclusive literario. Basta saber que sus raíces remiten a la nobleza europea y que sus ancestros se salvaron de la guillotina en la Revolución Francesa porque lograron huir a tiempo.

Más aún, uno de sus tíos, Emil Mangel, fue quien trajo el daguerrotipo a México y su padre, el diputado Enrique Bordes Mangel, pasó a la historia nacional como una de las grandes figuras en las caóticas primeras décadas del siglo XX, por haber redactado el Plan de San Luis y presidido el Partido Nacional Antirreleccionista.

Pero esos antecedentes familiares no son lo único por lo que la biografía de Enrique Bordes Mangel y Cervantes es profusa e interesante. También lo es por lo atractivos que fueron sus 86 años de vida, extinta el pasado 21 de febrero y lo que su persona y trabajo representan para el ámbito de la fotografía y el periodismo gráfico nacionales.

En el aserto anterior coinciden las investigadoras Maricela González y Rebeca Monroy, quienes se han abocado a estudiar la vida y obra de este creador desde hace ya tiempo para rescatar su figura y darle su justo valor dentro de los contextos político, social, artístico, cultural e histórico del país.

Legado increíble

Como botón de muestra de la relevancia de Enrique Bordes Mangel, las dos especialistas lo ubican como uno de los pilares del fotoperiodismo de la segunda mitad de la centuria pasada, sobre todo en lo que respecta a la valentía con la que documentó los principales movimientos sociales de ese lapso, como el magisterial y el de los ferrocarrileros en los años 50 y los movimientos estudiantiles de 1968 y 1971.

A ello deben sumarse las cuestiones personales del maestro, donde destacan su trabajo como secretario particular del príncipe George Chavchavdze y la amistad que sostuvo con el famoso director de orquesta ruso Leopold Stokowski, los fotógrafos Manuel y Lola Álvarez Bravo, y el pintor David Alfaro Siqueiros, así como la obtención de pocos aunque prestigiados premios y la experiencia de una década de exilio en Canadá.

De igual manera, cabe mencionar que fue alumno del ingeniero Guillermo González Camarena, inventor de la televisión a color, así como su participación como extra en medio centenar de películas, varias dirigidas por Julio Bracho, de quien era cuñado, pues éste se casó una hermana del fotógrafo, Diana Bordes, reconocida bailarina y actriz que sirvió de modelo para la estatua de la Diana Cazadora.

El primer resultado de esa labor de investigación de Maricela González y Rebeca Monroy fue la clasificación y el estudio de un acervo integrado por 364 piezas –entre fotografías impresas, negativos y diapositivas– que Bordes Mangel vendió en dos lotes, en 1996 y 2001, respectivamente, al Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Dicho trabajo se encuentra ya listo para su publicación, si bien las investigadoras desconocen si se respetará aún la idea original de hacer con él un catálogo o el proyecto deberá cambiar ahora que el fotógrafo falleció y la familia de éste les ha permitido el acceso a su archivo personal y existe inclusive la intención de que lo entreguen en donativo a la dependencia universitaria.

Este acervo personal, comentan, consta de alrededor de 3 mil piezas, lo que le restó luego de que en 1989 debió vender a un particular el grueso de su archivo, integrado por 20 mil negativos. Fue algo a lo que se vio orillado por necesidad económica, precisan: “Él decía que ése era su seguro social, ya que los fotógrafos honrados no tenían recursos”.

Entre esas 3 mil piezas, Maricela González y Rebeca Monroy se han encontrado con exposiciones, copias y muchos negativos, así como transparencias, además de revistas, periódicos y demás publicaciones en las que el fotógrafo colaboró.

“Es un legado increíble, y está casi totalmente registrado, con fechas y datos pormenorizados. El maestro era de una minuciosidad excepcional. Los sobres incluyen nombre, fecha, lugar, casi la hora. Eso podría permitir hacer incluso un diccionario biográfico de los personajes de la época”, sostiene Monroy.

Preocupación por México

Para ambas investigadoras resulta esencial rescatar y valorar el papel que Enrique Bordes Mangel desempeñó en la historia y la cultura de la segunda mitad del siglo XX: “Debe hacerse justicia al maestro, por eso estamos empeñadas en descubrirlo y presentarlo a la sociedad.

“Él sabía quién era, tenía conciencia de su historia personal y familiar. Y aunque su origen era aristocrático y mantuvo siempre la elegancia, permaneció con los pies en la tierra, preocupado por México y su gente, siendo fiel y consecuente con sus convicciones hasta el último momento.

“Se preocupó por trabajar y reflejar la realidad que definió a aquellos años. Un aspecto que nos permitirá investigar es que él no se preocupó por forjar su mito, como sí lo hicieron otros. No se promocionó ni creó sus condiciones, nada escondió. Simplemente se enfocó a capturar la expresión del momento, con ese ojo educado y artístico que lo distinguió en todo su quehacer.”