■ El objetivo, que las empresas controlen el alimento, considera investigador de la UACM
Perciben trama para contaminar con transgénicos todo el maíz
■ Denuncia que han sido ocultados estudios gubernamentales que prueban los estragos causados
■ En gran parte del territorio nacional existen evidencias de la alteración en las semillas, afirma
En la producción de maíz para consumo humano en Sinaloa y en siembras de autoconsumo de campesinos en gran parte del territorio nacional se han encontrado evidencias de contaminación transgénica, según estudios realizados por instituciones gubernamentales que han sido ocultados, así como en análisis independientes, señaló Antonio Serratos, investigador de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Gran parte de esas semillas transgénicas habrían llegado a los agricultores vía programas gubernamentales, advirtió.
La presencia de maíz transgénico en los cultivos tradicionales del grano, del cual México es centro de origen, puede tener la estrategia de contaminar todo, para que así las empresas tengan el control sobre este alimento, señaló.
Estudios en las delegaciones Magdalena Contreras y Milpa Alta, Distrito Federal, revelaron la presencia de la proteína de transgenes, y por ello ahora se hacen evaluaciones en otras delegaciones, con el fin de dar seguimiento al problema. “En este caso se busca tener precaución, conocer la dimensión del hecho y remediarlo”, explicó.
En 2003, un estudio independiente del Grupo ETC, del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano y del Centro de Análisis Social, Información y Formación Popular, entre otras organizaciones, reportó la contaminación en cultivos de Chihuahua, Morelos, Durango, estado de México, Puebla, Oaxaca, San Luis Potosí, Tlaxcala y Veracruz.
La contaminación se presentó en 24 por ciento de las comunidades muestreadas, apuntó.
También, aseveró, lo confirman estudios hechos en 2002 para la Secretaría de Agricultura y la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad y Organismos Genéticamente Modificados, que no se han dado a conocer, y otros realizados en Sinaloa por el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias.
Riesgo de sanciones a campesinos
Serratos es coautor del estudio “Presencia de transgenes en maíz mexicano: evidencia molecular y consideraciones metodológicas para la detección de organismos genéticamente modificados”, que se publicará en los próximos días en la revista Molecular Ecology, el cual confirma la presencia de transgénicos en los cultivos de la sierra Norte de Oaxaca.
En entrevista, expuso que otro peligro inmediato es que la presencia de transgénicos –que tienen propiedad industrial y no pueden ser utilizados sin permiso– en las razas de maíz nativo de México puede acarrear sanciones para los campesinos.
“Los transgenes son propiedad privada introducida en un bien público, y esto generará problemas que, a largo plazo, estallarán; se multará al que use la patente con 500 mil pesos o mil días de salario mínimo.”
Explicó que entre las formas de difusión del maíz transgénico en todo el país, no se descarta la importación del grano, aunque es poco probable, debido a la cantidad que es usada extensivamente en el territorio nacional.
“Hay estudios que revelan que ese grano no se usa mucho por los campesinos; ellos prefieren utilizar el que conservan o adquieren de sus vecinos, o los de zonas aledañas”, abundó.
Agregó: “pensamos que programas oficiales como Kilo por Kilo, a través del cual los gobiernos estatales o federal distribuían semillas de maíces híbridos, pudieron haber llevado los transgénicos a los campesinos”.
A los productores se les sustituía el maíz por híbridos mejorados, que tenían muchas fuentes, aunque no estaban controladas: “en ningún momento el gobierno se preocupó por saber si había contaminación de transgenes; se suponía que no, pero nunca se hizo un esfuerzo por determinarlo.
“Éste es un factor que creemos viable para la distribución del maíz transgénico”, apuntó.
Otra vía, añadió, son las redes de distribución comercial, de pequeñas industrias, que atienden zonas alejadas y en realidad son representantes de las grandes empresas semilleras o tienen nexos con ellas.
“La falta de regulación y de supervisión en todo esto hizo que fueran elementos determinantes para la dispersión de transgenes.”
Detalló que en 75 por ciento del territorio mexicanos donde se cultiva maíz no se utilizan semillas compradas.
“Más bien provienen de los programas o de las que tienen los campesinos y son de polinización libre; este tipo de manejo del campesino genera focos de producción de cualquier tipo de transgenes, por comercio, contrabando o falta de supervisión.”