Usted está aquí: martes 4 de noviembre de 2008 Cultura “La música porta el lenguaje infinito de lo invisible”, dice José Antonio Abreu

■ El forjador del sistema de orquestas de Venezuela pugna por extenderlo a Iberoamérica

“La música porta el lenguaje infinito de lo invisible”, dice José Antonio Abreu

■ Reconoce los aportes de Carlos Chávez y Eduardo Mata a ese proyecto

■ En la reciente cumbre de San Salvador se planteó crear el coro y la orquesta de la región, indica a La Jornada

Armando G. Tejeda (Corresponsal)

Ampliar la imagen José Antonio Abreu, rodeado de sus alumnos, el pasado 24 de octubre en Oviedo, al recibir en representación del sistema de orquestas de Venezuela, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes José Antonio Abreu, rodeado de sus alumnos, el pasado 24 de octubre en Oviedo, al recibir en representación del sistema de orquestas de Venezuela, el Premio Príncipe de Asturias de las Artes Foto: Reuters

Madrid, 3 de noviembre. José Antonio Abreu lleva más de 30 años de infatigable labor para expandir y sostener uno de los proyectos más nobles de América Latina: el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela.

Este hombre visionario, de 69 años, original de Valera, departamento de Trujillo, sembró una semilla: la de erigir a la música como herramienta de lucha contra la pobreza y la marginalidad. Así, logró catapultar algunas de esas orquestas y que algunos de sus discípulos sean directores consagrados, como el joven Gustavo Dudamel.

El pasado 24 de octubre, Abreu viajó a Oviedo para recibir el Premio Príncipe de Asturias de las Artes, lo que significó un espaldarazo a ese “sistema”, cuya matricula es de 265 mil niños y jóvenes en las 24 provincias de Venezuela, donde hay diseminados más de 400 coros y orquestas.

En entrevista con La Jornada, Abreu se mostró confiado en que dentro de poco tiempo un sistema similar al de Venezuela, se concrete en Iberoamérica.

–¿Cómo se siente después de que el Sistema de Orquestas Juveniles haya recibido tantos elogios en el mundo y el premio Príncipe de Asturias?

–Tengo un doble sentimiento. Por una parte, la inmensa emoción de ver a nuestros niños y jóvenes recibir un premio excelso, como reconocimiento al sacrificio de tantos años. Y en segundo lugar, la sensación de un profundo compromiso con nosotros mismos y con el futuro de Venezuela y de América Latina, puesto que el premio Príncipe de Asturias nos obliga a ser cada día más dignos, a reafirmar convicciones y a redoblar esfuerzos para incorporar cada día más niños y jóvenes al “sistema”. También, ahora debemos más que nunca ensanchar nuestro proyecto a toda Iberoamérica.

Arte para la redención

–¿Cree que ese futuro sistema de orquestas iberoamericano será realidad dentro de poco?

–Eso espero. En la Cumbre Iberoamericana de San Salvador ya se hizo la propuesta de crear las sinfónicas juvenil e infantil iberoamericanas. Eso significa que habrá una comisión del más alto nivel para sentar las bases del proyecto. Pero no debe ser sólo una o dos orquestas, sino un sistema de cooperación e intercambio entre nuestros países.

“Por fortuna, ya tenemos más de 20 años intercambiando experiencias en América Latina y debo de mencionar con especial honor a México, el primer país que visitamos apenas fundada la Orquesta de Venezuela, donde recibimos la inestimable cooperación de los maestros Carlos Chávez y Eduardo Mata. Ambos dejaron huella perenne en Venezuela.”

–¿La idea sería similar a la de Venezuela: atender y enseñar a niños y jóvenes pobres?

–El “sistema” está primordialmente diseñado para niños y jóvenes de medianos y bajos recursos. Y evidentemente en todos los países en que se ha desarrollado este modelo, está orientado primordialmente hacia esos sectores excluidos o vulnerables. También a quienes padecen incapacidades físicas y a los niños de la calle.

–Como creador de este proyecto, ¿qué siente al ver que sus orquestas cosechan elogios de los expertos?

–Siento que después de tanto esfuerzo los resultados han dado la razón a los docentes que han participado y participan en el proyecto. Además, la música se presenta como un arte redentor para América Latina.

“La música es un mensaje de alegría y esperanza. No sólo trae formación; las orquestas y los coros no sólo proporcionan un medio para generar disciplina, autoestima, ascenso intelectual y espiritual en los niños, también son testimonio de esa otra dimensión de lo humano: la inmaterial. Es la muestra fehaciente de que la riqueza espiritual que la música siembra en el niño vence definitivamente la pobreza material.”

–Además de que esos niños y jóvenes contagian al resto de la sociedad, que al final supongo terminará por convertirse en un lugar más amable y noble.

–El niño tiene a su alrededor a la familia y ésta a la vecindad. Y la vecindad tiene a su alrededor a la comunidad. Es un triple anillo de influencia. El niño que surge como solista, músico o integrante de un coro o de una orquesta es una luz que alumbra el entorno. Va a transmitir el privilegio de la música, la extiende a la sociedad y la convierte en un nuevo y fenomenal instrumento de transformación social.

Gustavo Dudamel, un paradigma

–¿El apoyo de las instancias públicas de Venezuela ha sido determinante para el éxito del proyecto?

–En efecto, pues en Venezuela está consagrado por la Constitución y la ley el derecho a la educación artística.

“También recibe apoyo de instituciones privadas y de organismos internacionales. Durante el gobierno del presidente Hugo Chávez se ha aprobado una ley, la de protección al niño y al adolescente, que establece expresamente los derechos culturales de este sector.”

–Gracias al “sistema” se han identificado tantos talentos dormidos, pero hay uno que destaca especialmente, el de Dudamel.

–Es un paradigma del joven artista, que asume con carácter de excelencia increíble, por medio de una carrera meteórica, tareas inmensas en el mundo sinfónico internacional. Es un orgullo inmenso de Venezuela, ya que además posee excepcional humildad y extraordinaria dedicación a su vocación artística.

–¿Cómo define a la música después de tantos años de enseñarla y con tantas historias vividas en el “sistema”?

–Como un arte que porta el lenguaje infinito de lo invisible. Que entra en el alma, en el corazón y en el intelecto simultáneamente. Que transforma profundamente la personalidad del niño. Que potencia la capacidad de la juventud para asumir el liderazgo social que le corresponde.

“La música y nuestro ‘sistema’ han representado históricamente en Venezuela una formidable barrera contra la droga, la violencia, el alcoholismo y todo aquello que degrada y envilece la condición humana.”

 
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