■ Víctor Ortega presenta Umbrales imaginarios en la Casa de la Cultura Juan Rulfo

Busca artista con sus esculturas propiciar “espacios lúdicos”

■ En muchas de esas obras emplazadas en sitios públicos no se considera a quienes las van a padecer, dice a La Jornada

■ La muestra reúne reproducciones a escala de piezas monumentales

Ángel Vargas

Una de las lagunas del arte público en México, sobre todo en lo relativo a la escultura, es que los creadores sólo piensan y realizan su trabajo a partir de sus inquietudes, ideas y emociones, y pocas veces se detienen a considerar la opinión o las reacciones de quienes serán espectadores cotidianos de sus obras.

Así piensa el artista Víctor Ortega (DF, 1958), quien, a partir de esa convicción, diseñó una serie esculturas monumentales que además de buscar resignificar los espacios urbanos donde sean emplazadas, tiene el propósito de que sean un objeto y un espacio lúdicos y gozosos.

“Lo que más me interesa es el aspecto lúdico porque, por desgracia, mucha de la escultura pública no considera a las personas que la van a ‘padecer’ durante mucho tiempo, a veces por generaciones”, señala en entrevista.

“Colocar un mamotreto en un parque o cualquier otro sitio público implica que se lo tienen que chutar varias personas a veces a diario. Por eso me preocupa que mi trabajo tenga algo de divertido o de diferente cada día, para que el espectador encuentre algo nuevo. No sé si lo logré con estas esculturas, pero es la idea y el intento.”

Entre la escultura y la arquitectura

En tanto encuentra una instancia pública o privada que auspicie la realización de las obras en tamaño original, entre ocho y 12 metros de altura, Víctor Ortega elaboró una reproducción a escala para integrar la muestra Umbrales imaginarios.

Esta exposición –que reúne nueve piezas, siete tridimensionales y dos en montaje fotográfico– se presenta desde el pasado 30 de octubre en la Casa de la Cultura Juan Rulfo (Campana 59, colonia Irsugentes Mixcoac), donde se mantendrá hasta el 23 de noviembre, con entrada gratuita.

El título de la muestra se relaciona con la condición transitable de las esculturas, en lo que respecta al término umbrales, ya que éste remite a cualquier tipo de tránsito de un espacio o de un estado a otro, explica el artista.

“Mi interés al crearlas es que no sólo sean vistas, sino que afecten otros sentidos, como el del tacto; que el espectador las penetre, que pueda pasar por debajo de ellas, recorrerlas en todos sus espacios y esto lo enfrente y traslade con otras figuras e imágenes, además de detonar la imaginación y capacidad de divertirse.”

El término imaginarios, en tanto, tiene que ver con que las obras aún no están en las proporciones reales, en formato monumental. Son modelos a escala y el de mayor dimensión alcanza apenas 1.60 metros.

Todas las piezas son de carácter abstracto y, según su creador, representan el punto intermedio entre la escultura y la arquitectura, al retomar el aspecto plástico de la primera y los elementos espaciales de la segunda.

Esta es la segunda ocasión que Víctor Ortega incursiona en el arte con un sentido público. La primera fue en 1996, al lado del escritor Mauricio Ortiz, con un proyecto consistente en intervenir un anuncio espectacular como una crítica a la manera en que esos medios de publicidad se apoderan de los espacios públicos de la ciudad.

El destino de dicha iniciativa no fue del todo agradable, toda vez que la pieza fue censurada por las autoridades de las delegaciones donde fue colocada, primero en Xochimilco y luego en Tlalpan, debido a que mostraba una modelo completamente desnuda.

El interés por la naturaleza pública del arte es asumida por el creador como un resultado de su formación de comunicólogo y artista en la Universidad Autónoma Metropolitana y la Academia de San Carlos, respectivamente.