TOROS
Las posibilidades de Víctor Mora
El toreo no tiene lógica, sólo lenguaje escondido, misterioso, perverso por desconocido más allá del placer. La locura torera no permite expulsarla en la esclerosis del pegapasismo. Hay que dejarla que se diga ella misma. Confrontación originaria que da sentido a la unidad de la faena, tanto como a la oposición del sentido y lo insensato. En la tarde de ayer un Víctor Mora que acusó lo poco toreado y sobrecompensó este hueco con un valor y ganas de ser, que acabaron por emocionar a los escasos aficionados que asistieron al festejo. Así, sus faenas valerosas y con clase, carecieron de la unidad y el ritmo que le darán el torear más seguido.
Y es que el toreo se va perdido en la electrónica y es enemigo instintivo de lo lógico, de lo convencional, del derechazo preconcebido como suplantación de lo instintivo que pide la vuelta de la naturaleza impura contradictoria con la sociedad actual. Toreo a descifrar que es otra cosa, otra manera de ser, de reaccionar, de definir la eficacia del destiempo. Esa que es la improvisación, en ocasiones la estructura formal de las faenas. Ese destiempo que no se puede aprehender y es lo inefable, lo inasible, lo anterior al pase, que le da la magia y permite al torero expresar su interioridad.
Toros de la ganadería de Malpaso de variada presentación, difíciles y con su jiribilla. Salvó el honor de la ganadería el primer toro de Víctor Mora, que le permitió mostrar los detalles de su clase torera. Mató tres toros al salir conmocionado el novel Fermín Rivera con rumbo al hospital. El toro de Víctor resultó espléndido y le permitió dibujar tandas de muletazos en los que perdía el ritmo. En el mismo tenor se empleó con su segundo enemigo, complicado y con el que salió a jugársela al todo y nada. Un problema de los toreros de esta temporada, “poco toreados”, es que se les nota la desesperación por triunfar o irse a las listas de los que “pudieron ser”.