Desde otras ciudades
Bicitaxis en La Habana
Ampliar la imagen El peculiar transporte, en las calles de la capital cubana Gerardo Arreola Foto: Gerardo Arreola
La Habana. Cuando Dayron terminó su carrera técnica de constructor y reparador de vagones de ferrocarril, Cuba entraba en una profunda crisis. Era 1992 y no había trabajo, al menos para este mulato del oriente del país, que entonces decidió ganarse la vida matando puercos.
Las cosas mejoraron y logró convertirse en musicalizador de una radioemisora provincial, pero sus ingresos seguían siendo bajos. Vino a la capital y decidió manejar un bicitaxi, esos triciclos que tienen adaptado un asiento para dos pasajeros.
Los bicitaxis sólo circulan en los municipios de La Habana Vieja y Centro Habana, el casco antiguo de la ciudad. Los conductores deben tener licencia y pagar impuestos mensuales: 80 pesos ordinarios en la primera zona, 200 pesos en la segunda, que es más extensa.
Dayron dice que no hay problema para reunir el impuesto. A tres pesos el viaje ordinario, más tarifas pactadas en recorridos por tiempo, puede reunir más de 200 pesos por día. El problema son las refacciones del aparato, que hay que comprar en pesos convertibles (uno por 25 pesos ordinarios).
Otra dificultad, asegura el bicitaxista, es la policía, que actúa en forma “extremista” para aplicar los reglamentos y es pródiga en multas.
Para sortear el calor infernal del día, Dayron sólo trabaja por las tardes. El esfuerzo es agotador, pero algo rinde y esa es la mejor parte del negocio. La peor: que taladra la próstata.
Gerardo Arreola, corresponsal