Los geógrafos, el ejército estadunidense y el Procede
Si no fuera porque la ineficacia sistemática de los complejos de inteligencia mundiales es consustancial a las agencias de control gubernamentales, seríamos todos, sin importar raza, credo o afinidad política, social, cultural, sexual, musical, culinaria, catalogados de ajenos, extraños, extranjeros, no aptos, sospechosos, peligrosos, diferentes u otro cualquier término que signifique que no somos considerados iguales o “pares”, como dicen en los institutos de investigación científica, tan propensos a la exclusión y a formar y defender sectas. La propensión al control por parte de los gobiernos en complicidad con las empresas se extiende a más y más aspectos de la vida.
Según una nota de Sophia Maines, “Exploring the World Anew”, publicada en el Lawrence Journal World and News, en octubre de 2006, donde entrevista al profesor de la Universidad de Kansas Jerome Dobson, el profesor dice: “el enfoque de inteligencia clasificada que ha estado en boga desde 1947, ha fracasado. Hemos llegado a un gobierno que valora la información secreta, la información satelital y el conocimiento físico acerca de los sitios, pero es muy pobre en términos de cultura, política, relaciones humanas y relaciones con la tierra. Lo viejo ha fallado”. Dobson, dice Maines, “profesor de geografía y presidente de la American Geographical Society, la principal sociedad geográfica estadunidense, considera que Estados Unidos necesita otro modo de entender el mundo y por 125 millones de dólares, puede hacerlo”.
Entonces, el profesor propone las expediciones Bowman, que llevarán a geógrafos y otros académicos a rincones ignotos del planeta a revisar y monitorear todos los aspectos posibles que “informen al gobierno y al público de lo que es el mundo”.
Muy importante para el profesor es que la gente se dé cuenta de lo crucial de la geografía, una disciplina muy menospreciada y marginada.
El prototipo de investigación que propone Dobson ya está en curso en México, donde Dobson y Peter Herlihy, otro colega suyo de la Universidad, ya investigan los cambios en la tenencia de la tierra en áreas rurales de México. Esto, claro, cuenta con el financiamiento económico del Departamento de Defensa estadunidense a través de la Oficina de Estudios Militares Foráneos en Fort Leavenworth e involucra a investigadores en México, Kansas y Canadá.
Dice Sophia Maines: “los equipos están rastreando la transferencia de la propiedad, de las tierras comunales o ejidales a propiedad privada, un proceso legalizado por un cambio en la Constitución desde 1992. Herlihy considera que el Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Patios Urbanos conocido como Procede, ha ocasionado una revolución silenciosa”. Y textualmente dice Herlihy: “Diría que es el cambio en la tenencia de la tierra más significativo en cualquier país de América Latina desde la época colonial”.
Según el informe de Maines, los investigadores han estado viajando de la Huasteca a Oaxaca, le han enseñado cartografía a los residentes y utilizan su conocimiento “para desarrollar mapas del área. Están juntando información acerca de los tipos de tenencia de la tierra, aspectos demográficos y de quién vende y quién compra una parcela de tierra”.
Hasta ahora han compartido lo que juntan con los residentes, pero “Herlihy avizora otros usos de la información”. Y enfatiza que la información recabada en México puede servirle a los importadores (en especial a una organización “no lucrativa” SmartPort Inc. que pugna por convertir Kansas City en un puerto interno permitiendo que ingresen bienes extranjeros y pasen aduana ahí) para brindarles información de las áreas aledañas a las viejas rutas de ferrocarril en México y “otras muchas cosas que nos harán entender mejor el terreno cultural. No podemos predecir todos los usos de dicha información”. El propio Herlihy no deja de anotar algo muy sabido en México: “Mucha de la tierra ejidal era bosque, por lo que el destino de la tierra tiene implicaciones para la conservación ambiental. Los cambios pueden también afectar la migración”.
Lo extraño del caso es que en toda América Latina, en particular en México, viene funcionando una especie de geografía autogestionaria desde mucho antes que las expediciones Bowman, que no sólo “comparte la información con los residentes”, sino que compartirla, construirla y armar mapas de entendimiento regional en colectivo, es el punto central de este modo de entender la geografía. Como siempre, pero en este caso es algo muy claro, la diferencia fundamental es que mientras que los proyectos de geografía autogestionaria son trabajados por la gente, para la gente y proponen expresamente modos de entender y defenderse de los ataques y megaproyectos decididos sin su consentimiento que afectarán a toda la región, al país y más, las Expediciones Bowman (nombradas así en honor a otro exdirector de la American Geographical Society) están destinadas primordialmente a que el gobierno estadunidense y sus militares adquieran información de primera mano. Así lo pone Geoff Demarest, analista de la oficina de las Américas de la Oficina de Estudios Militares Foráneos de Fort Leveanworth: “En un mundo como el de hoy, debemos admitir que podría mejorar la base de conocimientos sobre la que ha estado tomando decisiones el gobierno”, tanto que además de la investigación en México ya planean una para las Antillas. Puesto así, la pregunta final es ¿qué busca el ejército estadunidense hurgando la privatización de la tierra en México?, algo en lo que el artículo de Maines, evade profundizar.
(RVH)
FIESTA DE SANTA CECILIA. TULTEPEC, EDO. DE MÉXICO. FOTO: JERÓNIMO PALOMARES