Bomba de tiempo en el Petén

Tampoco los mexicanos solemos voltear al Sur. Si lo hiciéramos con más frecuencia y atención, veríamos, entre otras cosas, que en la frontera México-Guatemala del Petén se ha activado una bomba de tiempo: bases fuertemente equipadas del narcotráfico, entrega de riquezas a las transnacionales del turismo, inestabilidad social y destrucción del macizo selvático más importante de América después del Amazonas.

Según el matutino guatemalteco Prensa Libre las autoridades guatemaltecas afirman que por Petén se da el principal trasiego de la droga vía aérea desde Cali y Medellín, Colombia, y desde Perú y Ecuador, aprovechando las condiciones geográficas de ese departamento”. El mismo periódico calcula en por lo menos 30 el número de pistas clandestinas en la región, en las que se han hallado abandonadas 45 aeronaves. Mark Wilkins, jefe del grupo militar de la Embajada de Estados Unidos en Guatemala, informó que en sólo una de estas pistas hay 31 aviones y avionetas quemados.

Más allá del equipamiento del narco petenero, Guatemala se ha convertido en otro escenario de las pugnas entre los cárteles mexicanos de la droga. El primer cártel mexicano que penetró en Guatemala fue el de Sinaloa, dirigido por el Chapo Guzmán, y que tuvo como aliado a Otto Herrera, detenido en Estados Unidos por narcotráfico. Sin embargo, es ahora el cártel del Golfo, a través de los Zetas, el que protagoniza estas pugnas. Como el enfrentamiento entre narcotraficantes ocurrido el pasado 25 de marzo en un balneario del este de Guatemala, en donde murieron 11 personas y la captura de varios miembros de esta banda entre los que destaca Daniel Pérez Rojas, alías “El Cachetes”, considerado como el segundo al mando en el grupo de sicarios, cuya extradición a México parece inminente.

El pasado 23 de abril el periódico Siglo xxi dio a conocer que el grupo de Los Zetas está reclutando a ex militares guatemaltecos en el Petén por medio de anuncios trasmitidos por una radio pirata (que no comunitaria). El periódico difundió que se buscaba sobre todo a “los que hayan recibido entrenamiento y técnica de kaibil”. Ya antes Carmen Aída Ibarra de la Fundación Myrna Mack, había declarado: “Los kaibiles siempre fueron una fuerza de élite que se encargaba de ejecutar masacres de acuerdo con los informes históricos, pero no había sino hasta ahora una clara confirmación de que estaban siendo cooptados por el narcotráfico”.

Fue precisamente en el Petén en donde la fuerza de los paramilitares se ha hecho patente. Durante el conflicto de 2002 entre el gobierno y los ex miembros de las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC), los paramilitares bloquearon las carreteras y aeropuertos de está zona.

Auténtica “tierra de nadie”, el Petén ha visto bloqueados incluso los intentos por privatizar la inmensa riqueza biológica y de aprovechar el potencial ecoturísticos. La carretera que debió abrir brecha a los inversionistas interesados en los destinos turísticos naturales y arqueológicos ha sido suspendida del lado guatemalteco a pesar de que fue inaugurada con bombo y platillo por los presidentes Vicente Fox y Oscar Berger.

Los escasos intentos por que las comunidades aprovechen la riqueza del Petén han quedado coartados por la conflictividad que acarrea el narcotráfico. Un ejemplo de esto es lo que ha pasado con la organización Trópico Verde, que intentó articular un trabajo con las comunidades de la extensísima Reserva de la Biosfera Maya. Sus coordinadores Carlos Albacete y Pilar Espinoza tuvieron que salir del país por los constantes atentados a ellos y a su organización por las denuncias contra el narcotráfico, que apuntaban a la colaboración de altos funcionarios de la policía guatemalteca.

 

Eugenio Bermejillo

 

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