Usted está aquí: lunes 20 de octubre de 2008 Opinión México-Cuba, normalización plausible

Editorial

México-Cuba, normalización plausible

La presencia en México del ministro cubano de relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque, culmina el proceso de normalización de las relaciones bilaterales entre México y la nación caribeña, gravemente alteradas durante el sexenio anterior por las torpezas diplomáticas del foxismo, la animadversión personal de alguno de sus altos funcionarios contra el régimen cubano y el empeño de la primera presidencia panista por usar para sus propios intereses partidistas los escándalos relacionados con el empresario Carlos Ahumada, quien en algún momento se fugó hacia la isla y fue capturado e interrogado en ella.

A los gobiernos de ambos países les ha tomado casi dos años rehacer el grave estropicio causado por Vicente Fox y su equipo –Jorge G. Castañeda, Luis Ernesto Derbez, Santiago Creel, principalmente– en un vínculo oficial particularmente sólido y fluido que había resistido, hasta entonces, los embates de la guerra fría y el abandono progresivo, por parte de México, de sus tradicionales principios diplomáticos de no intervención y de respeto a las soberanías y a la autodeterminación.

El punto más relevante en la agenda de la visita es la firma de un memorando sobre migración, documento en el que los dos países establecerán términos para propiciar un tránsito regular, seguro y ordenado de personas. Como es sabido, una importante proporción de los cubanos que intentan dejar su país lo hacen por territorio mexicano; algunos buscan permanecer en nuestro país, pero la mayoría tienen como propósito llegar a Estados Unidos.

Ese fenómeno ha dado lugar a episodios trágicos en las aguas que separan a la isla de la península de Yucatán y ha propiciado el surgimiento de mafias de traficantes de personas, así como abusos y prácticas corruptas por parte de servidores públicos, y resulta necesario y pertinente poner en sintonía las acciones de ambos gobiernos para garantizar la integridad física y el respeto a los derechos humanos de esos migrantes, así como para asegurar el cumplimiento de los marcos legales de cada parte.

Asimismo, el canciller cubano abordará con funcionarios del gobierno de Felipe Calderón diversos aspectos comerciales y de la cooperación educativa, cultural y educativa, y entregará una invitación para que el titular del Ejecutivo federal visite la nación caribeña en fecha próxima.

La recomposición de la relación bilateral se basa, en suma, en la solución pragmática de asuntos concretos que resultan de gran relevancia para las sociedades y las economías de ambos países, y es correcto que así sea.

Es difícil imaginar que los vínculos oficiales recuperen, a corto o mediano plazo, la intensidad y la cercanía que los caracterizaron en décadas pasadas, pero lo más importante es que entre los pueblos de México y Cuba nunca ha habido distancia o enfriamiento ni causa para ello.

Ante ese hecho, lo menos que podían hacer ambos gobiernos era recuperar los términos civilizados y amables de la relación bilateral oficial, y es lo que han hecho. Cabe felicitarse por ello.

 
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