Toros

■ Aun sin extranjeros continúa la buena racha de toreros mexicanos en la Plaza México

Triunfos de Humberto Flores, Federico Pizarro, Pepe López y Santa María de Xalpa

■ Los dos primeros cortaron oreja y al tercero, con apoyo del público, le indultaron un toro

Leonardo Páez

En la tercera corrida de la temporada en la monumental de Insurgentes, ante otra entrada que refleja la escasa capacidad de convocatoria de los espadas mexicanos, hicieron el paseíllo Humberto Flores, Federico Pizarro y Pepe López, quien confirmó su alternativa, para lidiar un encierro de Santa María de Xalpa –encaste español Parladé línea Domecq–, seis ejemplares disparejos de presentación pero de interesante juego, no obstante su sosería y debilidad.

Destacaron por su buen estilo antes que por su bravura, el cierraplaza Guillo, un negro bragado de finas hechuras y hermosa cabeza que a la postre fue indultado; Compañero, un jabonero discreto de pitones que abrió plaza, peleó en varas y se fue con las orejas al destazadero y, con menos cualidades pero desafiante toreabilidad, Potosino y Rebujito, lidiados en cuarto y quinto lugares. Todos los piqueros bombearon en el puyazo, en cambio, Gustavo Campos y Christian Sánchez fueron llamados a desmonterarse en el tercio luego de banderillear con señorío.

Pepe López, quien confirmaba su alternativa, se llevó el mejor lote y el gato al agua, pues si con su primero anduvo poco centrado y concentrado, su segundo, que se durmió en el peto y al que se le perdonó la vida, tuvo un lado derecho extraordinario. Pepe lo aprovechó en tandas hasta de cinco largos muletazos muy bien rematados. Tras jalonear visualmente con el juez evitó la suerte suprema, pero junto con los secretos de la lidia, el joven tendrá que aprender los secretos de saber decir desde su interior.

Humberto Flores anduvo como es su costumbre: pundonoroso y entregado, pero ahora sin que le luciera del todo. A su primero, manso, le hizo un ceñido quite por chicuelinas y una faena tesonera por el izquierdo, lo mató de una entera caída de efectos instantáneos y cortó la primera oreja. Con su segundo, Potosino, cuya bella pinta fue confundida con buen estilo, batalló en serio para estructurar la faena. Dejó otra entera y salió al tercio entre división de opiniones.

Federico Pizarro parece haber vuelto por sus fueros. A su primero, muy serio pero soso y débil, le recetó un riñonudo quite por gaoneras, inició con un cambiado en los medios y logró una inteligente faena, sacando un jugo increíble, con garbo y gusto. De pronto, un forzado de pecho de vuelta entera hizo que la plaza se viniera abajo, siguieron más detalles toreros, siempre entre los pitones, una estocada apenas desprendida y una merecida oreja. ¡Cómo le gusta a la gente Pizarro! Con su segundo, con un par de pitones pero que tampoco se empleó en varas, hubo verónicas y revolera, dos hermosas chicuelinas, detalles más que estructura, tres cuartos en buen sitio, descabello y palmas. Pero de que el hombre ha retomado el rumbo, qué duda cabe.

Por extrañas razones las autoridades capitalinas y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal no han sabido modificar la Ley de Espectáculos para permitir que en la ciudad de México alternen dos diestros extranjeros y un nacional en un mismo cartel.

En contraste y como reflejo del sindicalismo especulador al uso, en varias ciudades de los estados la Asociación Nacional de Matadores, que tanta lata dio dizque para defender los puestos de los coletas nacionales oponiéndose a que la citada ley fuese modificada, firmó un acuerdo con la empresa Espectáculos Taurinos de México (ETMSA) para que ofrezca carteles con dos extranjeros y un mexicano.

Luego entonces no es cuestión de taurinismo y menos de nacionalismo, sino de meras alianzas.