Cultura y arte a raudales
■ La fría noche no desanimó al auditorio
Oaxaca conquista el FIC en la voz de Susana Harp
Ampliar la imagen La Sanduga fue el pretexto perfecto para que Susana Harp luciera un traje de tehuana Foto: José Antonio López
Guanajuato, 19 de octubre. Acompañada de las bandas de Guanajuato y del estado de Campeche, invitado de honor de la edición 36 del Festival Internacional Cervantino, la cantante Susana Harp ofreció este viernes el concierto Nuestra tierra, con piezas tradicionales del istmo oaxaqueño.
El público que se congregó en la Alhóndiga de Granaditas disfrutó, a lo largo de 90 minutos, de auténticos himnos oaxaqueños, como La Llorona, Pinotepa, Naela y La Sandunga.
La participación de Harp en la fiesta cervantina comenzó con la pieza El feo, del compositor Demetrio López, le siguió una chilena poco conocida de Álvaro Carrillo, titulada Arenitas de mar, con arreglo de Óscar Martínez García.
La intérprete, quien desde hace varios años se dedica a rescatar y difundir la música tradicional de Oaxaca, cantó en zapoteco los temas La Juanita, Son biigu y Guendanababi.
También interpretó Cancioncitas, del oaxaqueño Tata Nacho, quien a la edad de 12 años –explicó Susana– se fue a vivir a otra ciudad y en sus composiciones plasmó la nostalgia de su tierra natal.
La gente no se animó a bailar las tradicionales chilenas por el frío, pero coreaba algunas de las canciones y se entusiasmaba al escuchar la voz de Susana Harp; algunos de los presentes se animaron a gritar ¡viva la banda! y a pedir alguna canción.
A la mitad del concierto, el director artístico general del fabuloso ensamble que formaron las bandas, Juan Manuel Arpero, presentó a los directores de las agrupaciones: Hugo Maldonado (Guanajuato), Manuel Santos (Campeche), Pedro Jiménez (León) y Gerardo Arpero (Guanajuato), mientras Harp se cambiaba de vestuario.
Para interpretar La Sandunga, Susana lució un bello traje típico del istmo oaxaqueño y explicó que los mexicanos desde 1853 adoptaron esta pieza, que llegó como un jaleo andaluz de dos estrofas, y que fue creciendo, ahora tiene alrededor de siete zapateados y más de 500 versos.
Susana Harp dedicó el son tradicional de La llorona, al escritor Andrés Henestrosa (1906-2008), quien escribió algunos versos para la pieza.
Tierra nuestra concluyó con la interpretación en zapoteco de Son biigu (La tortuga); Guendannabi (La última palabra), así como El amuleto y la canción de José Alfredo Jiménez, Un mundo raro.
El público ovacionó de pie a la cantante y pidió un tema más, Susana Harp dejó descansar un rato a los músicos y cantó a capela la canción de cuna Arrullo; enseguida interpretó Naela.
La primera parte del concierto, con las bandas de Guanajuato y Campeche, comenzó con las piezas Te quiero, dijiste, Cuando vuelva a tu lado, No hagas llorar a esa mujer, El sombrero ancho, Ventanita morada y Danzas originales.
Por otra parte, la Alhóndiga de Granaditas fue, la noche del sábado, escenario de un baluarte del jazz latino y líder de una de las bandas más populares e influyentes en el género, Poncho Sánchez, quien atribuye su éxito a que no persigue más que un objetivo: “que la gente sea feliz, que se sienta bien y baile con lo que hago”.