Desde el otro Lado
■ Los chivos expiatorios de la recesión
Octubre de 1987 marcó el inicio de una más de las recesiones periódicas en la economía estadunidense y, por extensión, de varias naciones en el mundo. Veinte años más tarde se empieza a gestar otra cuya culminación se vive en estos días.
Siempre se buscan culpables y chivos expiatorios. Entre los culpable favoritos, en un país que niega sus raíces, están los inmigrantes, en particular los indocumentados. Los años de las “esperanzas disminuidas” (como los llamó el Nobel Paul Krugman) tuvieron efectos que duraron hasta mediados los 90. Su culminación antinmigrante fue la propuesta 187 en California, cuya esencia era negarles servicios públicos, tales como atención médica y servicios educativos. La propuesta ganó en un referendo, pero nunca se aplicó por su carácter abiertamente violatorio de la Constitución de EU. En esta ocasión está demostrado que los especuladores son los responsables de la recesión, además de la falta de control por parte del gobierno. Sin embargo, se escuchan voces que apuntan a los inmigrantes como factor de la crisis por los altos niveles de desempleo y el déficit fiscal en varios estados.
A diferencia de 1987, en esta ocasión no ha habido necesidad de reditar una propuesta como la 187. Como producto del clima antinmigrante fomentado en los últimos años, en diversos estados, ciudades y pueblos se han dictado leyes cuyo propósito es negar servicios a los indocumentados y hasta encarcelarlos y deportarlos en masa. Es evidente que la conjunción de un clima antinmigrante y la recesión económica gravitarán siempre en contra de los inmigrantes. Por esa razón el tema migratorio ha desaparecido de los discursos de los candidatos a la presidencia. Ambos candidatos se han manifestado por una reforma migratoria que resuelva el problema y que incluya la regularización de los indocumentados. Por razones electorales ambos han matizado esa posición, particularmente McCain.
Observándolo fríamente, tal vez no esté del todo mal que el tema haya pasado a segundo término. De esta forma los candidatos han evitado usar a los inmigrantes como tema para reafirmarse con el electorado más conservador, como sucedió en las elecciones primarias. Con ello se ha evitado también que la retórica antinmigrante contamine una campaña de por sí complicada.