■ Listas para secundar en las calles las protestas de legisladores del Frente Amplio Progresista
Ni el frío evitó que las adelitas acudieran a refrendar su lucha en defensa del petróleo
Ampliar la imagen Ayer, en el Monumento a la Revolución, cientos de mujeres respondieron al llamado de Andrés Manuel López Obrador en defensa del petróleo Foto: Víctor Camacho
Mañana, en punto de las 11 de la mañana, miles de adelitas defensoras de la industria petrolera nacional se concentrarán en el Hemiciclo a Juárez, a unas cuadras del Senado, para iniciar una nueva etapa de la resistencia civil pacífica, si las circunstancias así lo demandan.
A ello se comprometieron ayer cuando bajo la mole del Monumento a la Revolución, a unos metros de la tumba del general Lázaro Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador les preguntó: “¿Están de acuerdo y preparadas para entrar en acción, con todo lo que implica este sacrificio, en bien del pueblo y de la patria?”
Y gritando y saltando, con el puño en alto, agitando sus banderas, sus estandartes, sus cachuchas, mujeres de todas las edades, integrantes de 22 brigadas que llevan trabajando juntas desde marzo, preparándose para este momento histórico, respondieron a coro con un largo y vibrante “sí”.
Eran la viva representación de lo que Laura Itzel Castillo describió en su discurso como “el entusiasmo y la alegría de vivir del pueblo, que surge en respuesta a la política de odio de la derecha”.
A ellas, a las adelitas que de tal suerte proclamaban ayer sus convicciones de lucha en la plaza, muy probablemente les tocará en suerte el paquete de secundar, en las calles, las protestas que los senadores y diputados del Frente Amplio Progresista realizarán en las cámaras, en lo que llegan a la ciudad de México las organizaciones adscritas al Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo que viven en el interior del país.
Porque así es como, en el pizarrón al menos, quedó trazado el esquema del juego que planea conducir el “presidente legítimo de México”: habrá de nuevo toma de tribunas, cercos en torno del Senado y –esto sería lo novedoso– con el apoyo de militantes de otras entidades federativas, si los senadores del PRI y del PAN se ponen de acuerdo para consumar la privatización de Petróleos Mexicanos (Pemex) en cualquiera de los siguientes seis supuestos:
Para dividir a Pemex en nuevas “empresas filiales”, que agudizarían la desintegración de la industria y facilitarían que, a la larga o a la corta, ésta pasara a manos de intereses privados.
Para crear la figura de los “contratos riesgo”, que prevé recompensar a los particulares con porcentajes calculados a partir de lo que extraigan del subsuelo.
Para establecer un nuevo régimen administrativo que permita la asignación de proyectos sin que éstos sean sometidos a concurso público, como ordena la ley, lo que a juicio del FAP atizaría la corrupción existente dentro de la empresa.
Para asignar a firmas o consorcios privados, nacionales o extranjeros, bloques o áreas del territorio o los mares de México dentro de los cuales puedan explorar o explotar a discreción pozos petroleros.
Para que Pemex adquiera “fianzas o seguros” que protejan a su director o a los miembros de su consejo de administración contra los daños que pudieran ocasionarle a la paraestatal o al país.
O, si por último, los legisladores aceptan que ante eventuales diferendos con empresas extranjeras Pemex se someta a tribunales internacionales, porque con ello se perdería aún más soberanía nacional.
Imágenes de 2004
Soplaba un vientecito helado a las 10 de la mañana cuando Claudia Sheinbaum y Javier González Garza pasaron bajo los arcos de piedra del Monumento a la Revolución, seguidos por periodistas medio dormidos que no hacían preguntas y empleados del “gobierno legítimo” que tiritaban de frío.
Había un cielo gris, con esporádicos agujeros azules hacia el poniente, y una música de jaranas y sones jarochos que estremecía las torres de sonido colgadas ante las tumbas de Lázaro Cárdenas y Plutarco Elías Calles, enemigos irreconciliables en la política, a quienes la historia volvió a reunir en la fecha de sus respectivos fallecimientos –ambos murieron un 19 de octubre–, así como en el lugar donde fueron depositados para siempre sus restos.
Entre los organizadores del mitin había cierta prisa, no disimulada, para lograr que el sitio estuviera despejado a las 12, hora en que los familiares del general Cárdenas tenían previsto llegar a rendirle homenaje como todos los años. Sin embargo, como no podía ser de otra manera, López Obrador también exaltó su memoria, y lo mismo hicieron las adelitas al comprometerse a defender la industria petrolera nacional.
Eran casi las 11 cuando Claudia Sheinbaum anunció que López Obrador estaba entrando en la plaza. Éste bajó de un automóvil blanco, vestido de suéter y pantalón verdes, y recorrió el camino hacia el templete muy despacio, dándose tiempo de saludar a las mujeres que lo abrazaban, entre gritos y apretones, con un coro de fondo que lo llamaba, una vez más, “¡pre-si-den-te, pre-si-den-te!”
Al término del acto, poco después de las 12:15, muchas de esas mujeres lo acompañarían hasta su vehículo e incluso correrían detrás de éste, como en los tiempos en que el tabasqueño era jefe de Gobierno del Distrito Federal o candidato a la Presidencia. Algunas de ellas habían llorado incluso cuando en su discurso exigió que se congelen los precios de todos los alimentos, la gasolina, las medicinas y el transporte, y que en esta ocasión se rescate a los pobres, como primera medida frente a la crisis económica que ha devaluado el peso y encarecido todo.
Hoy por la tarde, López Obrador presidirá otro mitin en el Monumento a la Revolución con las brigadas mixtas de defensores del petróleo, entre cuyos integrantes anoche había gran expectación por saber si también les asignará de antemano un papel específico en vísperas de la jornada legislativa de manaña.