■ Ya no hay rasgos privatizadores de Pemex, dice Graco Ramírez
“Sin vencedores”: Camarillo
Ampliar la imagen Francisco Labastida, Graco Ramírez y Rubén Camarillo, a su llegada al recinto senatorial de Xicoténcatl Foto: Marco Peláez
Que quede claro, “no habrá vencedores ni vencidos”, exclamó el senador del PAN Rubén Camarillo, al dar a conocer que tanto su fracción como la del PRI aceptaron las propuestas finales del Frente Amplio Progresista (FAP) en torno a los puntos más controvertidos de la reforma energética.
A su vez, el senador perredista Graco Ramírez sostuvo que después de lo negociado ayer “ya no existen los rasgos privatizadores” para Pemex que contenía el proyecto de Felipe Calderón.
El presidente de la Comisión de Energía, Francisco Labastida, explicó que todos los partidos construyen una solución conjunta para la empresa más importante de América Latina.
Impulsor de las iniciativas presidenciales desde abril pasado, en que Felipe Calderón las hizo llegar al Senado, ayer Camarillo dijo que hace tiempo perdió “la cuenta de qué porcentaje de los dictámenes aprobados proviene de la propuesta del Ejecutivo, del PRI o del FAP. El también secretario de la Comisión de Energía reconoció que al principio la negociación fue exclusivamente entre PAN y PRI, pero en el último tramo se dio en conjunto con el Frente Amplio, cuyas propuestas en torno a las leyes fundamentales que regulan a Pemex fueron aceptadas por los panistas.
Eso sí, aclaró, “no es una graciosa concesión” del PAN al PRD, “o a la corriente que representa; les puedo decir categóricamente que ha sido producto del convencimiento propio, de que al aceptar esas propuestas estamos haciendo el bien para México”.
Durante una conferencia de prensa conjunta con Graco Ramírez y Labastida, el legislador del blanquiazul insistió: “Lo quiero dejar bien claro: no ha habido concesiones, ha sido real convencimiento el aceptar algunas de las propuestas que ha hecho el PRD”.
El legislador, quien defendió siempre la reforma privatizadora de Pemex –y argumentó incluso que el propio Lázaro Cárdenas abrió la posibilidad del capital privado en la paraestatal, luego de la expropiación petrolera–, ayer sostuvo que fue “extraordinariamente fácil” que a los senadores panistas los convenzan de cosas, de situaciones, de propuestas “en beneficio del país. No ha batallado para nada el senador Graco Ramírez, fuimos facilitos de convencer”.
El triunfo “será para todos, insisto, no habrá vencedores ni vencidos, no es quién pudo más ni ver quién se impuso sobre los demás”.
Por su parte, Graco Ramírez dijo que los legisladores del FAP defendieron siempre que no se privatizara Pemex y lo han logrado, ya que de la iniciativa presentada por Calderón “poco queda”.
Interrogado en torno a la postura de Andrés Manuel López Obrador, dijo que el tabasqueño “tiene derecho de estar preocupado y también en alerta, ya que es una causa que él siempre ha defendido”. Por ello, agregó, es inobjetable que piense en mantener el movimiento en defensa del petróleo, mientras no esté concluida la negociación en el Senado. Lo que hay que resaltar, dijo, es que los dictámenes aprobados y los que se podrían votar este lunes en comisiones no tienen ningún elemento que permita privatizar Pemex.
Labastida, en tanto, señaló que pensar en rasgos privatizadores “son temores infundados”, y resaltó el consenso al que se ha llegado en las comisiones dictaminadoras.
De acuerdo con versiones de senadores de PRD y PAN, el rumbo de la reforma energética cambió 180 grados a partir del pasado día 7, en que Calderón asistió al Senado a la sesión en que se entregó la medalla Belisario Domínguez al periodista Miguel Angel Granados Chapa. Aunque el coordinador perredista, Carlos Navarrete, no ha querido revelar cómo fue el acercamiento, a partir de ese día el PRD comenzó a negociar con el gobierno federal, a través del panista Gustavo Madero, en torno a siete puntos básicos de la reforma de Petróleos Mexicanos, entre ellos no permitir que empresas privadas se hagan cargo de la refinación del petróleo ni de su transporte y distribución.
Tres de esos puntos fueron concedidos y el propio Calderón los anunció días antes dentro de su programa anticrisis financiera: la construcción de una refinería, cancelar el esquema de Pidiregas y quitar el déficit primario, a fin de que Pemex pueda mantener parte de sus utilidades y dedicarlas a la inversión.