■ Inauguran exposición en el centro cultural que lleva el nombre del artista

Muestran aguafuertes de Vlady para reivindicar “la profundidad” de ese arte

■ “Rembrandt fue su máximo referente en esa técnica”, expresa uno de los curadores

Merry MacMasters

Si había que pintar los murales al fresco, los lienzos al temple o al óleo, para Vlady (1920-2005) se necesitaba trabajar la estampa al aguafuerte.

Así lo sostiene Mariano Grimaldo, cocurador de Aguafuertes de Vlady, exposición de medio centenar de piezas abierta en el Centro Vlady (Goya 63, colonia Insurgentes Mixcoac), con la que el espacio de documentación y experimentación museográfica perteneciente a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México inicia un nuevo ciclo.

Aunque la mayoría de la obra pertenece al acervo que el Centro Vlady, recibió en comodato de la viuda del artista, Isabel Díaz Fabela, también se incluye un grabado de Rembrandt, proveniente de una colección particular, porque éste fue el “máximo referente” para Vlady dentro del aguafuerte.

Énfasis en el erotismo

Dividida en dos partes, la primera sala es de índole didáctica, con obra distinta, como autorretrato, paisaje, figura humana y pruebas de autor. Se trata de que el visitante entienda cómo funciona la estampa del aguafuerte, expresa Grimaldo. Presentes están los elementos con que se hace un grabado, inclusive, una placa que ilustra el proceso, junto a la estampa.

El entrevistado reconoce que la gráfica hoy día “no es una técnica muy valorada, ya que se considera que al hacer reproducciones éstas carecen de la importancia de las piezas originales como pinturas y demás.

“Con esta exposición pretendemos ilustrar que justamente la estampa, y al menos el aguafuerte, es un trabajo muy serio y profundo, que tiene el mismo valor.”

Una segunda sala está dedicada al aguafuerte erótico de Vladimir Kibalchich Russakov, mejor conocido como Vlady, un tema que le importaba mucho.

Al respecto, Grimaldo explica: “Es una veta que Vlady practicó muchísimo en murales, lienzos y grabados. En 1968 –hasta donde entiendo– se hizo la primera exposición de arte erótico, con obra de Vlady, en el Instituto Francés de América Latina. Después, la Galería Arvil hizo un libro con un texto de Salvador Elizondo”.

Vlady siempre trabajó la figura humana, con énfasis en el tema del erotismo. Para Grimaldo, quien estuvo cerca del artista en sus últimos años, “debido a su condición de hijo de revolucionarios, toda la tradición intelectual europea que vivió y cultivó ya en México, de alguna manera en sus formatos monumentales –la Biblioteca Lerdo de Tejada, por ejemplo–, la figura humana sí aparece, pero no es específicamente erótica, aunque tenga rasgos de ello”.

Para el entrevistado, Vlady es uno de los pocos artistas que no cae en la vulgaridad: “No es tan fácil encontrar arte erótico que no sea otra cosa”.

–¿Qué papel jugó el aguafuerte en la producción de Vlady?

–Vlady estudió litografía en París cuando tenía 18, 20 años. Cuando aprendió las técnicas renacentistas, con la pretensión de hacer pintura no sólo perenne, sino profunda, con colores atmosféricos, descubrió que en la dimensión mural había que pintar al fresco, los lienzos al temple o al óleo, y en la estampa trabajar al aguafuerte. Eso, porque las tres son complementarias y ofrecen la posibilidad de producir y proyectar atmósferas.

A partir del 23 de octubre se desarrollará un ciclo de conferencias con el tema de los impresores de Vlady, con la participación de Enrique Cattaneo, Emilio Payán y Carlos Díaz.