Dándole una manita a la invisible acatarradita
¿Cuál es la naturaleza de la crisis?, se pregunta Paul Krugman y responde: El estallido de la burbuja inmobiliaria ha provocado grandes pérdidas para todos los que compraron activos basados en el pago de hipotecas; esas pérdidas han dejado a muchas instituciones financieras con demasiada deuda y muy poco capital para proporcionar el crédito que la economía necesita; las instituciones financieras con problemas han tratado de pagar sus deudas y aumentar su capital mediante la venta de activos, pero ésto ha arrastrado el valor de los activos y reducido su capital todavía más.(El Universal, 16 de octubre 2008).
Hoy hay pocas dudas sobre una larga recesión en la cual se encuentra Estados Unidos y el mundo. Se discute en cambio, el efecto inmediato de los diversos paquetes de rescate. Muchos analistas y economistas expresaron dudas respecto del éxito y sobre todo acerca de la justicia de un paquete que rescata justo a aquellos que debido a su comportamiento irresponsable contribuyeron a generar esta crisis.
Tanto Martin Wolff del Financial Times o el profesor Luigi Zingales, de la Universidad de Chicago, o Joseph Stiglitz cuestionan severamente la decisión de, en cierto sentido premiar a los culpables de la crisis.Al final y con todas las oraciones jaculatorias y persignadas de los fundamentalistas del mercado tanto el gobierno conservador de Bush o el laborista de Gordon Brown han avanzado hacia nacionalizaciones parciales de su sistema financiero.
Las medidas planteadas por el presidente Calderón para enfrentar los efectos de la crisis mundial tienen que ser evaluadas en el marco de la trayectoria económica de México en los últimos años. El estancamiento que ya traía el país desde hace 13 años sólo recrudece los efectos de la recesión estadunidense. Por esto al analizar las medidas debe tomarse en cuenta que partimos de un nivel ya muy alto de deterioro económico y social. Las medidas aunque correctas no son suficientes sobre todo porque sus efectos son de mediano y largo plazos, aunque enfatizar en el mercado interno es de suyo muy relevante.
Se requiere además un paquete de medidas de corto plazo que sobre todo generen empleo e ingreso para la mayor parte de la población. Deben por ejemplo sumarse todos los programas de transferencias directas tipo Oportunidades y Procampo para establecer las bases de una política de ingreso básico ciudadano.
Así como se requiere inyectar liquidez a los sistemas financieros se requiere en México, que tiene una débil bancarización y una profunda crisis de confianza en las instituciones incluyendo las financieras, inyectar de liquidez directamente a las economías familiares. Reconociendo el enorme peso del sector informal de la economía sobre la dinámica global debe además orientarse mucho del apoyo técnico de distintas instancias gubernamentales a la consolidación de circuitos locales y regionales de intercambio y desarrollo productivo, como los que existen ya diseminados por todo el territorio nacional, en la pequeña producción campesina de autoconsumo o en las redes de comercio informal y venta de productos directamente a consumidores de bajos ingresos.
Estos circuitos, que son extraordinariamente dinámicos en momentos de crisis económicas agudas porque están menos integrados a los flujos clásicos de los mercados, son, al mismo tiempo, un importantísimo colchón amortiguador de conflictos sociales.
Por sobre todas las cosas se requiere un cambio drástico del marco conceptual con el cual se elaboraron las políticas públicas de los pasados 25 años, que sea congruente con los cambios drásticos de la realidad. Rechazar el paradigma que los mercados se auto-corrigen, y reconocer que necesitan ser regulados en parte por la competencia, en parte por una fiscalización social, pero en gran parte por las intervenciones del Estado. De lo que se trata no es de cantar exequias al capitalismo tout court sino de darle una manita a la invisible.