“Apariencia superior europea”
En la página de Hummer (hummer.com.mx), el vehículo H3 2008 se presenta en versiones de lujo y superlujo, y los precios van de 37 mil 290 dólares (Luxury) a 43 mil 390 (Adventure Alpha): entre 487 mil 660 pesos a 567 mil 433, según el convertidor de divisas Oanda, a las 11 de la noche del domingo 12 de octubre. Los modelos 2009 son un poquito más caros, pero tanto éstos como los del año en curso se ofrecen con “un año de seguro gratis o mil 500 dólares de descuento”, y en planes de adquisición con 35 por ciento de enganche y el resto a pagar en 18 mensualidades sin intereses. Estos términos de oferta han de ser importantes para convencer a alguien que invierta el equivalente a dos departamentos de interés social, o bien 29 años de salario mínimo, en un coche más tosco que la novia de Frankenstein y más ostentoso que un cepillo de dientes decorado con esmeraldas.
Ultimadamente, cada quien sabe lo que hace con su dinero, y se supone que Felipe Calderón y Agustín Carstens tendrían que saber lo que hacen con el dinero de todos, que es de donde salieron 59 regalitos de ésos, entregados por Elba Esther Gordillo a otros tantos dirigentes seccionales del sindicato del que es algo así como propietaria para que le obedezcan y cierren el pico: poco más de 30 millones de pesos de obediencia y silencio. Qué detalle.
¿Cuántos Hummer H3 Luxury o Adventure Alpha podrán comprarse con los 8 mil millones de pesos que la cúpula sindical está exigiendo? La respuesta es: 16 mil 400, si se trata del modelo menos lujoso, y 14 mil 100, si se opta por el más caro. ¿Será ése el destino de los fondos demandados? No lo descarten: tal vez sea plan con maña, y los obsequios de Gordillo con cargo al erario sean una medida secreta –y genial– ideada por su aliado Calderón para reactivar la economía: porque si así fuera, ¿no ameritaría tal adquisición el establecimiento de una nueva planta de ensamblado en alguna ciudad del país? ¿A cuántos obreros les daría trabajo? ¿Cuántas señoras podrían vender tortas y quesadillas en la puerta de la fábrica? ¿Cuántos nuevos talleres especializados abrirían sus puertas, cuántos tapiceros hallarían chamba (los asientos del H3 son de piel, y “terminados con doble puntada ‘francesa’, detalle que acentúa la apariencia superior europea”), qué número de vulcanizadoras se requeriría para atender las ponchaduras de esas llantotas? ¿Cuántas plazas de acomodadores y franeleros podrían crearse con tal cantidad de estos armatostes, que necesitan un espacio de media cuadra para estacionarse? ¿Cuántos chavitos famélicos podrían salir de la pobreza extrema lavando los parabrisas de las flamantes camionetas? ¿Qué monto de impuestos (IVA e ISAN) recaudaría el gobierno al venderse a sí mismo, o casi, una cantidad semejante de esas tanquetas en versión civil? ¿Cuánto podría cobrar a las aseguradoras por concepto de ISR?
Los resentidos (es que ellos no pueden comprarse un Hummer H3), los que sólo ven lo malo, los que son un peligro para México, dirán que en realidad esos 59 vehículos son parte del pago por los votos que en 2006 la lideresa magisterial le consiguió, haiga sido como haiga sido, a Calderón; sin embargo, sería incorrecto concluir que cada uno de los 59 H3 equivale a 4 mil 134 sufragios, lo que totalizaría los 243 mil 834 (0.56 por ciento) que, según Ifelandia, le dieron el triunfo al panista. En realidad, al erario esas boletas le están saliendo mucho más caras, porque al costo de los Hummers ha de agregarse las percepciones de los operadores y parientes de Gordillo Morales (Yunes Linares, González Sánchez, Yánez Herrera, etcétera) incrustados en el gobierno, los cientos de millones de pesos regalados por Calderón y Carstens a la cúpula sindical para que haga lo que quiera y, “no tiene precio”, la Alianza para la Calidad de la Educación, ACE, que ha servido hasta para acusar de corruptos a quienes llevan décadas luchando contra la corrupción en el gremio magisterial.
Y así estamos: el país avanza por una espiral de violencia a secas en la que se multiplican los ajusticiados y por otra espiral de violencia económica que hace proliferar desempleados y nuevos pobres extremos; mientras tanto, el grupo gobernante obsequia camionetas de lujo a los sumisos para que transporten sus nalgas magisteriales en asientos de piel con “apariencia superior europea” y obliga a los rebeldes (La Jornada, 12/10/08) a caminar sobre brasas y vidrios.