Usted está aquí: martes 14 de octubre de 2008 Política Violencia, motor de conductas extremas

Violencia, motor de conductas extremas

Gabriel Zaragoza León

En situaciones críticas de “violencia e ingobernabilidad”, como la que vive el país, el miedo a la delincuencia y en general a la inseguridad produce que la ciudadanía se olvide de conductas éticas; de ahí que en momentos de crisis se acepten posturas extremas como la pena de muerte, la prisión perpetua, la presencia de fuerzas militares en tareas policiacas y hasta permite que se reproduzcan esquemas como el Plan Colombia, advirtió René Jiménez, especialista en temas de seguridad.

En un análisis sobre violencia e ingobernabilidad, el coordinador de la Unidad de Análisis sobre Violencia Social del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) destaca que la situación actual se torna óptima para el cinismo, el consumismo frenético, la corrupción, la impunidad y la transgresión a la vida social, “de la mano de las grandes utilidades del comercio ilegal y legal del crimen organizado nacional e internacional.

“La ecuación miedo-cinismo-corrupción e impunidad funciona en un Estado que no se ha responsabilizado por la seguridad de sus ciudadanos, que no es capaz de dejar atrás el servilismo, el disimulo y el conformismo para constituirse alrededor del progreso. (Se constituye en) un Estado que precisamente no cumple con generar gobernabilidad y con proporcionar seguridad, que son dos de sus más altas responsabilidades”, refiere.

El cinismo –explica– es una forma de vivir, de pensar y de expresarse, por lo que los “cínicos consideran que su forma de vivir es parte fundamental de su razón de ser y de pensar”.

Puntualiza que la seguridad es parte integrante del camino a la democracia que aspira el país, por lo que “un gobierno responsable es aquel que contempla las acciones de seguridad como políticas de Estado” y se legitima con la confianza que le conceden en el tema sus gobernados.

Sin embargo, señala, en México la desconfianza ciudadana hacia sus autoridades es resultado de la acumulación histórica de las desigualdades sociales, determinadas en parte por la inequidad social. Advierte que en los momentos actuales la delincuencia es cada vez más violenta y crea un clima de incertidumbre y de desconfianza ciudadana.

 
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