Astillero
■ ¿Quiénes y cuánto?
■ Empresarios especuladores
■ El petróleo, recta final
Ampliar la imagen Sesión en el IFE. El presidente consejero del Instituto Federal Electoral, Leonardo Valdés Zurita, durante la sesión del Consejo General en la que se multó a 80 agrupaciones políticas nacionales por diversas irregularidades Foto: Carlos Ramos Mamahua
El rotundo secretario Carstens informó el domingo que ya nos volvieron a saquear. Sin la teatralidad de José López Portillo, el actual encargado de la Hacienda pública hizo saber que un grupo de empresarios realizó en días pasados “operaciones especulativas para tener utilidades” que llevaron al peso a devaluarse frente al dólar y al Estado mexicano a deshacerse de miles de millones de dólares de sus reservas. Carstens habló del tema en Washington, luego de participar en reuniones del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. El alto (y ancho) funcionario quiso así demostrar que el fondo del quebranto nacional reciente no se debió a razones estructurales o errores gubernamentales de estrategia, sino al actuar ventajoso de empresarios que decidieron “especular” desde ciertos posicionamientos irregulares que “se están investigando” pero de los cuales el secretario no quiso dar más que vagos indicios.
Es probable que las palabras de Carstens hayan significado mucho más de lo que el emisor hubiese pretendido. Para empezar, dio a la actividad especulativa un matiz colindante con lo delincuencial, pues según sus dichos se habrían producido acciones dañinas para la economía nacional a partir de encubrimientos y operaciones que aparentemente no habrían sido notificadas adecuada y oportunamente a la Bolsa Mexicana de Valores ni realizadas adecuadamente en los bancos participantes. Sin embargo, la autoridad hacendaria sólo pretende verificaciones procesales y, si acaso, mejor vigilancia: “nos vamos a cerciorar de que todos los procedimientos, todas las reglas que se debieron haber seguido, se siguieron”, explicó el funcionario mencionado. De allí podría provenir el ser “sobre todo más enérgico en exigir que se cumplan las reglas de transparencia y de reporte por parte de los bancos y de las empresas listas (en la bolsa)”, según nota firmada por Roberto González Amador en La Jornada.
Más allá de lo que finalmente suceda en términos jurídicos en esta escaramuza de especulaciones (¿de qué se puede acusar a quienes compran o venden libremente divisas extranjeras en un mercado cambiario sin control oficial, en el que se ha establecido la flotación como premisa?), la denuncia del secretario Carstens confirma que los grandes capitalistas del país son a la vez los grandes beneficiados de estas crisis económicas que, así, concentran más la riqueza y expanden más la pobreza. De un zarpazo, los principales empresarios se han hecho de una buena porción de la riqueza nacional expresada en las reservas monetarias que han sido lanzadas a las fauces especulativas, mediante subastas de dólares, con la esperanza de frenar el ataque concertado contra el peso mexicano. Por ello, aun cuando jurídicamente poco pudiera hacerse contra quienes fraguaron esas maniobras especulativas, el secretario Carstens está obligado a difundir los nombres de las empresas que participaron en esas operaciones “con instrumentos derivados” y el monto de los movimientos que realizaron. En caso de que la administración calderonista pretenda guardar en sus archivos esos datos del más alto interés público, se alentarán nuevamente las especulaciones ciudadanas (no bancarias ni cambiarias, sólo verbales) respecto a los compromisos que existen entre empresas cobradoras de intereses políticos y electorales y el gobierno de facto que impusieron. El propio ocupante de Los Pinos quedaría moralmente inhabilitado para seguir exhortando a los mexicanos a tener valor cívico para denunciar evidencias delictivas si él, por sí mismo o por conducto de su declarante secretario de Hacienda, no es capaz de presentar públicamente los datos de esas operaciones que causaron daño a la riqueza nacional y no intenta formas de castigo para los responsables de ellas.
Astillas
La maquinaria legislativa ha entrado en el tramo de las definiciones obligadas. Los priístas han hecho cambios que favorecen al sindicato petrolero (donante electoral en el futuro inmediato, como lo ha sido en campañas anteriores, en favor del partido tricolor) y a empresarios “amigos” que tendrán puertas abiertas, aduanas en realidad, para negocios en Pemex. Los panistas creen que la privatización no fue tan amplia como hubieran querido pero, con lo que se prefigura, les parece suficiente, sobre todo en razón de los grupos empresariales del sexenio (Bucareli SA, entre otros) que podrán darse por servidos por largo tiempo (décadas, suponen). Y la fracción chuchista del perredismo está a las caiditas, con el discurso de la defensa del petróleo por encima y los negocitos reales por debajo de la mesa. Ante ese panorama, en el que los legisladores federales han “amarrado” la definición de los ingresos esperados el año entrante a la suerte de la reforma petrolera, Andrés Manuel López Obrador ha convocado con carácter de urgente a una reunión este miércoles, a las cinco de la tarde, en el Hemiciclo a Juárez, para informar y tomar decisiones… Ante el escándalo desatado por los regalos motorizados que había hecho a sus gerentes regionales, la profesora HummEsther Gordillo inventó a la carrera un pretexto risible: las aparatosas camionetas habían sido llevadas hasta el lugar donde sesionaban en congreso nacional los dirigentes seccionales del SNTE, con logotipos impresos de esta organización sindical y listas para que los lidercillos se montaran en ellas, pero… porque las iban a rifar más delante, con la piadosa intención de juntar fondos pa- ra mejorar las condiciones materiales de alguna que otra escuelita por allí. El cinismo nada flaquillo reaccionó así porque en todo el país fue ampliamente reprobado el regalo que es toda una confesión de fanfarro-nería sindical, control ma-fioso de la jefa sobre los capos seccionales y manejo de fondos colectivos para beneficio particular. Entrevistada sobre el tema, la profesora todo terreno dijo que sus muchachitos merecían esas camionetas y más, pues normalmente tienen que hacer visitas a zonas de difícil acceso y exponiéndose a la inseguridad pública reinante. Si por ella fuera, dijo, les pondría camionetas blindadas… ¡hasta mañana!