Usted está aquí: domingo 12 de octubre de 2008 Economía Precios del petróleo y problemas económicos

José Antonio Rojas Nieto
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Precios del petróleo y problemas económicos

Este viernes el precio internacional del crudo marcador –West Texas Intermediate (WTI)– cayó cerca de nueve dólares. A ese día acumuló un descenso de 68 dólares por barril respecto de la cotización más alta de éste y muchos años: 145.29 dólares, del 3 de julio pasado. En cuanto al gas natural –Henry Hub (HH)– el descenso acumulado, también respecto a ese día, es de siete dólares por millón de unidad térmica británica (MMBtu, por sus siglas en inglés). Y –para sólo dar otro ejemplo de lo que ya podemos caracterizar como derrumbe de precios– en el caso del carbón que se entrega en Rótterdam, el descenso acumula 85 dólares por tonelada métrica. Se trata, pues, de descensos de 47 por ciento en el caso del crudo, 52 por ciento en el caso del gas natural y 39 por ciento en el caso del carbón.

Así, durante casi tres meses y frente a la crisis financiera de Estados Unidos y de los grandes consumidores de energía del mundo, se ha desinflado la espiral especulativa de precios de combustibles y energía. En mi opinión esa espiral fue acelerada desde mediados de 2007 y permitió “premios especulativos” un poco mayores al nivel acumulado de descensos que se muestra hoy en cada combustible.

Sí, un poco mayores, lo que quiere decir que todavía pueden bajar un poco más los precios. Pero sólo un poco, porque aun a pesar de la recesión económica en la que se ha ingresado, el mundo seguirá requiriendo un volumen próximo a los 87 millones de barriles al día de crudo, casi 300 mil millones de pies cúbicos de gas natural al día y poco menos de 20 millones de toneladas diarias de carbón. No obstante, no podemos ignorar el severo retraimiento de la demanda estadunidense y mundial de petróleo.

El nivel del consumo de septiembre representa una caída superior a los 2 millones de barriles diarios (2.2) en relación con el consumo del mismo mes en 2007. Es, además, el consumo estadunidense más bajo de los últimos seis años, sólo superado por algunas semanas de 2001, cuando sobrevino la retracción económica estadunidense que representó 16 meses de tasas anuales negativas en el producto industrial mensual y 24 meses de tasas anuales negativas en cuanto a la capacidad industrial instalada utilizada. A nivel de los países industrializados (51 por ciento del consumo) el descenso actual es del orden del millón y medio de barriles al día, y en términos anuales de casi un millón 250 mil barriles. Esto tiende a debilitar los precios, como también el ánimo especulativo por parte de los tenedores de futuros del crudo por desprenderse de ellos, a un nivel más alto que el que pudiera darse con el correr del tiempo.

En este contexto nos viene un futuro próximo fuertemente influenciado por los derroteros que tome la crisis financiera de nuestros vecinos del norte y del mundo mismo. No olvidemos que a pesar de que sólo cuentan con 5 por ciento de la población mundial, aportan 30 de la producción industrial global y poco más de 20 por ciento del valor agregado total. Además, reciben la tercera parte de las exportaciones de China. Y por su creciente déficit comercial, concentran mucho más de la mitad del crédito mundial, hoy dependiente de tres grupos de contribuyentes: 1) uno primero –el más importante– formado por China, India, Japón, Sudcorea y Alemania, principalmente; 2) otro, más reciente y de una sustantiva aportación, formado por los productores de petróleo; 3) finalmente, un resto más diluido y cercano a 30 por ciento del capital de préstamo disponible en el mundo actual, integrado por muchos otros países. No olvidemos tampoco –y sólo para dar unos datos más de las características del desarrollo reciente de nuestros vecinos– que el ritmo multianual (tres años) de su crecimiento es descendiente: casi 20 por ciento inferior al de la década de los noventa. Menos aún olvidemos que en esa década –los noventa– lograron un dinámico crecimiento merced a diversos factores extraordinarios cuya utilización no puede prolongarse indefinidamente. Para terminar señalo algunos: 1) un nivel de utilización de su capacidad instalada cada vez menor, lo que representa un margen de capacidad ociosa cada vez menor, elemento que, sin duda, representa una rentabilidad cada vez menor; 2) un estancamiento de casi cinco años en las remuneraciones reales por hora trabajada en la industria estadunidense; 3) un crecimiento reciente muy acelerado en el crédito otorgado semanalmente por los bancos comerciales, que en marzo de 2008 superó la barrera del trillón de dólares (billón nuestro), lo que representó un alargamiento artificial del ciclo productivo y comercial, que hoy resulta ya inviable, una vez que han descendido nuevamente –y de manera drástica– los montos semanales de este crédito de los bancos comerciales; 4) un incremento crónico –al menos desde 1990– del déficit de la balanza de cuenta corriente, que rompió la línea de los 200 mil millones de dólares en el cuarto trimestre de 2005; 5) un crecimiento acelerado del gasto real en defensa, que ya cruzó la línea de los 80 mil millones de dólares trimestrales y no se ve que se detenga, 6) finalmente, el crecimiento de la tasa de desempleo, que nuevamente cruzó la barrerra de 6 por ciento.

Todo para decir que el deterioro es mayor cada día y que no sólo será difícil atenuarlo sino lograr la recuperación. Por todo eso, los precios serán más bajos en 2009 y en 2010. Pero no tan bajos. Cuidado.

 
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