■ A una década de la presentación, Ry Cooder y Eliades Ochoa la recuerdan en entrevista
Editan en cedé el inigualable concierto de Buena Vista Social Club en Carnegie Hall
■ Algo como lo que pasó aquel 1º de julio de 1998, “simplemente no puede volver a ocurrir”, sentenció el músico cubano
■ Lanzan el álbum los sellos World Circuit y Discos Corasón
Ampliar la imagen “Tomas algo realmente hermoso y asombrosamente bueno, haces un disco, lo ofreces a la gente y dices: ‘presta atención porque descubrirás algo, lo disfrutarás’”, opinó Ry Cooder sobre la popularidad que logró el primer álbum. Arriba, portada de Buena Vista Social Club at Carnegie Hall Foto: Jon Smith/ iwant Design
Aquel concierto fue único. El Buena Vista Social Club tocaba en el legendario Carnegie Hall, en Nueva York, con localidades agotadas, y buena parte del público era cubano.
“Todos se volvieron locos. Pero no del modo en el que la gente da una ovación de pie a un circo de pulgas, porque hoy la gente ovaciona… no, esta era en verdad una conexión que casi nunca ocurre, era emotivo, muy profundo. No era por la fama o el dinero ni por el número de discos vendidos ni la promoción mediática. Era una cosa hermosa”, recuerda el productor Ry Cooder.
Al menos la mitad de la gente era cubana, muchos mayores. “Los que más extrañan el hogar”, dijo Cooder en entrevista telefónica con La Jornada desde Los Ángeles, California.
“Fue una emoción tremenda”, recuerda el guitarrista y cantante Eliades Ochoa, integrante de Buena Vista Social Club, vía telefónica desde Santiago de Cuba. “Me sentí músico grande, famoso, ovacionado por aquel público. Ya había recibido en muchos conciertos muchas ovaciones, cariño, respeto, pero un concierto de esa magnitud… me sentí un artista realizado. Sentí que servía para algo. Fue uno de los momentos brillantes en mi vida.”
El músico describe cómo había mucha gente llorando. Por la ausencia de su país, de lo suyo, sí, “pero lo mismo lloraba el recién llegado (a Estados Unidos) que el que no había venido (a Cuba) nunca. Era la emoción de aquella cosa tan grande que estaba sucediendo ahí”.
La grabación del histórico concierto del primero de julio de 1998, una década después, es editado en un cedé doble por World Circuit/ Discos Corasón.
“Tiene mucho poder. El disco original en estudio (Buena Vista Social Club, 1997, ganador del Grammy) es más íntimo”, explica Ry Cooder, productor de aquellas sesiones.
Lo sacan hasta ahora porque la grabación original tenía problemas, explica Cooder. Se acercó el décimo aniversario y Nick Gold, fundador y cabeza de World Circuit, le preguntó por qué no volvían a echarle un ojo.
En años recientes, Ry Cooder ha estado trabajando con Martin Pradler, joven ingeniero de sonido “tan talentoso, que es como un restaurador de arte”. Pradler fue el encargado de limpiar la obra de arte musical. Y, contó Ry Cooder, hizo un gran trabajo.
Cooder y Gold querían que el resultado mostrara la “experiencia catártica que fue el concierto. Fue la última vez que se escuchó en vivo música de este tipo y con este poder. Así que queríamos decirle a la gente ‘esto es una maravilla (el disco)’, y resultó”.
El productor recuerda que el proceso para conseguir visas, etcétera, “fue muy, muy difícil, pero se logró. Sólo durante aquella época podría haberse hecho. Y eso que no fue fácil; cada día nos preguntábamos: ‘¿se podrá?’” En cambio, “en estos tiempos de los payasos del mal nunca se podría haber hecho”.
Acerca del recinto, Ry Cooder dijo: “Todos saben lo que Carnegie Hall representa. Es un lugar mítico, es una Meca” para los músicos.
Tiempo antes, en La Habana, Compay Segundo bromeó con Cooder sobre cuándo irían a Carnegie Hall. El productor le dijo: “pues es una buena idea…”
Durante la filmación de Buena Vista Social Club, dirigida por Wim Wenders, pensaron que necesitaban “un elemento de catarsis. Que teníamos que ir a algún lugar, a Carnegie Hall”, recuerda Cooder la propuesta.
Del rescate de la música cubana
“Buena Vista Social Club abrió las puertas a la música cubana en el mundo; llegó a cualquier rincón gracias a la agrupación”, dijo Eliades Ochoa. Se vendieron más de 8 millones de ejemplares del disco.
Aquel conjunto de músicos, Ibrahim Ferrer, Rubén González, Compay Segundo (fallecidos), Eliades Ochoa y Omara Portuondo, la mayoría estrellas de antaño en Cuba, fueron reunidos por Ry Cooder, en buena medida gracias a la asesoría de Juan de Marcos González, para grabar en estudio.
Mucho se ha dicho sobre que estos músicos estaban “en el olvido”. Eliades Ochoa recuerda que “ni Rubén González ni Ibrahim Ferrer estaban trabajando como músicos. Compay Segundo sí, pero porque yo me lo había llevado a Santiago de Cuba”.
De la música cubana, en cambio, asegura que no hubo rescate alguno: “Siempre ha tenido la riqueza y siempre ha sido lo que es, esa sabrosura”.
Lo que sí ocurrió dentro de Cuba es que “al abrirse las puertas del mundo al son cubano, empezaron a salir muchas agrupaciones. Todo lo que tuviera olor a cubano salía al extranjero. Hubo muchos jóvenes haciendo son cubano porque se puso de moda en el mundo”.
Respecto del papel de Ry Cooder como productor y músico en el disco original (donde se escucha su guitarra slide), dijo: “Se adaptaba a nosotros, llevaba a cabo nuestras ideas y las enriquecía. El sonido de su guitarra siempre venía bien, en el momento justo. En ningún momento le quitó la melodía, la armonía, a ninguna canción, las adornó con su estilo”.
Por su parte, Ry Cooder habló sobre el son cubano: “intrincado, complejo, caleidoscópico. No es sólo folclórico, es música de salón, casi como música clásica; de hecho, se dice que en cierto grado proviene de la música clásica italiana”.
El guitarrista y productor estadunidense, quien trabajó con agrupaciones que llevan la música tradicional al siglo XXI, como Los Lobos y Ali Farka Touré, opinó sobre la enorme popularidad que logró Buena Vista Social Club: “Tomas algo realmente hermoso y asombrosamente bueno, haces un disco, lo ofreces a la gente y dices: ‘quiero que le pongas atención porque descubrirás algo, lo disfrutarás’. Es difícil hacerlo porque la gente está ocupada, no tiene tiempo, está tan hipnotizada y lavada del cerebro por la mercadotecnia que no puede mantener la atención”.
Funcionó, siguió Cooder, “porque esta gente es realmente maravillosa. Pero, ¿qué posibilidades hay de que ocurra? Escasas. No hay peinados de moda, ni ropa bonita. Fue un milagro, y tuvo que ver con que en esa época había un ambiente de expansión, al menos en Estados Unidos. La gente se sentía bien y los medios tenían un poco de tiempo e interés”.
Pero, cuando “los payasos del mal tomaron el poder, todo cambió. Todos se asustaron, se encogieron sobre sí mismos y no hubieran tenido tiempo para esto, ni les habría importado. Tiene mucho que ver con atinar al momento”.
Hoy, “la gente está perdiendo sus hogares, no tiene tiempo de escuchar música, trata de cumplir con tres empleos, por Dios”.
Concluyó: “Tengo 61 años, he hecho esto toda mi vida. He visto muchas cosas y sé de lo que hablo. Nunca vas a volver a escuchar algo como esto. Simplemente no puede volver a ocurrir”.