■ Reclutan sobre todo a alumnos de primer ingreso a bachillerato
La impunidad, gancho para engrosar los grupos porriles
El desmadre y la impunidad son los “ganchos” con que los grupos porriles que operan en instituciones de educación media superior y superior reclutan integrantes cada año con el fin de que la “tropa” sea cada vez más numerosa. Los estudiantes de primer ingreso al bachillerato universitario son los más vulnerables y expuestos a ese alistamiento.
En busca de acreditar su existencia y legitimarse, los porros toman nombres relacionados con el orgullo universitario, la academia o el deporte. Aparentan ser sólo organizaciones estudiantiles.
De acuerdo con funcionarios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) buscan ser un símil de las fraternidades que existen en universidades de otros países.
La realidad es otra. Personajes que se agrupan en estas centrales delinquen, agreden, amenazan y hostigan con el fin de generar miedo y evitar la movilización del alumnado.
El pasado 12 de septiembre ocurrió el hecho más reciente relacionado con el porrismo. Fue durante la celebración de la “quema del burro”, previa al “clásico” del futbol americano estudiantil entre Pumas de CU y Águilas Blancas del Instituto Politécnico Nacional (IPN).
El colectivo de alumnos Acción Revolucionaria denunció la posibilidad de que los porros aprovecharan la quema para agredir. Pese al aviso, integrantes de la Federación de Estudian- tes del Sur irrumpieron de manera violenta, golpearon y lanzaron petardos contra educandos de varias facultades del campus de Ciudad Universitaria (CU).
Encontraron respuesta entre alumnos de filosofía y vendedores ambulantes de los pasillos de esa facultad. Hubo varios heridos, dos de gravedad. Ambos ya fueron dados de alta.
Entre los agresores, las autoridades universitarias identificaron a varios líderes ampliamente conocidos por la comunidad por sus antecedentes en este tipo de ataques: Rogelio Izaguirre Meza, El Bujandras; Eduardo Daniel Jiménez Ruiz, El Blue, y Néstor Daniel Rivera Ortiz, El Gret.
También organizaciones estudiantiles los señalan como dirigentes de las agrupaciones de porros Lagartos, de la Preparatoria 5; Grupo de Estudiantes del Sur, CCH Sur; Grupo Estudiantil Churubusco, Prepa 2; Daniel Márquez Muro, Prepa 8; Porra Pi, Ingeniería, y del Colegio de Bachilleres y el Conalep.
Por esos sucesos, la UNAM presentó 10 denuncias penales y expulsó a 11 estudiantes.
El propio rector José Narro Robles firmó las actas de expulsión de cinco participantes: “con esto se manda el mensaje que la máxima autoridad de la universidad rechaza la violencia y no tolerará impunidad ni chantaje”, explicaron funcionarios de esa casa de estudios.
Otros actos vandálicos que se han suscitado durante 2008 han sido en las prepas 2 y 7 y en los CCH Sur y Azcapotzalco, por los cuales se han presentado 18 denuncias penales, 15 ante la Procuraduría General de la República y tres en la capitalina. Sólo en una se consignó al acusado.
Historia
Con el auge del futbol americano estudiantil en los años 30 surgieron grupos de animación que “echaban porras”. Ante la fuerte rivalidad deportiva entre la UNAM y el IPN hubo una transformación gradual que sirvió de pretexto para el vandalismo y otras conductas delictivas.
Documentos históricos revelan que el concepto de porro proviene de dos líneas: de los grupos de animación deportiva y por la simplificación de “cachiporra”, objeto que en esos años se usaba para golpear.
En su libro Génesis, desarrollo y consolidación de los grupos estudiantiles de choque en la UNAM (1930-1990), Hugo Sánchez Gudiño señala que los primeros porros apoyados por la institución fueron Los Pistoleros de la Rectoría, creados en 1935 por el rector Luis Chico Goerne para que le sirvieran de guardaespaldas.
Se formó con estudiantes que practicaban box o futbol americano y con peladitos, jóvenes de barrios bajos del Centro Histórico (donde estaba la UNAM).
Aurelio Vallardo, El Fóforo, era su líder. Éste fue “el primer porro que recibió salario de investigador en la universidad”, aseguró el escritor Salvador Novo.
En 1933, durante el primer Congreso Universitario Autónomo, apareció el grupo de choque Los Conejos, que agredió al entonces profesor y líder fundador de la Confederación de Trabajadores de México y luego del Partido Popular Socialista, Vicente Lombardo Toledano, quien posteriormente abandonó la UNAM, refiere Sánchez Gudiño.
“Ese grupo es el antecedente del llamado MURO, el más grande organismo de choque de los 60, financiando por El Yunque y vinculado al Partido Acción Nacional, su objetivo: ‘acabar con los comunistas’ de la época.”
El académico documenta que en 1952, durante el clásico UNAM-Politécnico con el que se inauguró el estadio de CU, un porro, Luis Rodríguez, Palillo –capitán de la porra universitaria y amigo del entonces presidente Miguel Alemán, “quien brindaba protección y apoyo económico al grupo”–, creó la Goya universitaria.
Agrega que en esos años y con el aval del ex mandatario, el PRI “institucionalizó el porrismo”, que se ha usado como instrumento de control. En tanto que en el IPN surgió el Frente de Estudiantes Politécnicos.
Sánchez Gudiño considera que con la institucionalización de la izquierda en los años 80, el objetivo de agresión de los porros “son los activistas”. Así, a lo largo de ocho décadas esos grupos de choque han sido utilizados como contrapeso a la movilización estudiantil. Al transcurrir el tiempo sus actos han sido cada vez más violentos.