■ Es chocante decir que buscamos dejar las cosas como están, dice sobrina nieta del escritor
La familia de García Lorca exige “garantías de privacidad” para exhumar los restos del poeta
Madrid, 18 de septiembre. De las decenas de miles de personas enterradas en las fosas comunes que están diseminadas por el territorio español, como herencia trágica de la Guerra Civil, hay quizá un nombre que sobresale del resto, por su condición de genio literario y, a su pesar, mártir y símbolo de esa barbarie: Federico García Lorca.
Después de un largo proceso, en el que ha habido jueces de por medio, finalmente la familia del autor de Poeta en Nueva York anunció que “no se opondrá” a la exhumación, lo que sin ser un apoyo explícito a la investigación sí podría allanar el camino para localizar de manera definitiva los restos de Lorca.
En torno a la figura de García Lorca hay, quizá, dos facetas profusamente investigadas y analizadas hasta la extenuación: sus poemas, obras de teatro y ensayos que lo han erigido como el poeta español más relevante del siglo XX y como el autor más brillante e influyente de su generación. Y, la segunda faceta, es la que se refiere a su biografía, sobre todo a los últimos tres días de su corta vida, cuando con 38 años fue detenido, encarcelado y finalmente ejecutado en un solitario descampado de su Granada natal por las huestes fascistas de Francisco Franco.
Los investigadores sostienen que Lorca fue fusilado la madrugada del 18 de agosto de 1936, junto a tres personas más: el profesor de escuela Dióscoro Galindo y los banderilleros Francisco Galadías y Juan Arcoyas Cabezas.
Más de 70 años después de este crimen que conmocionó al mundo, la exhumación de los restos de esas cuatro personas está más cerca que nunca, sobre todo por la determinación de Nieves Galindo, nieta del profesor, quien, con el apoyo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha intentado por todos los medios dar sepultura a los restos de su abuelo.
Cambio de parecer
Una de las últimas acciones consistió en presentar una denuncia ante el juez Baltasar Garzón, de la Audiencia Nacional, para que éste ordenara la exhumación de esa fosa común –en la que también estaría, según todos los indicios, García Lorca.
Ante la inminente decisión judicial, la familia del poeta decidió relativizar su postura, ya que hasta ahora habían rechazado tajantemente la exhumación al considerar que se desvirtuaría la memoria de García Lorca y se convertiría en “espectáculo”.
Asimismo, Laura García Lorca, sobrina nieta del poeta, señaló tras leer un comunicado familiar, que no se van a “oponer” a la apertura de la fosa, pero que sí van a exigir “todas las garantías de privacidad”, ya que –sostiene– “abrirla es espantoso y doloroso en cualquier caso. Para algunas personas puede ser un consuelo, pero para otras no y para los familiares de las víctimas que no han reclamado los restos algo muy inquietante”, señaló.
En cuanto a las críticas que ha recibido la familia García Lorca por su oposición a exhumar las fosas, la sobrina nieta respondió: “Es chocante que se pueda insinuar que nosotros no queremos abrir la fosa porque no deseamos remover la historia o esa frase tan vacía de no abrir heridas, que no significa nada de que buscamos dejar las cosas como están cuando nada tiene que ver con eso”.
Al respecto, Nieves Galindo, la nieta del profesor de escuela fusilado junto a Lorca, dijo que el ligero cambio de parecer de la familia García Lorca se produjo porque “no les quedaba más remedio”, si bien matizó que le “ilusiona que haya sido tan rápida la contestación, aunque siguen insistiendo en lo mismo de siempre, que a ellos les gustaría que la fosa no se abriera”.
Galindo explicó sus motivos: “Puede que para ellos (la familia García Lorca) sea doloroso, pero en mi caso recuperar los restos es cerrar una herida, una llaga que ha permanecido abierta durante mucho tiempo. Es realmente conseguir algo que mi padre no pudo lograr en vida, que hubiera sido para él una alegría, pues deseaba saber si lo que le contaron realmente sucedió”.