A 40 años
■ Mientras, Díaz Ordaz subrayaba la legitimidad de su gobierno
El acto simbólico más importante del movimiento
Ampliar la imagen Diario Excélsior del 28 de agosto de 1968. Gustavo Díaz Ordaz posa con varios colaboradores debajo del Zapata de Siqueiros en Bellas Artes. La publicación de esta fotografía en diversos periódicos marca la lucha por el control de los símbolos patrios que caracterizó al septiembre de 1968
Ampliar la imagen Revista Por qué? del 25 de septiembre. Aspecto del reportaje gráfico que sintetiza la cobertura de la publicación sobre la manifestación del silencio
La fotografía publicada a finales de agosto del presidente Gustavo Díaz Ordaz posando en Bellas Artes, en la clausura del congreso de la Confederación Nacional Campesina con Luis Echeverría y Alfonso Martínez Domínguez, entre otros personajes destacados de la clase política mexicana bajo el célebre mural de Siqueiros que muestra a Emiliano Zapata entregando su fusil, constituye una de las imágenes con mayor carga simbólica, que aporta la clave para descifrar tanto el clima político que predominó en septiembre de 1968, como el mensaje del mandatario al Consejo Nacional de Huelga (CNH): el partido en el poder era el único heredero de la Revolución Mexicana y entre sus atributos estaba el legítimo ejercicio de la violencia contra sus enemigos.
A unas cuadras del acto, en pleno Zócalo capitalino, francotiradores gubernamentales apostados en el edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación disparaban contra civiles, como ha documentado Carlos Mendoza, y dos días después, el propio Díaz Ordaz haría explícito este mensaje amenazador en su cuarto Informe de gobierno.
El mensaje presidencial se convirtió en el espacio mediático propicio para exaltar la figura del jefe del Ejecutivo y para subrayar la legitimidad de un sistema político que había sido cuestionado como nunca.
En toda la prensa se resaltaron los rasgos de firmeza y seguridad de Gustavo Díaz Ordaz, asociándolos con la necesidad de reinstaurar el orden, con abundantes detalles gráficos y textuales acerca de la recepción festiva del discurso presidencial por parte de los diputados, que lo vitorearon e interrumpieron con aplausos en 84 ocasiones.
En dicho Informe el mandatario abordó durante una hora el conflicto estudiantil, ignorando sus causas, denigrando a sus líderes y preparando el clima de persecución que se daría en semanas posteriores.
El silencio como reivindicación ciudadana
La manifestación del silencio constituye la última respuesta organizada y multitudinaria del movimiento que puso en jaque la estrategia represiva de Díaz Ordaz. Fue concebida y planeada por el CNH como respuesta simbólica al amenazador discurso presidencial y a la campaña de temor y linchamiento llevada a cabo en casi todos los medios como caja de resonancia del Informe.
Partió del Museo Nacional de Antropología, ante un impresionante operativo policiaco, y reunió a cerca de 250 mil personas. El signo distintivo de la marcha consistió en la ausencia de gritos y consignas, que algunos remarcaron con el uso de cintas adhesivas y esparadrapos sobre sus labios.
Para los organizadores, se trataba de contrastar un digno silencio con la vacía retórica desplegada en las dos semanas anteriores por el gobierno y sus aliados. Cuarenta años después, se le considera el acto simbólico más importante del movimiento, el que representa mejor la defensa y reivindicación ciudadana de un estado de derecho.
La lucha simbólica por el control y la difusión de las imágenes
La estrategia de la mayoría de los periódicos consistió en minimizar la importancia de la marcha y acotarla en un perfil bastante bajo, en el cual las coberturas fotográficas disminuyeron considerablemente y en ocasiones fueron desplazadas a páginas interiores, vinculando en algunos casos de manera por demás significativa este episodio con la violenta llegada del ciclón Naomi, que causó severos estragos en el estado de Sinaloa.
La excepción más notable la representa la revista Por qué?, de Mario Menéndez, la cual dedicó un amplio reportaje fotográfico de 30 imágenes que describe la participación de diversos contingentes –entre los cuales destacan varios acercamientos al grupo de la Unión Nacional de Mujeres Mexicanas– y narra en detalle la jornada cívica que desembocó en el Zócalo.
El corpus gráfico está debidamente contextualizado en un escrito de Heberto Castillo, que con tono didáctico y mesurado hace una defensa del movimiento con referencias constantes a la Constitución, lo que define las coordenadas legales desde las cuales pueden leerse estas imágenes.
A mediados de septiembre, en medio del linchamiento mediático gubernamental, este reportaje representa el punto de vista más significativo de todo lo que se publicó entonces sobre esta marcha.
Nacionalismo y modernidad en el mes de la patria
La precaria posibilidad de la realización del diálogo público se fue diluyendo en las semanas posteriores al Informe presidencial con la aplicación de una estrategia gubernamental que incluyó, entre otros puntos, la utilización de las fuerzas armadas, francotiradores y agentes infiltrtados, la fragmentación de las demandas estudiantiles en diversas ventanillas y dependencias burocráticas, el control de los medios y la supresión de referencias noticiosas sobre el movimiento y, finalmente, pero no menos importante, la apropiación de los símbolos patrios en torno a la figura del presidente.
Así, el gobierno avanzó en el mes de la patria hacia la celebración de los Juegos Olímpicos arropado en una ideología nacionalista defensiva, que ponía en entredicho sus pretensiones retóricas de cosmopolitismo y modernidad.