■ El conflicto entre dos personajes por la rectoría de esa casa de estudios, su mayor impulso
La FEG podría resurgir como poder paralelo en la UdeG, advierte ex dirigente estudiantil
■ La actual representatividad de la federación se restringe a secundarias de la zona metropolitana
Ampliar la imagen Autoridades del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades, de la Universidad de Guadalajara, colocaron un cartel en la entrada principal de la sede, para avisar de la suspensión de clases, ante el conflicto por la rectoría en esa casa de estudios Foto: Arturo Campos Cedillo
Guadalajara, Jal., 30 de agosto. Impulsada por el conflicto que tiene hoy a la Universidad de Guadalajara (UdeG) en la disyuntiva legal de que dos personajes declaran ser el rector general, la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG) podría resurgir como el poder paralelo que fue durante mucho tiempo en esa institución educativa, advirtió hoy Horacio García Pérez, quien fue presidente de la organización estudiantil entre 1979 y 1981.
Los dos personajes principales en esta crisis, Carlos Briseño Torres y Raúl Padilla López, fueron militantes de la FEG, cuya actual representatividad se restringe apenas a escuelas secundarias de la zona metropolitana de Guadalajara.
Padilla la presidió entre 1977 y 1979 y Briseño intentó, sin éxito, hacerlo en el que fue, de hecho, el último trienio de verdadero poder de la organización (1989-1992), cuando Padilla López, ya como rector general de la UdeG, la desmanteló y auspició el nacimiento de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), que hoy es la que tiene el control mayoritario de los estudiantes.
Horacio García Pérez, quien fue presidente de la FEG entre 1979 y 1981, recuerda que el padrinazgo de Álvaro Ramírez Ladewig, que cimentó la carrera política de Raúl Padilla López desde la FEG hasta la rectoría general, venía a su vez de la amistad que su fallecido hermano Carlos tuvo con el padre de Raúl, del mismo nombre, quien a finales de los años 40 fundó la FEG en compañía del propio Carlos y los hijos de José Guadalupe Zuno, lo que imprimió un sello socialista radical al organismo que paulatinamente se transformó en un papel corporativo que lo caracterizó en su etapa final, aderezado durante todo el camino por un pistolerismo feroz, derivado de su influencia en el PRI-gobierno.
A finales de los 70, el destituido rector Carlos Briseño, estudiante de Economía y militante del entonces Partido Comunista, llegó a la FEG que presidía Horacio García, motivo por el cual fue expulsado de su juvenil inspiración socialista.
No queda muy claro cuándo se ligaron entre sí Briseño y el cacique Padilla López: el primero dice que en 1982 pero por los señalamientos de García pudo haber sido años antes.
El asunto es que hace al menos 26 años comenzó esa relación en la que siempre Briseño se mantuvo a la zaga de Padilla, apoyándolo primero en el proceso por el cual se eliminó a Álvaro Ramírez como el cacique universitario, y más tarde en la consolidación de un nuevo orden de sujeción y controles en el autodenominado Grupo Universidad.
Esa traición de Padilla a su mentor Ramírez Ladewig requirió de un apoyo fundamental para consolidarla. Y el rector Padilla lo obtuvo nada menos que de Carlos Salinas de Gortari, quien llegó a la Presidencia de la República tras una elección llena de dudas y por tanto necesitado de legitimidad, según comenta Horacio García.
Padilla se acercó a Salinas y subordinó la universidad para que le diera apoyo en su “limpia” del anterior grupo universitario y en el derrocamiento de la FEG como el grupo estudiantil de mayoría, como sucedió. Fue cuando se creó la FEU que comenzó la integración de la red UdeG con centros universitarios regionales.
De una institución dedicada a la docencia se pasó a una que buscaba crear el amplio grupo de investigadores –muchos de alto nivel– que hoy tiene. Una buena época donde los recursos federales fluyeron cuantiosos y representaron la mayor parte del presupuesto universitario, contrariamente a lo que sucede hoy donde los fondos estatales son los que participan hasta con 56 por ciento de los recursos de la UdeG.
El ave FEGniz
Con la llegada de Briseño Torres a la rectoría general de la UdeG, en marzo del año pasado, la FEG pareció surgir de su claustro. Primero, al ser participante activo en la elección en la FEU, con un episodio de pistolerismo muy a su estilo, en la Facultad de Derecho en septiembre de 2007, cuando realizaban una ceremonia de homenaje a uno de sus más grandes figuras: Carlos Ramírez Ladewig –asesinado en 1975 supuestamente por la guerrilla urbana– y los feuistas en campaña arribaron al auditorio donde se realizaba el acto, lo que desencadenó una persecución por los pasillos de la escuela en la que muchos testigos aseguran que se detonaron armas de fuego.
Ahora, con la crisis de la administración central, la FEG continúa su ascenso en la escena universitaria. Hace dos semanas circuló una carta, luego desmentida por la propia FEG, que la calificó de “apócrifa”, en la que la organización estudiantil anunciaba una alianza con Briseño para recuperar el rumbo “socialista” que perdió la UdeG con el pragmatismo impuesto desde la llegada a la rectoría de Padilla López.
“(Tomaremos las) instalaciones de las escuelas cuyos directivos no se sometan a la institucionalidad promovida por el rector Briseño. En caso de encontrar resistencia de los grupos estudiantiles vigentes, hacemos responsable a la FEU de la violencia que nos obliguen a generar”, decía en uno de sus párrafos la carta que llegó a las redacciones de los medios locales por correo electrónico. Al día siguiente, tanto la FEG como el propio Carlos Briseño afirmaron que se trataba de una carta apócrifa y acusaron al grupo padillista de querer generar confusión.
Pero en la semana que hoy concluye y en víspera del Consejo General Universitario que destituyó a Briseño, otra vez la FEG apareció en escena, sin ambages. El jueves pasado unos 50 miembros se plantaron frente a rectoría para pedir más lugares para los aspirantes rechazados por falta de cupo en cada ciclo escolar.
Apenas tenían 10 minutos cuando llegó el rector Briseño y los invitó a pasar a sus oficinas, donde los conminó a no realizar acciones violentas y logró un llamado “pacto de civilidad” al que la FEG invitó también a los miembros de la FEU.
“Ésta es su casa”, los saludó Briseño, quien una semana antes para deslindarse de la carta supuestamente apócrifa la había llamado “organización porril”.
Este sábado el vicerrector destituido, Gabriel Torres Espinoza, en el contexto del llamado que hizo Carlos Briseño durante rueda de prensa para una gran movilización social, dijo que ese llamamiento incluía no sólo a los estudiantes de la UdeG, sino a los militantes de la FEG. “Ahora sí nos vamos a aliar”, dijo Torres.
También este sábado el rector sustituto Marco Antonio Cortés Guardado dijo que la presencia de la FEG en las movilizaciones que anticipó Briseño es una señal inequívoca de que se acercan tiempos en los que la inercia propia de la crisis podría suscitar hechos violentos.