Bajo la Lupa
■ El mar Negro: nuevo muro de Berlín
Ampliar la imagen Un tanque de la Federación Rusa al abandonar Osetia del Sur, el martes pasado Foto: Reuters
Entre Estados Unidos (EU) y la decapitada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) cesó de existir un sucedáneo al muro de Berlín que simbolizó la guerra fría.
El irredentismo de EU y la Organización de Tratado del Atlántico Norte (OTAN), quienes capturaron los escombros soviéticos hasta el mar Negro, permitió una fluidez de las fronteras rusas por lo que se podía afirmar en forma metafórica que el nuevo muro de Berlín, en el que no interviene frontalmente Rusia, lo constituía, hasta antes de la confrontación entre Georgia y el Kremlin en el Cáucaso, la placa tectónica del golfo Pérsico, donde la poderosa armada nuclear de EU controla el transporte de la producción de hidrocarburos de las petromonarquías árabes (región que concentra 65% de las reservas mundiales), y confronta a Irán en sus propias fronteras.
Las separaciones pudieran parecer artificiales cuando la suerte del triángulo del golfo Pérsico, mar Caspio y el mar Negro se asocia inextricablemente.
El golfo Pérsico es hasta ahora un mar estadunidense, salpicado por algunos submarinos israelíes (seguramente dotados de armas nucleares) que le regaló Alemania y que rondan en el estrecho de Ormuz. Pese a la rebeldía iraní, el Pérsico seguirá siendo un mare americanum siempre y cuando las petromonarquías árabes deseen contar con el protector paraguas nuclear de EU.
El Caspio es un mar ruso con presencia naval iraní, mientras el mar Negro, después del exquisito posicionamiento de Rusia en Osetia del Sur y Abjazia (ver Bajo la Lupa, 27/08/08), se pudiera aseverar que ha emergido como el nuevo muro de Berlín del siglo XXI, donde las flotas de EU y Rusia se han embotellado y navegan frente a frente, además de controlar respectivamente los puertos del lado occidental y oriental del mar Negro.
La gira ominosa del súper halcón Dick Cheney en la primera semana de septiembre a dos países ribereños del mar Negro (Ucrania y Georgia) y a otro del Caspio (Azerbaiyán) no presagia nada bondadoso.
En vísperas de una elección presidencial decisiva, ¿cómo responderá EU a su derrota en el Cáucaso, específicamente al jaque que propinó Rusia al oleoducto BTC que controla la petrolera agazapada BP?
A EU y a Gran Bretaña, sumados naturalmente de Israel, no les importa el devenir de los países, sino sus reservas de hidrocarburos y el tránsito de los oleoductos provenientes del mar Caspio, que atraviesan el Cáucaso con el fin de evitar los territorios de Rusia e Irán.
Así que no es nada improbable el doble bombardeo estadunidense-israelí a las instalaciones atómicas de Irán, como respuesta a la derrota israelí-anglosajona en el Cáucaso, como delata en su portal el representante texano y candidato perdedor del Partido Republicano a la presidencia, Ron Paul, quien esgrime el reciente reforzamiento silencioso de la armada nuclear de EU en el golfo Pérsico.
En paralelo, el coronel general ruso Leonid Ivashov, presidente de la Academia de Estudios Geopolíticos, considera que las provocaciones “geopolíticas” de EU y la OTAN en Georgia, además de pretender neutralizar a Rusia como nueva potencia global, están destinadas a encubrir un ataque a Irán (RIA Novosti, 29/08/08).
Lo cierto es que EU, ya no se diga la OTAN, se quedó con los brazos cruzados en el Cáucaso, donde se libra una verdadera competencia por la tercera reserva mundial de hidrocarburos en el mar Caspio. EU ha respondido indirectamente con una mayor presencia naval tanto en el mar Negro como en el golfo Pérsico.
Al contrario de Stratfor (28 y 29, 08/08), centro de pensamiento texano-israelí, que exulta el poderío naval de EU sobre Rusia en el mar Negro, el diplomático indio M.K.Bhadrakumar (MKB), quien conoce muy bien la región, asegura que la presencia rusa sigue siendo respetable (Asia Times, 30/08/08).
MKB asegura que EU “sufrió un revés colosal” tras la consolidación del control ruso de dos puertos en el mar Negro, la alianza de Rusia y Kazajistán (potencia petrolera centroasiática) frente al contencioso georgiano, la “comprensión de China” (durante la reciente cumbre del Grupo de Shanghai en Tayikistán) sobre la postura rusa en el Cáucaso, y la solidaridad militar de Belarus (frontera exquisita con Polonia, Ucrania, Lituania y Letonia, ¡nada más!).
Por lo pronto se paralizan los negocios de las trasnacionales petroleras de EU en Kazajistán, mientras Rusia ha puesto en jaque al oleoducto anglosajón-israelí BTC en Georgia.
Si uno lee únicamente la prensa anglosajona, en particular a la londinense, que lanza flamas por las fauces en referencia al Cáucaso (lo que delata la herida de muerte del león petrolero británico), se podría caer víctima de la vulgar desinformación que jura el aislamiento de Rusia frente a la civilizada “comunidad internacional” y al “mundo libre” que naturalmente jefaturan EU, Gran Bretaña e Israel.
La realidad es distinta cuando la “postura favorable de Belarus, Kazajistán y China”, siempre según MKB (no olvidar: cercano al gobierno indio), “ha impulsado significativamente la posición rusa”.
Tras el reconocimiento de Osetia del Sur y Abjazia, a juicio de MKB, “Moscú ha dado virtualmente el jaque mate (¡súper sic!) a la estrategia de EU en la región del mar Negro, al derrotar el plan de convertir el mismo en un ‘lago exclusivo’ de la OTAN. A su vez, los planes de expansión de la OTAN al Cáucaso ha sufrido un revés”. Más aún: “Rusia ha ganado el control de facto de dos importantes puertos del mar Negro, Sukhumi y Poti”.
La presencia naval rusa en Poti (otrora principal puerto de Georgia), como terminal, reduce las presiones del gobierno pro estadunidense de Yushchenko en Ucrania, que ha creado obstáculos a la base rusa en el puerto de Sebastopol, en la península de Crimea (de mayoría rusa, para complicar más las cosas).
Se cayeron los planes de EU para expulsar la presencia histórica de Rusia del mar Negro. Sin una flota en el mar Negro, aduce MKB, “Rusia hubiera cesado de ser un poder naval en el Mediterráneo”, lo que hubiera opacado el perfil ruso en el Medio Oriente.
La presencia rusa en Poti ha derivado en la expansión de la base rusa en el puerto sirio de Tartus en el mar Mediterráneo a grado tal, según MKB, que Rusia pudiera trasladar su flota del Mar Negro de Sebastopol a Tartus.
A diferencia del viejo muro lineal de Berlín, derrumbado por los libertarios alemanes, el nuevo muro de Berlín, que EU intentará erigir en el mar Negro, será zigzageante a lo largo de su costa occidental, “mientras la flota naval rusa se ubicará siempre (sic) en la costa oriental para salir y entrar eternamente(¡súper sic!)” en los estrechos del Bósforo y los Dardanelos, de acuerdo con la Convención de Montreux de 1936, aduce MKB.