■ Ofrece la coreografía Retrato hablado, la intuición del instante en la Fundación Sebastián
Pretende el bailarín Manuel Márquez mostrar la diversidad de la nostalgia
Ampliar la imagen Para el bailarín y coreógrafo mexicano Manuel Márquez fue un reto realizar dos formas de interpretación de una misma obra Foto: Antonio Saavedra
El bailarín y coreógrafo mexicano, Manuel Márquez, presentará el programa dancístico Retrato hablado, la intuición del instante, basado en la obra poética de Charles Simic sobre el trabajo del artista plástico Joseph Cornell, que aborda la diversidad de la nostalgia, del 28 al 30 de agosto, en la Fundación Sebastián de la ciudad de México.
“La idea de las coreografías –explicó Márquez– es rescatar el tránsito urbano, la memoria; esa búsqueda intuitiva, porque nunca sabemos realmente qué buscamos del todo en la vida, pero si tenemos una intuición cuando la situación va bien o cuando surge un imprevisto. La propuesta es como una colección de nosotros mismos en pequeñas cajas que llevan un collage de la vida.
“Las cajas-collages nos remiten a una máquina de escribir, sombreros, cortinas metálicas de un viejo almacén, ecos de canciones, pasos en la arena, árboles que se dan en maceta y todo aquello que, como en tendajón, se pone a la vista del transeúnte, como testimonio cálido, violento y amoroso, de aquello que nos conforma, con la subyacente dosis de ironía que la vida se empeña en brindarnos”.
Retrato hablado, la intuición del instante incluye obras de Esther Lopezllera y Lidya Romero, coreógrafas de diferente estética pero con una atmósfera emotiva necesaria para traducir en escena el trabajo poético de Simic.
“El proceso de trabajo con cada una de las maestras fue distinto, porque tienen su propio estilo. Con Lidya Romero fue creación en complicidad, porque mientras ella sugería una idea, yo proponía otra; así creamos un diseño espacial y de movimiento. En el caso de Lopezllera, que tiende a crear primero en solitario su coreografía y después hacer el montaje hacia el intérprete, también fue enriquecedor trabajar de esta manera”, indicó el bailarín.
Para la interpretación de las obras, Márquez trabajó cuestiones corporales, espacialidad, calidad de movimiento hasta lograr la traducción precisa que se requería.
“Fue un reto realizar dos formas de interpretación. Ya había trabajado con Lopezllera en Eterno caracol, pero siempre existe algo diferente, un descubrimiento. En otras obras que he ejecutado han sido cuartetos, tríos, obras en conjuntos, pero al ser un solista implica un esfuerzo mayor, porque el cuerpo es el único objeto animado que está en escena en movimiento.
“He sido afortunado al tener a dos grandes artistas como guías. Las dos tienen una línea muy clara de por dónde va la coreografía y cuál es el meollo del conflicto que se desarrollará, y eso ayuda en el momento de los diálogos para darle un sello especial al personaje. El solista es un intérprete que trata de traducir hacia su cuerpo lo que el otro le propone y ahí da un toque particular que ningún otro podría hacer de esa manera.”
A su propuesta dancística, Márquez sumó el recurso de la voz, que había insertado de manera incidental en anteriores coreografías. Al respecto comentó: “Me parece que por las características específicas de este proyecto, la voz es un elemento que de cierta forma hace visibles aquellos símbolos, huellas, emblemas y memorias sonoras que me han conformado como intérprete y ser humano”.
Sin embargo, aclaró que la voz nunca ha sido una parte fundamental de las obras, sino un recurso para unir las coreografías.
“Por varios años he realizado un trabajo vocal y ha sido un gozo conocer esta herramienta de expresión maravillosa; mi guía en esta travesía ha sido la maestra argentina Hebe Rosell, quien me ayudó en la elección, construcción y estructuración de elementos sonoros que sirvan como argamasa de este intento escénico.”
Retrato hablado, la intuición del instante, se presentará los días 28 y 29 de agosto a las 20:30 horas, y el día 30, a las 20 horas, en la sede de la Fundación Sebastián (avenida Patriotismo 304, colonia San Pedro de los Pinos, cerca de Viaducto).