■ Su más reciente obra saldrá a la venta el viernes con 150 mil ejemplares
En Die Box, Gunter Grass elude hablar de su participación en las SS nazis
Ampliar la imagen El nuevo libro de Gunter Grass es más un álbum único y surrealista de la familia del Nobel de Literatura 1999 Foto: Carlos Cisneros
Gottinga, Alemania, 26 de agosto. Las expectativas que despierta la nueva obra del premio Nobel de Literatura 1999, Günter Grass, son grandes. Die Box es lanzada a la venta este viernes en Alemania con un tiraje de bestseller: 150 mil ejemplares.
En la antesala del lanzamiento, muchos se preguntan si el influyente escritor de 80 años dará a conocer detalles de su biografía, hasta ahora ocultos, como lo hizo dos años atrás con Pelando la cebolla, donde confesó su pertenencia a las SS nazis en las postrimerías de la guerra, cuando tenía 17 años.
Pero el lector que espere grandes revelaciones se verá defraudado. El nuevo libro se acerca mucho a la realidad, pero no puede ser considerado la continuación de los recuerdos de juventud de Grass.
La obra comprende el espacio entre los años 60 y 90. Es muy personal, casi íntima, y de gran versatilidad literaria, hoy se diría que con una pizca de estilo fantástico o misterioso. Grass emplea un tono de cuento de hadas ya en la primera frase de la obra: “Había una vez un padre”.
El libro trata de Grass como padre y de sus ocho hijos, seis propios y dos de su mujer Ute. En reuniones que resultan a la postre ficticias, el autor invita a sus hijos, algunos de ellos ya peinando canas, a reunirse y contar sus recuerdos infantiles.
Un coro de distintas voces refiere, relata, bromea, se interrumpe, a veces en frases inconclusas. Así surge la imagen de un escritor comprometido a nivel político y obseso por la literatura que no tiene mucho tiempo para sus hijos.
Un compañero cuyo primer matrimonio fracasa probablemente porque la pareja nunca se peleó abiertamente. La imagen de un hombre que en plena midlife crisis procrea dos hijos ilegítimos con dos mujeres diferentes y finalmente encuentra la paz en su actual esposa, Ute.
Los hijos hablan de sus problemas en el colegio, de sus pequeños delitos, de amores juveniles no correspondidos. Y recuerdan al padre y las relaciones con sus “cuatro mujeres fuertes”.
Pero, alto, aquí falta una quinta. Maria Rama, fotógrafa que acompañó a la familia Grass durante décadas con su vieja cámara Agfa –la “Agfa Box” de los años 30– y que además fotografiaba para los libros de Grass.
Maria Rama, muerta hace años, existió de verdad. Grass le dedicó un álbum de poesía, gráficas y fotos. También el nuevo libro es en su memoria, como lo expresa el escritor en la dedicatoria.
La vieja cámara de Maria Rama es empleada por Grass como artificio literario. El aparato no sólo puede reflejar la realidad, sino también mostrar el pasado y el futuro, o las imágenes deseadas de sus hijos.
Uno de los hijos naturales se ve en el negativo junto con sus dos padres en un tiovivo. El propio Grass ve de repente en una imagen de la familia veraneando en la costa atlántica francesa a sus hijos con uniforme militar poco antes de la llegada de los aliados.
Estos tres niveles de imágenes surrealistas, deseadas o temidas, de recuerdos presuntamente auténticos de los hijos y de la perspectiva poco presente del padre, convierten a Die Box en un álbum único de su querida familia.
El flanco débil de este libro autobiográfico radica justamente en una de sus principales características, su ambiciosa construcción literaria. Cuesta entrar en la lectura. Los nombres de los hijos están cambiados y los de las mujeres y otras personas no son mencionados.
Las reuniones con los hijos son imaginarias y con ello sus relatos. Quien quiera comprender mejor lo que contiene la “caja de la familia Grass”, muchas veces oculto detrás de insinuaciones, deberá apelar a otras biografías del gran literato. De ese modo, la lectura de Die Box dará más de sí.