Usted está aquí: jueves 21 de agosto de 2008 Cultura Los políticos no se merecen que uno se gaste todo caricaturizándolos: Hernández

■ Presentará Pantalla de cartón, libro que reúne retratos de personajes del cine

Los políticos no se merecen que uno se gaste todo caricaturizándolos: Hernández

■ Los moneros debemos voltear a ver a los verdaderos dueños del poder: los empresarios, dice

Ericka Montaño Garfias

Ampliar la imagen La idea de Pantalla de cartón es que sea la primera secuencia de una película más grande, comenta el caricaturista de La Jornada José Hernández La idea de Pantalla de cartón es que sea la primera secuencia de una película más grande, comenta el caricaturista de La Jornada José Hernández Foto: Yazmín Ortega Cortés

La maldición sobre uno de los proyectos más importantes de Hernández parece llegar a su fin con la publicación del libro Pantalla de cartón, que reúne el retrato-caricatura de unos 50 personajes del cine nacional e internacional.

La maldición comenzó más o menos así: hace muchos años José Hernández, alias Hernández, mejor conocido como el monero Hernández de La Jornada, propuso una exposición de caricaturas de los grandes de la cinematografía mexicana para la galería de la Cineteca Nacional... la galería desapareció. Lo propuso a la revista Somos y la publicación... desapareció.

Llevó el proyecto al Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC) y esa institución... como no ha desaparecido, su director, Armando Casas, decidió publicarlo como parte de las celebraciones por el aniversario 45 de la creación de la escuela, la más antigua de cine de América Latina (Hernández, por cierto, fue alumno de dicho centro, aunque nunca ha hecho cine porque, como dice siempre que hay oportunidad, “cuando me recibí, me jubilé con todo éxito”).

Los retratos que aparecen en Pantalla de cartón van de 1990 hasta la fecha, comenzando por un Jack Nicholson que el monero asegura “no se parece nada”, hasta Emir Kusturica, Ennio Morricone, Martin Scorsese y Terry Gilliam, pasando por Joaquín Pardavé, Pedro Infante, Resortes y Tin Tan.

La idea, dice en entrevista, “es que este libro sea la primera secuencia de una película más grande, porque sí quiero hacer un libro más en forma. Lamentablemente en México la caricatura política ha opacado totalmente a la de retrato. Ha habido muchos caricaturistas mexicanos muy buenos en retrato: Covarruvias, García Cabral, Arias Bernal, Carreño, Freyre, Naranjo, Helguera, que son muy buenos retratistas, pero siempre es más conocido su trabajo como caricaturistas políticos que de retrato. Eso está bien, pero sí habría que voltear hacia el otro género”.

En países como Francia y Estados Unidos, agrega, es posible encontrar libros de caricaturistas con sus mejores retratos, “pero eso acá es muy difícil, quizá porque hay una tradición muy fuerte, muy pesada, de caricatura política, y porque también hay una tradición muy fuerte de abuso en la historia de este país”.

Moneros esquizofrénicos

La historia de su relación con la caricatura de retrato comenzó en 1984 cuando pidió trabajo en La Jornada, recién creada, pero le dijeron que ya no había espacio para cartonistas (o moneros). “Yo quería publicar en La Jornada, pero no tenía ni idea de cómo se hacía. Entonces hice unos monos y los llevé. Alguien me mandó con El Fisgón –él no se acuerda, obviamente– y me dijo ya no había espacios para cartonistas; me propuso ir a La Jornada Semanal a publicar mis cosas y comencé con caricatura de retratos.

“Después de un tiempo de hacer cartón político extrañé hacer caricatura de retrato, porque siento que todos estos personajes políticos no se merecen que uno esté gastando sus dioptrías, su espalda y todo, caricaturizándolos. Siempre me gusta regresar a estos retratos que son como homenajes a quienes me caen mucho mejor, que sí admiro y que creo que es mi manera de retribuirles”.

La diferencia entre un cartón político y una caricatura de retrato es grande, aunque los dos son del agrado del monero, “porque son parte del mismo oficio y de la misma terapia, te vas terapeando haciendo unos y otros, logrando un equilibrio para no enloquecer mucho.

“Los caricaturistas políticos somos medio esquizofrénicos porque entre más mal le va al país mejor nos va a nosotros, tenemos más material; en ese sentido veo muy bien la caricatura política en el país, porque hay muchísimas cosas de dónde sacar. El que haya un presidente que llegó al poder de una manera tan cuestionada, por no decir fraudulenta, el que sea un personaje tan mediocre, con un equipo de trabajo que no puede superarlo, crea una situación que para los caricaturistas es muy rica.”

Y aun cuando entre sus personajes favoritos para caricaturizar se encuentran el ex presidente Vicente Fox y los empresarios, aunque a éstos últimos se les ve muy poco en los medios, “ahora los sagrados ya no son el Presidente, la Virgen o el Ejército, sino Slim, si dibujas a Servitje te ganas un boicot de anunciantes; Azcárraga, Salinas Pliego, todos son personajes que pocas veces vemos dibujados y eso es algo que los caricaturistas no debemos perder de vista: los políticos ya no son los importantes, realmente ya no tienen el poder; el objeto de nuestras críticas debe ampliarse para llegar a aquellos”.

Tal vez en nuestros días la caricatura política ya no tenga tanto poder tampoco, pero sí es un elemento que puede ayudar, o que ha ayudado siempre a la sociedad. “En los movimientos que ha habido recientemente en contra del desafuero, en contra del fraude, contra la privatización del petróleo, por mencionar tres, la gente ha tomado nuestro trabajo y lo ha utilizado para protestar o para difundir lo que sucede, o para informarse, para muchas cosas. Es un elemento que sirve de mucho en este tipo de movimientos.

“Creo que a la caricatura política habría que cambiarle el nombre: en el siglo XIX era caricatura de combate. Podríamos regresar a ese término”.

Pantalla de cartón se presentará el 4 de septiembre en el Museo del Estanquillo, con la participación de Carlos Monsiváis, Rafael Barajas El fisgón, Antonio Helguera y el autor en hora aún por precisar.

 
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