■ El sábado concluyó el Encuentro Nacional de Orquestas, reunión de talentos juveniles
Pese al parco fomento musical en el país, los jóvenes brillan por su cuenta
■ Ante la falta de recursos, emigrar es la única alternativa para desarrollarse, opinaron algunos ejecutantes
■ El programa del SNFM surgió del modelo venezolano, aunque con más carencias
Ampliar la imagen Durante siete días, 144 jóvenes del país se reunieron en el Cenart para compartir experiencias en extenuantes sesiones diarias. En la imagen, ensayo de la Orquesta Sinfónica Juvenil, dirigida por Ara Ghukasyan, Román Revueltas y Cristina Peralta Foto: Carlos Cisneros
Ampliar la imagen En contraste con Venezuela, de donde se adoptó el modelo del maestro José Antonio Abreu, México tiene proyectos que son verdaderamente humildes
Ampliar la imagen La prioridad del SNFM no es formar músicos profesionales, sino mejores personas, asegura el coordinador de orquestas del sistema, Mario Rodríguez Guerra
Ampliar la imagen En México se requiere más profesionalización y mayores ganas de aprender, señaló el contrabajista Armando Pérez, quien inició en su instrumento a la edad de cinco años, en Torreón
Debido a la falta de maestros especializados y a las “humildes” condiciones en que subsisten las orquestas mexicanas, los jóvenes talentos de la música intentan continuar sus estudios en el extranjero.
Emigrar, hasta el momento, parece ser la única alternativa de desarrollo profesional, de acuerdo con las opiniones vertidas en días recientes por un grupo de muchachas y muchachos adscritos al Sistema Nacional de Fomento Musical (SNFM), en el apartado de Orquestas Juveniles.
Provenientes de distintos lugares de la República, de estratos sociales variados, y de edades e intereses diversos, los 144 ejecutantes pertenecen, a su vez, a 54 orquestas de todo el país. Todos participan, desde el pasado lunes, en el Encuentro Nacional de Orquestas 2008, el cual concluyó este sábado con un concierto en la sala Blas Galindo, del Centro Nacional de las Artes (Cenart).
Este encuentro de orquestas nació hace una década como parte del SNFM, del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y convoca cada año a talentos jóvenes para que durante siete días formen parte de una experiencia musical que rubrican con una presentación pública.
El SNFM tiene registradas 143 orquestas distribuidas en los 32 estados del país, en las cuales se involucran alrededor de 6 mil 212 intérpretes, cuyas edades oscilan entre ocho y 25 años. Para este 2008 fueron seleccionados jóvenes atrilistas quienes saben que el encuentro orquestal es “aire fresco”, con un método didáctico idóneo “para aprender, perfeccionar técnicas, socializar y trabajar en equipo”.
Pese a que las sesiones diarias son extenuantes, el optimismo continúa hasta que anochece. Por la mañana, en aulas del Cenart y durante cuatro horas, los jóvenes son asesorados por siete maestros, según el instrumento que ejecuten: cuerdas agudas, violonchelo, contrabajo, alientos-madera, alientos-metal y percusiones.
Después de comer se preparan para continuar, pero ahora en el ensayo de orquesta completa o tutti, donde siete directores de orquesta, también provenientes de diversos estados del país, los instruyen y corrigen incesantemente durante cuatro horas más. “Si no eres disciplinado, nunca podrás ser músico”, sentencia uno de los jóvenes, que inició su trayectoria musical a los ocho años de edad.
Los violonchelos, violines, violas y contrabajos callan mientras se escuchan las instrucciones para los ejecutantes del corno francés o el oboe; las flautas emiten sutiles sonidos mientras los trombones, trompetas y percusiones hacen vibrar las instalaciones de la sala Blas Galindo.
Las correcciones con lápiz también se repiten una tras otra sobre las partituras para adecuar los compases y la calidad de la ejecución. Durante el tutti no faltan los jóvenes que para distraerse juegan gato en las hojas en blanco de sus partituras sobre el atril o aquellos otros que estudian y repasan cada nota.
Tienen fines comunes: intercambiar experiencias y nutrirse del conocimiento de los demás, aunque su desarrollo profesional los lleve por diversos caminos.
El contrabajista Armando Pérez se inició a los cinco años en la Orquesta Sinfónica Infantil de México, pero en Torreón, su lugar de origen, “no existen maestros que ayuden a depurar la técnica” de ejecución. “En México se requiere más profesionalización y mayores ganas de aprender; y siempre se debe tocar como si fuera la primera vez.” Junto a su gusto por la música Armando podría iniciar sus estudios de administración de empresas.
Omar Morales, de 23 años, ejecutante del corno francés desde los ocho, quien actualmente se encuentra en las filas de la Orquesta Sinfónica Carlos Chávez, explica: “El nivel de los músicos convocados a este encuentro ha crecido pese a las carencias que se tienen; es menester ajustar muchísimas cosas. Por ejemplo, los estados de la República carecen de maestros de música y existe una barrera político-cultural que sobrepone el interés personal al colectivo, y se olvida el precepto de que la música es para todo el mundo”.
Crecimiento personal
Morales dice que su siguiente paso será buscar una oportunidad para estudiar en el extranjero, ya sea en Estados Unidos o en Europa. “Qué más quisiera que fuera en Berlín, la ciudad de los cornos.”
Además, el instrumentista plantea los beneficios que otorga la música a las personas: “Trabajar en conjunto, respeto hacia los demás y disciplina”.
Para Alejandra, de 19 años de edad, el gusto por la música fue herencia de su abuela, quien es violinista; desde que su nieta tenía 11 años la encaminó hacia el mundo de ese emblemático instrumento. “Llevo ocho años tocando violín en la Escuela Municipal de las Artes de Veracruz, pero en septiembre próximo iré a Miami para subir el nivel de ejecución.” Mucho estudio, motivación y paciencia son los atributos que debe tener el músico para trascender, considera la joven.
Otros casos son los de Rafael Caballero y Juan Antonio Caltzonzin, quienes estudian en Xalapa, Veracruz. En ambos casos tocar el corno francés llegó por imposición de los padres, pero después de mucho practicar y estudiar sucumbieron al mundo de la música.
Caballero dice que irá a Berlín a cursar la maestría para perfeccionar su técnica, mientras Caltzonzin señala que continuará sus estudios en esa ciudad veracruzana, lejos de Chetumal, donde reside su familia, y de donde emigró porque no existen proyectos de formación musical.
Comparte: “Deberían vivir lo que uno siente cuando se está en el escenario. Es indescriptible. Sentimientos que confluyen en un mismo momento: nerviosismo, emoción, miedo y felicidad”.
Comparaciones necesarias
De acuerdo con Mario Rodríguez Guerra, titular de la Coordinación de Orquestas del SNFM, el sistema establecido en Venezuela por el maestro José Antonio Abreu se ha convertido en un modelo exitoso de aprendizaje musical que ha trascendido “de manera natural, casi biológica.
“Es un programa que creció armónicamente a partir de una orquesta, creó sus propios maestros y atiende a infinidad de jóvenes al resaltar siempre el trabajo en equipo.”
En nuestro país existe otro panorama. Continúa el también director de orquesta: “Entre las grandes dificultades que tenemos figura la de atender a las orquestas desde Ensenada a Quintana Roo, y de Veracruz a Chetumal, entre muchísimas más.
“Además, no hay recursos, no existen tantos maestros de música como quisiéramos y hacen falta casas de música, refacciones de instrumentos y material musical.”
En contraste con Venezuela, nación que posee una red de orquestas con infraestructura y presupuesto propios, México tiene proyectos que son verdaderamente humildes; algunos están dentro de un Conservatorio de Música, otros forman parte de una escuela normal con actividad estética, unos están insertados en institutos de cultura y algunos más son patrocinados por municipios y diversas asociaciones civiles.
Mientras, en Venezuela, tras un arduo trabajo, “se ha logrado que cada orquesta dependa de su sistema y sus recursos; además, tienen maestros, director, auxiliar y técnicos, y lo más importante: que todos siguen un mismo programa y calendario, lo cual provoca una efectividad musical grandiosa”.
Rodríguez Guerra hace notar que el encuentro de orquestas organizado a escala nacional tiene sus antecedentes en 1989; después tuvo varias etapas hasta que el CNCA creó esta dependencia, cuyo objetivo central es “apoyar todas las acciones que contribuyan a la formación musical de niños y jóvenes, incluida su participación en orquestas de coros y bandas, asesoramiento de una plantilla de maestros y ejecución de repertorios particularmente interesantes.
“En las actividades organizadas por el SNFM se conciben y organizan programas con un fondo social más que artístico; la prioridad no es formar músicos profesionales, sino mejores personas.”