■ Más de 25 millones de niños resentirán los efectos de las modificaciones en este ciclo escolar
En vigor con el retorno a clases, cambios regresivos en primaria
■ Se cambia el concepto de educación pública: especialistas
■ Los normalistas, en riesgo
Este día regresan a las aulas más de 25 millones de niños de nivel básico, en quienes repercutirá un esquema que modifica el concepto de educación pública, concebida como proyecto para construir ciudadanía, nación y emancipación, mediante una serie de cambios –algunos “cosméticos” y otros “profundos”, aunque de carácter “regresivo”– que se inician en este ciclo escolar y de los cuales, de acuerdo con especialistas, ya se advierten los efectos: escuelas convertidas en “entretenedoras” de niños, generaciones de alumnos que no podrán redactar un ensayo, pero sí sabrán rellenar “las bolitas de las pruebas”, y un nuevo mapa en el perfil del docente para sustituir el normalismo público por egresados de centros privados.
Es decir, la escuela pública ya no será la misma. Todo ello bajo un modelo de “educación” de corte “cuantitativo”, “competitivo” y “mercantilista”, que modifica el sentido de lo que para este país ha significado la enseñanza pública en términos no sólo de movilidad social, sino de proyecto más libertario, justo, equitativo y democrático.
Entre dichos cambios, que forman parte del pacto entre la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la lideresa magisterial Elba Esther Gordillo, contenidos en la Alianza por la Calidad de la Educación, se encuentra el concurso de oposición para maestros, las escuelas de tiempo completo y siempre abierta, la reforma integral a la enseñanza básica, el programa de infraestructura, la experimentación de un método para eliminar el concepto de reprobado, la inclusión de la cultura “financiera” y, de manera predominante, un sistema de evaluación “exhaustivo y periódico”, en el que todo se medirá y premiará en función de los resultados.
Inclusive, habrá un “bono anual” para los profesores cuyos alumnos obtengan los mejores puntajes. La alianza establece que a partir del ciclo escolar 2008-2009 –entran a clases 25 millones 773 mil 575 en nivel básico y 3 millones 933 mil en nivel medio superior, que en conjunto suman casi 30 millones– se creará el Programa de estímulos a la calidad del docente, el cual consiste en “beneficios económicos, independientes del salario, que no podrían constituir un ingreso fijo, regular ni permanente”.
Por ello, dice Ángel Díaz Barriga, investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación, de la UNAM, “la verdadera reforma curricular” en esta administración “se llama prueba Enlace, porque si el trabajo del docente será evaluado en función de lo que sus alumnos obtengan en ella, todo el tiempo se van a dedicar a entrenarlos para la prueba y la consecuencia será muy grave: generaciones de niños competentes sólo para responder exámenes”.
De hecho, señala que el mercado ha realizado una comercialización “tan brutal de ese concepto” en América Latina, que ya hay libros en los cuales se enseña a niños de sexto año –de 12 años– a rellenar bolitas, aunque en otro país pueden “ser cuadritos”, con la idea de que sepan contestar las hojas de respuesta.
“¡Nada más absurdo que vincular el rendimiento escolar a cuestiones de corte cuantitativo, mercantilista y clasificatorio, como el ranking de escuelas, y no formativo!”, alerta por su parte César Navarro, investigador del Instituto Mora y de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN). El experto enfatiza que nadie en su sano juicio está en contra de la evaluación, pero lo que se debe buscar con ella no es una “educación mecánica”, como la que hoy se impone, sino una enseñanza en la que se mire la escuela como espacio de comprensión, de generación de pensamiento.
Para Navarro, mediante ese esquema el gobierno actual ha generado un cambio ciertamente profundo, pero “regresivo”. Otro ejemplo es el reciente examen para docentes, que se maneja con “doble cara”: la que tiene que ver con la “ficción”, en el sentido de que con ello mejorará el sistema educativo, y la “real”, que es la de dar “un golpe fundamental a las normales públicas” para dar paso al normalismo privado, apunta. Basta recordar que uno de los principales negociadores de la alianza por parte de la SEP, Jorge Santibáñez, en fecha reciente aceptó que se revisará a fondo ese sistema porque “no tiene mucho sentido seguir formando profesores de primaria en la cantidad que lo hacemos hoy día”.
Sin embargo, Navarro advierte: en la medida en que cambie el perfil del docente y se cambie a los normalistas por profesionales –sobre todo del sector privado– con concepto de educación como “herramienta para la competencia, la competitividad y el mercado”, lo que se modifica es el sentido de la enseñanza pública, concebida históricamente como proyecto para construir nación, identidad, soberanía y ciudadanía.
Otras acciones centrales son los programas escuela de tiempo completo y escuela siempre abierta. La primera, para ofrecer actividades “recreativas” y de aprendizaje durante el verano. La segunda, para ampliar el horario de ocho a 16 horas. Estas medidas, considera la investigadora de la UPN Etelvina Sandoval, son ideales siempre y cuando se tenga claro un proyecto que impacte educativamente y se realice una inversión que implique la contratación de profesores y especialistas y un programa de comedores escolares, entre otros aspectos, para que tenga sentido que los niños permanezcan más tiempo en el colegio.
De lo contrario, como hoy ocurre, la escuela se reduce a una especie de “entretenimiento, sin ningún impacto educativo, donde se pide a las madres que se organicen para dar de comer a los alumnos, y se exige a los maestros que por la mañana trabajen como tales y por la tarde entretengan a los estudiantes”.
Lo mismo, indica, se puede decir del programa de infraestructura y equipamiento. Éste, según la dependencia, tiene como propósito rehabilitar 27 mil planteles a más tardar en 2012. La experta señala que no basta con tener baños, salones, equipamiento y dos cuartos para decir que eso “ya es una escuela”, sino preguntarse primero por los espacios que requiere el nuevo colegio. En síntesis, añade, sin un verdadero proyecto las acciones de ampliación de horarios y de mejoramiento de los inmuebles sólo serán cuestiones “mediáticas”.
La Reforma Integral a la Educación Básica es otra nueva medida para el año escolar que comienza, cuya orientación, basada en competencias, busca una “educación para la vida y el trabajo”. De acuerdo con el programa, pretende, entre otros objetivos, impulsar “la productividad y la promoción de la competitividad”. En ese sentido, Díaz Barriga observa que existe un apresuramiento sin discutir siquiera el concepto de “competencia”, el cual no es unívoco. Sin embargo, en México se hacen planes de estudio basados en esta idea, “salgan como salgan”.
En este gobierno, enfatiza, hay compulsión por hacer cosas sin detenerse a reflexionar: “Estamos en un sexenio efectivista... En metas cuantitativas se llevan el premio”.
Para Carlos Muñoz Izquierdo, director del Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación, de la Universidad Iberoamericana, cualquier reforma que no sea sistemática, ordenada, bien planeada, no sólo no será efectiva, sino que tendrá efectos contradictorios. Así, considera que el concurso de oposición para maestros era prometedor pero “se ha desvirtuado”, porque ni siquiera ha quedado claro algo esencial como contar con un sistema de evaluación independiente. Un defecto de fondo de la alianza es no haber partido de una visión objetiva y real, sino de acciones aisladas, por lo que ahora hay desarticulación, añade.
En resumen, agrega Etelvina Sandoval, “el concepto de educación pública se ha ido modificando, aunque en el discurso se mantiene vigente. Sin embargo, frente a las medidas que se están implementando, lo real es una enseñanza convertida en moneda de cambio y en manos del sindicato”.
Ángel Díaz Barriga alerta en la misma dirección: “El sentido de la educación pública, en cuanto a la formación de la ciudadanía, poco importa... Formalmente hay escuela pública, pero no hay concepto del sentido público de la enseñanza”.