■ Intercambio de acusaciones durante las reuniones preparatorias al encuentro del lunes
Celso Amorim critica que países ricos recurran a propaganda al estilo nazi
■ Utilizan esa táctica cuando naciones emergentes piden el fin de los subsidios agrícolas, dice
Ampliar la imagen El secretario de Economía de Alemania, Bernd Pfaffenbach, y el comisionado de Comercio de la Unión Europea, Peter Mandelson, el viernes en una reunión de ministros en Bruselas, Bélgica Foto: Reuters
Ginebra, 19 de julio. El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, arremetió en Ginebra contra los países ricos, a los que acusó de usar en la Organización Mundial del Comercio (OMC) la misma táctica de desinformación usada por el jefe de propaganda del régimen nazi, Joseph Goebbels.
“Goebbels acostumbraba decir que si uno repite una mentira varias veces, ésta se convierte en una verdad”, dijo Amorim al recordar que las naciones industrializadas emplean esa táctica cuando se refieren a las exigencias que les hacen los países emergentes, que piden el fin de las subvenciones agrícolas y la reducción de los aranceles a la importación.
Según Amorim, los países ricos usan esa fórmula cuando repiten una y otra vez que están dispuestos a ceder a las exigencias de los países emergentes, y cuando critican a éstos por no abrir sus mercados de bienes industriales y de servicios. “Me recuerdan a Goebbels”, enfatizó el canciller brasileño, quien pidió “disculpas por citar al autor”.
Con las declaraciones, formuladas cuando faltan menos de 48 horas para que comience la reunión ministerial en la que representantes de 24 países intentarán, una vez más, que la Ronda Doha para la liberación del comercio mundial concluya con éxito, Amorim abandonó el habitual tono diplomático usado en las reuniones de la OMC.
En opinión del ministro sudamericano, Estados Unidos, Europa y otras economías desarrolladas han desfigurado con tanta frecuencia el desarrollo de las negociaciones comerciales de la Ronda Doha, que la percepción pública se tornó completamente distorsionada.
El intercambio de acusaciones durante las reuniones preparatorias al encuentro que comienza el próximo lunes, y que está considerado como la última oportunidad para llegar a un acuerdo en el marco de la OMC, comenzó el viernes, cuando el comisario de Comercio de la Unión Europea (UE), Peter Mandelson, acusó a Brasil de “estar siempre por detrás” de las dificultades para negociar.
El funcionario sostuvo que el país sudamericano debe asumir nuevas responsabilidades en el comercio internacional ante su posición de potencia emergente, y no solamente presionar por las concesiones que se le piden a los países ricos.
Antes de las declaraciones de Mandelson, las dificultades para llegar a un acuerdo se hicieron visibles cuando los países latinoamericanos productores de bananas, liderados por Ecuador, se negaron a aceptar la propuesta de la OMC sobre la apertura del mercado europeo para la improtación de ese producto, por considerarla insuficiente. El único país que aceptó la oferta fue Colombia.
En la oportunidad, Mandelson abandonó la sala de reuniones diciendo que la propuesta de la OMC era la palabra final, y que los países desarrollados “se están adaptando a la nueva realidad creada por el surgimiento de economías emergentes. Pero esas economías también precisan entender que deben asumir responsabilidades que antes no tenían”.
Mandelson dejó claro que los países ricos no cederán a las exigencias de los países emergentes,, si éstos, en contrapartida, no recortan las tarifas a la importación de bienes industriales en aproximadamente un 63 por ciento, y no aceptan el mantenimiento de una cantidad limitada de productos sensibles -aquellos de los que se limita la improtación,, en caso de que afecten la producción local.
Además del intercambio de acusaciones y de los visibles desacuerdos entre las partes, otro elemento que hace dudar de las posibilidades de éxito de Doha es la actitud de Francia, que convocó a los ministros de agricultura de la UE para alertarlos de que, en su calidad de presidente temporario del bloque, insistirá en que Bruselas no realice ninguna concesión.
En ese sentido, el presidente francés, Nicolás Sarkozy, quien tendrá el poder de vetar un eventual acuerdo, advirtió de que en caso de que Europa acepte las demandas de los países emergentes, la UE podrá llegar a perder 100.000 empleos.