Usted está aquí: lunes 14 de julio de 2008 Deportes Nueva técnica para operar cornadas

TOROS

Nueva técnica para operar cornadas

Lumbrera Chico

Hace dos domingos, en la Plaza México, el novillero Manuel González Montoyita recibió una cornada mayúscula. El pitón derecho de su segundo enemigo lo prendió a la altura de la ingle del mismo lado y se le hundió a través del abdomen hasta testerearle, sin lesionar, el estómago y un riñón, “despegándole (sic) parte del intestino grueso”, de acuerdo con el parte médico emitido horas después del incidente.

Para fortuna del muchacho, en la enfermería del coso lo estaba esperando el doctor Rafael Vázquez Bayod, hoy por hoy, una de las mayores eminencias del mundo en lo relativo a la atención de lesiones causadas por astas de toro. Si el percance hubiera ocurrido en una época anterior, el cirujano en turno habría tenido que abrirlo con bisturí, cortándole por arriba y por abajo, hasta descubrir el caminito excavado por el puñal de la bestia, para proceder a reparar venas, nervios, músculos y demás.

En la actualidad, esto ya no es necesario. El doctor Vázquez Bayod ha inventado un aparato que resuelve un sinfín de problemas en un tiempo mínimo y con óptimos resultados. Se trata de una “pistola de irrigación y succión”, que se introduce por el orificio de entrada de la herida y la recorre, aspirando todas las impurezas –arena, astillas de cuerno, excremento, etcétera–, e irrigándola con suero fisiológico para lavarla y esterilizarla, aparte de aplicarle antibióticos para prevenir infecciones.

Si ustedes quieren ver las impresionantes fotografías de la operación de Montoyita y leer una detallada explicación acerca de esta novedosa técnica, el portal www.burladerodos.com acaba de publicar una nota sobre el asunto. Allí podrán observar tanto el abordaje quirúrgico realizado por el célebre doctor como el aspecto que lucía el novillero, cuatro días después de la cornada, al abandonar por su propio pie el hospital donde lo dejaron listo para volver a la guerra.

Mientras tanto, durante la novena función de la temporada chiquita en el pozo de Insurgentes, celebrada ayer con la habitual ausencia de público, los tres aspirantes que salieron a jugarse la vida para escapar del anonimato (Juan Luis Silis, Manolo Olivares y Juan Fernando), verdes como el trigo verde, no pudieron con las reses guanajuatenses de San Felipe Torres Mochas, que estuvieron por encima de ellos y del resto del personal artístico. El ganado que iba a saltar al ruedo originalmente era de Cerro Viejo, pero la autoridad lo rechazó porque, a veces, todavía suceden milagros.

 
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