■ Lilia Vera sostiene la vigencia de la nueva canción latinoamericana
“Cantar al folclor es una forma de buscar el amor del pueblo”
■ Después de 28 años, la intérprete regresó a México para participar en el Día Nacional de Venezuela, que organizó la embajada de ese país
Ampliar la imagen “Lo menos que podemos sentir es amor por la tierra donde nacimos, porque ése es amor por uno, por la madre...”, expresó en entrevista Foto: José Antonio López
No hay pregunta cuya respuesta no enfoque o relacione de manera invariable con un aspecto político o ideológico. De ojos chispeantes, su mirada adopta un fulgor particular cuando, vehemente, habla de la revolución que Hugo Chávez ha emprendido en Venezuela. “Nada fácil”, dice. Las manos le sirven como pincel con el que reafirma en el aire sus ideas y convicciones.
Intensa, comprometida, coherente, así se deja ver Lilia Vera durante la conversación en la que no deja de enarbolar, orgullosa, la transformación política y social que vive aquella nación sudamericana, su tierra natal.
Ubicada como una de las figuras más importantes y versátiles dentro de la música tradicional venezolana, la cantante abre un tiempo para la entrevista en este fugaz regreso a México, 28 años después de su primera visita, cuando participó en el Festival de la Canción Latinoamericana.
Un regreso para ella histórico, aclara, por ser la primera vez en sus más de cuatro décadas de trayectoria que actúa en una representación oficial venezolana en el extranjero, ya que fue invitada por la embajada de aquel país en México para participar en el programa conmemorativo del Día Nacional de Venezuela, y luego emprendió el regreso.
Ya entrados en materia, Lilia Vera sostiene su convicción de la vigencia y la fortaleza de la nueva canción latinoamericana, movimiento artístico, cultural y político cuya máxima expresión se dio en las décadas de los años 60 y 70 en casi todos los países de la región.
“Es indudable que el tiempo tiene una dinámica y que muchos de los que participamos de la nueva canción latinoamericana ya tan-tan (murieron). Eso ha sido un semillero, a pesar de que como organización no tenga el mismo rigor o la misma proyección de la que gozó, inclusive, hasta principios de los años 90.
“En el caso de Venezuela, en este momento muy especial en el que reflexionamos en voz alta, la canción anda por las calles, consolidando el tratamiento de lo que es nuestra revolución bolivariana.”
Irrumpen en la memoria de la intérprete varios momentos dolorosos del pasado venezolano, entre ellos, la dictadura de 1958 y la manera en que ésta, señala, generó otra dictadura disfrazada de democracia representativa, la cual duró casi 50 años. Fue un tiempo en el que mucha gente, entre la que se cuenta ella, tuvo familiares perseguidos, presos, torturados.
En ese contexto, comenta: “la canción tuvo un papel fundamental en cada uno de nosotros desde niños, cuando íbamos a las cárceles a visitar a estos hombres que perdieron la libertad por defender sus ideales”.
La canción anda por los barrios
Rememora también el golpe a Hugo Chávez, en 2002, lo cual, sostiene, obligó al pueblo venezolano a mirar hacia el pasado reciente latinoamericano y a encontrarse con el espejo de los estragos que el fascismo hizo en Chile en 1973, con el presidente Salvador Allende, y a todo el pueblo.
“Tenemos que reflexionar y ver el pasado porque es reciente; la canción, en ese sentido, sigue avizorando; esa canción que algunos de mis compatriotas llaman la canción necesaria, está allí, deambulando por los barrios, por todas partes de la patria grande, que es, como precepto fundamental, con lo que nos hemos compenetrado, con el sentimiento bolivariano. Si acaso hay una doctrina es justamente el pensamiento de Simón Bolívar”, prosigue.
“La canción sigue reflejando y manteniendo sentimientos de lo que es la tierra, de lo que somos, a lo que pertenecemos, a lo que siempre Bolívar quiso: la patria grande, y por allí andamos”.
Para Lilia Vera es muy importante dejar en claro que el suyo es un canto a la vida: “Cantar es hablar a la vida, con el ánimo de hacer prevalecer el derecho que tienen los pueblos, los hombres y las mujeres, niños y niñas y jóvenes a tener mejor calidad de vida, un futuro real”.
¿Más artista o más activista? Interrogante que en nada representa para ella un dilema. “Siempre he sido cantora –responde. Mi vida, mi lucha, mi canto, ¡claro que han valido la pena! La fama nada me importa. Estoy en esto por cuestiones más profundas. No busco ideologizar a nadie; el mío es un trabajo de conciencia. Cuando hablo de lo que pasa en mi país es mi proyecto y mi manera de ver la vida, desde lo más íntimo hasta lo público.”
En estos momentos, el quehacer de la cantante está enfocado al cien en la revolución bolivariana: “Quizás muchos pensarán que volví a comenzar, pero en esto, en el trabajo de conciencia, se comienza todos los días, porque todos los días hay batallas nuevas”.
No obstante lo político y el compromiso social que prevalece en ella, su canto no está desprovisto de amor.
“El amor es un elemento inherente del folclor, desde las canciones de cuna hasta las dedicadas al trabajo del campesino, la belleza de la mujer o un lugar. Cantarle al folclor es una forma de buscar el amor del pueblo”, rubrica.
“Si no sentimos amor por lo que hacemos, no podremos sentir amor por nadie, mucho menos por la patria. Lo menos que podemos sentir es amor por la tierra donde nacimos, porque ése es amor por uno, por la madre, el padre, los hijos, por el pueblo.”