Usted está aquí: viernes 11 de julio de 2008 Cultura Bailarina mexicana comparte su estrecha relación con Béjart

■ Luisa Díaz González plasmó en un diario su desolación por la muerte del coreógrafo

Bailarina mexicana comparte su estrecha relación con Béjart

■ Trabajar con el maestro y fundador del Ballet de Lausana marcó la vida de la intérprete

■ El testimonio de homenaje y despedida a su mentor en la danza será publicado en francés

Alia Lira Hartmann (Corresponsal)

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Ampliar la imagen Arriba  un pas de deux con Maurice Béjart; el maestro con la bailarina mexicana Luisa Díaz González (enmedio), y los integrantes del Ballet de Lausana, en imágenes tomadas del diario de Díaz González Arriba un pas de deux con Maurice Béjart; el maestro con la bailarina mexicana Luisa Díaz González (enmedio), y los integrantes del Ballet de Lausana, en imágenes tomadas del diario de Díaz González

Berlín, 10 de julio. “Llegó el día que nunca pensé que llegaría o por lo menos creía que sería en mucho tiempo, pero no hoy”. Lausana, jueves 22 de noviembre de 2007.

Así comienza el testimonio de Luisa Díaz González, primera bailarina del Béjart Ballet de Lausana, Suiza, que forma parte de su diario personal y describe con profundidad la desolación que experimentó, así como la atmósfera vivida por los bailarines de la compañía fundada por el prestigiado coreógrafo, tras su muerte, el 22 de noviembre de ese año.

La jóven bailarina mexicana forma parte del Béjart Ballet desde 2000.

Trabajar al lado del maestro Béjart desde los 17 años de edad no sólo marcó su vida en el ámbito profesional, pues también lo consideró abuelo, maestro, protector, mentor en la danza, afirma Luisa Díaz.

Dolorosa tarea

Adieu Maurice, je t’aime (Adiós Maurice, te amo) es el homenaje y despedida que Luisa Díaz González rinde a Béjart por escrito y en el que se da cuenta de la estrecha relación de la joven mexicana con el maestro.

“Recuerdo cuando besabas mis manos y yo quedaba apenada al verlas tan secas, cuando me besaste la frente en los aplausos de Prebytère (El presbítero), cuando me dijiste al oído, ¡qué hermoso es tu cabello! (...) Cuando presumiste mi voz frente al productor japonés Sasaki. ‘Ella tiene una hermosa voz’. Te debo todo a ti, soy quien soy gracias a ti.

“Han sido los momentos más tristes y dolorosos de toda mi vida, nunca había perdido a alguien tan cercano”, prosigue Díaz González.

Redactar las páginas de ese diario del 22 al 26 de noviembre de 2007 ha sido una tarea en especial dolorosa para la bailarina, quien ahora lo comparte no sólo con lectores en México, sino que lo publicará también en francés.

La edición en México de Adiós Mauricio, te amo se ha limitado por el momento a 200 ejemplares; sin embargo la posibilidad de un mayor tiraje está abierta, confirmó la autora.

Ese testimonio personal incluye bellas fotografías de la joven Luisa Díaz González al lado de Béjart, un poema que dedica al creador, el testimonio en manuscrito de Elsa Recagno, maestra de ballet en México de Luisa Díaz, en la Escuela Nacional de Danza Clásica y Contemporánea, en el que expresa el orgullo de ver que su destacada alumna sea parte de una de las compañías de danza más prestigiosas del mundo, agradeciendo también que comparta sus vivencias con otros jóvenes bailarines mexicanos.

Relata Luisa Díaz que Maurice Béjart llegó a contar a sus alumnos que él no temía morir: era algo que no se podía evitar.

La vida del coreógrafo estuvo rodeada de muertes: el deceso de su madre, siendo él un niño de siete años; su padre murió en un accidente automovilístico; tenía dos hermanos más jóvenes que él y también murieron mucho tiempo atrás, así como Jorge Donn, uno de sus bailarines preferidos, quien falleció joven.

Dar la vuelta al mundo

Los últimos días de Béjart fueron tristes, pues el maestro sufría mucho por estar lejos de sus alumnos y no poder crear; daba órdenes a médicos y enfermeras como hacía con sus bailarines.

Su vida giró alrededor de los bailarines quienes ejecutaban de inmediato sus órdenes sin discutir; incluso en el hospital seguía creando puestas en escena, de acuerdo con la narración de Luisa Díaz.

En su lecho de muerte, el legendario coreógrafo Maurice Béjart expresó al escritor belga Francois Weyergans, quien lo acompañó hasta el último momento: “J’ai tout eu, J’ai tout fait, J’ai fait le tour du monde” (Tuve todo, lo hice todo, dí la vuelta al mundo).

 
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