10 de julio de 2008     Número 10

Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER

Suplemento Informativo de La Jornada


ILUSTRACIÓN: Posada

TEMA DEL MES

DE LA CRISIS DE LOS PRECIOS
A LA CRISIS DE LOS ALIMENTOS

Oxfam Internacional

Los precios de los alimentos han aumentado 83 por ciento a escala mundial en los tres años recientes. La crisis consecuente constituye una amenaza como nunca antes para los medios de vida y el bienestar de millones de hogares rurales y urbanos que son compradores netos de alimentos.

Oxfam estima que la amenaza es inmediata para 290 millones de personas que viven en los países más vulnerables ante la subida de precios. El hambre crónica afecta a 854 millones de personas en el orbe; estamos, pues muy lejos de alcanzar el objetivo internacional de reducir el hambre a la mitad para 2015. Según el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), el número de emergencias alimentarias ha aumentado de 15 por año en los 80s a más de 30 anuales desde comienzos del milenio.

Los precios de los alimentos se mantendrán altos y volátiles en los próximos años debido a la carestía del petróleo y a la demanda alta de los cereales (relacionada con la creciente demanda de agrocombustibles y de materias primas agrícolas en economías emergentes). Además, por el efecto nocivo del cambio climático en las cosechas, se agravará la inestabilidad de los mercados y se socavarán la disponibilidad de los alimentos y las posibilidades de desarrollo de millones de personas en todo el mundo y especialmente en el África Subsahariana.

Es urgente tomar medidas y prevenir nuevas situaciones similares. Pero la crisis también plantea oportunidades. Durante décadas, los bajos precios castigaron a los pequeños productores, que constituyen una gran mayoría de la población del mundo. Los altos precios podrían dar vuelta a esa tendencia, SÓLO Y SÓLO si se cuenta con políticas e instituciones adecuadas en pro de los pequeños campesinos y jornaleros.

Lamentablemente aún no contamos con las políticas e instituciones adecuadas. En los países pobres y en desarrollo los mecanismos para regular los mercados de alimentos y promover la inversión en agricultura fueron desmantelados bajo los programas de ajuste estructural promovidos por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Institucional (FMI), y el resultado ha sido menos protección para la población pobre, menos apoyo a los agricultores y más inestabilidad en los mercados.

Esta crisis representa un reto enorme para los gobiernos y las instancias multilaterales de desarrollo, pero también una oportunidad real para proporcionar las muy necesarias y urgentes reformas al sistema alimentario y agrario mundial.

Llanto y angustia ha causado del maíz la gran carestía, porque se ve de día a día el pueblo más apurado. Gran bulla y mucho alboroto hay por la escasez del maíz, y hacen las gentes un voto para no comer á raiz.

Fragmento de Los lamentos de las tortilleras, 1894

Es imprescindible la voluntad política. La Reserva Federal de Estados Unidos y el Banco Europeo han inyectado al sistema financiero más de un billón de dólares en los seis meses pasados. Oxfam estima en 14 mil 500 millones de dólares lo necesario para asistir de manera inmediata a las poblaciones más pobres de los 53 países más vulnerables ante la carestía. En comparación, la cifra es ridícula.

Ante esta crisis Oxfam propone pasos a seguir: Proporcionar ayuda alimentaria inmediata para prevenir hambre y desnutrición en las poblaciones más afectadas. El apoyo internacional debe promover la adquisición de la ayuda alimentaria en los mercados locales (y no trasladarla desde los países productores). Hay que evitar el alto costo del transporte de los alimentos y de los combustibles y fortalecer los mercados locales.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estima que se podrían liberar 750 millones de dólares anuales extras si los países ricos ofrecieran la ayuda alimentaria en dinero y no en especie.

A la par, los planes emergentes deberían contemplar planes de protección social a escala nacional, con garantías de un ingreso mínimo; programas de empleo público, y asistencia directa a los grupos vulnerables y poblaciones afectadas. Asimismo, medidas fiscales, y también la generación de bancos locales de granos básicos y mecanismos que permitan el acceso a los alimentos independientemente de las fluctuaciones del mercado.

Las mermadas reservas mundiales de alimentos hacen que el mundo y en particular los países importadores, sean extremadamente vulnerables a cualquier afectación de la oferta.

Apoyar la agricultura campesina. La crisis es en parte el resultado de décadas de abandono de la agricultura campesina en los países pobres. Las familias en zonas rurales amenazadas por la escasez de alimentos no tienen nada a qué recurrir cuando los precios suben por encima de sus recursos. Tres cuartas partes de la población pobre mundial continúan viviendo en zonas rurales, y todavía dependen de la agricultura para la generación de ingresos y empleo.

La historia demuestra la importancia de la agricultura. El Departamento para el Desarrollo de Reino Unido afirma y es cierto: “Ningún país ha conseguido nunca reducir la pobreza sólo a través de la agricultura, pero casi ninguno lo ha logrado sin aumentar primero la productividad agrícola”.

La ayuda internacional a la agricultura se redujo casi a la mitad entre 1980 y 2005. Actualmente, lo que está en la mesa es de 4 mil millones de dólares. Cifra minúscula si se compara con el apoyo otorgado por los países miembros de la OCDE en apoyos directos a favor de sus propios sectores agrícolas, de 125 mil millones de dólares en 2006.

Entre los rubros que se requiere reforzar en la inversión agrícola son fundamentales la investigación, ciencia y tecnología para el campo, así como los servicios de extensión y formación, financiamiento y crédito a los productores campesinos, con especial énfasis en las campesinas.

No hay una receta única para la agricultura a escala mundial. Las nuevas intervenciones se deben desarrollar localmente, en un proceso consultivo constante en el que participen grupos de agricultores y de mujeres, así como organismos de la sociedad civil. El involucramiento del Estado es fundamental..

No echar más leña al fuego promoviendo agrocombustibles. Utilizar cultivos alimentarios para producir combustible es ineficaz e ineficiente energética y ambientalmente y sí puede generar severos daños en otros ámbitos como el abasto de alimentos. La OCDE estima que en 2005-07, el 60 por ciento del aumento en el consumo de cereales y aceites vegetales se debió a los agrocombustibles. Además de desviar el cultivo de alimentos para la producción de combustibles, se genera una competencia con la producción de alimentos en tierra agrícola, agua e insumos.

Según el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias, los agrocombustibles son responsables de 30 por ciento de la reciente inflación alimentaria. Los gobiernos deberían frenar sus subsidios a la producción de bioetanol a partir de granos básicos, y fomentar la investigación de combustibles alternativos de segunda y tercera generación.

Ayudar a que los países pobres obtengan un trato justo en el comercio. La capacidad productiva y de las instituciones reguladoras de los países pobres han sido mermadas durante tres décadas por el dumping de productos agrícolas subvencionados de países ricos, por la liberalización unilateral de sus mercados y por las barreras al acceso a los mercados del Norte.

Los países más vulnerables han sido los que más rápido han eliminado sus aranceles, los que han suprimido el apoyo a su agricultura y se han hecho cada vez más dependientes de las importaciones de alimentos. Finalizar la Ronda de Doha debe ser una exigencia de las instancias internacionales y de los gobiernos de las naciones altamente afectadas por el alza de precios. Existe el riesgo que, ante esta crisis, no haya suficiente discusión en las negociaciones y se apruebe un acuerdo que conduzca a una peor crisis.

No pretendemos que se fomente el proteccionismo, pero sí que el grado de apertura de mercado y dependencia alimentaria de cada país estén ligados con factores tales como su disponibilidad de divisas, las oportunidades para elevar su nivel de productividad y la libertad del fomento a sus sectores productivos.

Respaldar un “nuevo acuerdo” para políticas agrarias y alimentarias internacionales. La situación hoy requiere una coordinación sin precedentes entre los organismos internacionales, los gobiernos de los países en desarrollo, las organizaciones de la sociedad civil y los órganos del sector privado implicados en el diseño de las políticas alimentarias y agrarias. Se necesita un plan de acción exhaustivo y global que garantice la ayuda inmediata, y que también desarrolle una estrategia a largo plazo. Este plan debe contar con financiamiento internacional no condicionado.

Por lo pronto sólo podemos esperar respuestas descoordinadas y unilaterales ante la crisis. Millones de vidas pueden ser el costo de esa descoordinación. Ante la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Oxfam hizo un llamado a los líderes del mundo para establecer un plan exhaustivo.

Entre las acciones propuestas a corto plazo destaca que los donantes y los gobiernos de países en desarrollo inviertan para aumentar la producción en lo inmediato y apoyen al sector a largo plazo; que los gobiernos suspendan sus políticas de promoción de agrocombustibles. También que los países importadores netos de alimentos que se enfrentan a crisis fiscales o de balanza de pagos debido a la subida de precios de los alimentos, dispongan de un apoyo financiero adicional.

Además los gobiernos y organismos internacionales como la FAO y el BM deben encargar inmediatamente un estudio para esclarecer la manera en que los mercados de futuros han contribuido al aumento repentino de los precios.

El FMI, BM y otros organismos deben realizar un análisis completo de las repercusiones que la crisis tiene sobre los niveles de pobreza, y una valoración de cómo se han debilitado los objetivos de Desarrollo del Milenio en cada país. El FMI, BM y los donantes deberán ajustar sus programas de forma tal que se refleje este cambio.

Para el mediano plazo los planteamientos son, entre otras cosas, que los países en desarrollo que dependen de importaciones de alimentos reciban apoyo para reconstruir reservas de alimentos. Los gobiernos deben invertir en programas de protección social. Que los donantes y los gobiernos de los países no ricos aumenten progresivamente sus inversiones en el sector agrícola y en desarrollo rural, y garantizar que éstas proporcionen un crecimiento agrícola sostenible que beneficie a la población rural más marginada.


El Barzón
Anónimo, c. 1930

Esas tierras del Rincón
Las sembré con un güey pando
Y se reventó el barzón
Y siempre la yunta andando
...
Cuando yo la fui a escardar
Me arremangué mi pechera;
Me decían los de mi tierra:
–encájale bien l´arado,
arrímale bien la tierra
que quede el surco planchado,
...
Cuando estaba jiloteando,
Me compuse mis huaraches;
y todas las noches m´iba
a puro matar mapaches.
Cuando ya estaba en elote,
todita la noche andaba
sonándoles con un bote,
Cuando yo la fui a tumbar
había muchos lampotillos;
me compuse mis manguillos
me arremangué bien mi canilla,
me encomendé a un Santo Fuerte.
Le recé La Cucaracha;
se me despuntó la hoz,
se me quebró de la cacha.
...
Cuando ya la fui a pizcar
el maíz estaba bien dado,
el maíz estaba muy basto;
se me zafó del canasto,
compuse bien mi montón,
se me quebró el pizcador,
y se me zafó el cotón.
...
Cuando acabé de pizcar,
vino el rico y lo partió;
todito se lo llevó,
ni pa´ comer me dejó,
y me presentó la cuenta:
–Aquí me debes cinco pesos
de los dos güeyes la renta,
de la renta de los güeyes,
cinco pesos de magueyes,
cuatro hanegas, tres almudes,
del maíz que te habilitamos;
una hanega tres cuartillas
del frijol que te prestamos;
un peso de unas coyundas,
cinco pesos de unas fundas,
tres pesos de no sé qué,
pero están en la libreta.
A más de eso siete reales
de la calza de una reja,
seis cincuenta de una manta
que sacates en la tienda;
con todo el maíz que te toca
no le pagas a la Hacienda.
Veinte pesos diez centavos
es lo que sales restando;
pero cuentas con tu tierra
para que sigas sembrando,
ahora a trabajar
pa que sigas abonando.–
Nomás me quedé pensando
sacudiendo mi frezada,
haciendo un cigarro de hoja:
to´ mi maíz se lo llevaron
para esa maldita troja.
¡Que patrón tan sinvergüenza,
nomás me dejó mirando!
Y se llevaron mi maíz...
Y yo me quedé chupando.

Cuando llegué a mi casita
Me dijo mi prenda amada:
–¿Don´ ta el maíz que te tocó?–
le respondí yo muy triste:
–El patrón se lo llevó
por lo que debía en la Hacienda;
pero me dijo el patrón
que contara con mi tierra
para seguirla sembrando
y ahora voy a trabajar
pa´ seguirles abonando.
...

 

SEMBRAR COMIDA VISIÓN
DE LA VÍA CAMPESINA

Víctor M. Quintana S.

Para salir, pero también para interpretar la crisis alimentaria, hay “otra vía”, la que lidera la organización internacional La Vía Campesina. Para sus miles de activistas en los cinco continentes, para quienes la dirigen y la apoyan, el diagnóstico, las causas y las formas de superar la crisis son otros, muy distintos a los que señalan los medios dominantes.

Una crisis anunciada, previsible y más profunda de lo que se reconoce: Para La Vía Campesina, la crisis de hoy es sólo la más reciente y tal vez la más masiva de las manifestaciones de una crisis agrícola y alimentaria que sacude al planeta desde hace varios lustros. Y no es que falten alimentos: nunca en la historia se habían producido tantos, además de que hay capacidad para producir comida para el doble de la población mundial actual. Es una crisis de distribución y concentración de los alimentos en beneficio de unos cuantos.

Pero no se reduce a la carestía de la comida. Desde hace tiempo los cerca de tres mil millones de campesinos, la mitad de la población mundial actual, están en una grave crisis. Sus derechos son sistemática y extensivamente violados: son expulsados de sus tierras para dar lugar a plantaciones, agricultura extensiva y proyectos residenciales, industriales, mineros o turísticos. Son empobrecidos y obligados a migrar por los efectos de los tratados de libre comercio. Sus recursos naturales les son despojados o devastados. Y cuando se organizan para defenderse, son criminalizados y reprimidos.

La actual crisis alimentaria, crisis también de los pequeños agricultores, de los indígenas y de los campesinos, no sólo se debe al cambio climático, al uso de grandes extensiones par producir agrocombustibles o al incremento de la demanda de comida en China o India. Se debe, sobre todo, a que ya tocó fondo el modelo agrícola dominante.

El modelo que rechaza La Vía Campesina es el impuesto hace más de 25 años por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional a lo largo del planeta, y en particular en los países en desarrollo, con políticas que redujeron o desaparecieron la inversión y el gasto públicos para que los pequeños y medianos agricultores produjeran alimentos. Presionaron a favor de la liberalización de los mercados agrícolas internacionales y del control de los mismos por el capital financiero y los agronegocios, y han transformado los alimentos, las semillas y los recursos naturales en mercancías que enriquecen a las trasnacionales.

Este modelo generó un enorme acaparamiento de tierra, agua y biodiversidad por parte de banqueros y trasnacionales, y expandió monocultivos de altas ganancias como el de soya en Sudamérica, generando una gran devastación de recursos naturales, pérdida de biodiversidad, expulsión de cientos de millones de campesinos, sobreexplotación de trabajadores agrícolas, emigración, desempleo, pobreza y violencia.

Más recientemente, la expansión de los agrocombustibles, favorecida también por las trasnacionales, ha reducido muy significativamente la tierra usada para producir alimentos, encareciendo los mismos, en detrimento de los consumidores y de los países pobres y propiciando un nuevo ciclo de inversiones especulativas que han precipitado la crisis alimentaria de principios de milenio.

La única vía de salida: la vía campesina. La única solución al problema del hambre y la devastación del medio ambiente es el cambio de modelo. La Vía Campesina propone construir un nuevo modelo agrícola y alimentario basado en la soberanía alimentaria concebida como la conjunción de tres derechos: de los países y de las comunidades, a trazar con independencia sus políticas agrícolas, agrarias y alimentarias; de los campesinos e indígenas, a producir y a vivir dignamente de su producción, y de los consumidores, a tener acceso a alimentos suficientes, sanos, baratos y acordes con sus tradiciones culturales.

Este modelo se basa en que los actores principales de la producción de alimentos de calidad y suficientes para terminar con el hambre en el mundo son los campesinos, los indígenas, los agricultores familiares. Ellos deben ser, junto con los consumidores, quienes decidan y controlen la producción de alimentos.


Fuente Banco Mundial

Implica una serie de políticas públicas: manejo y regulación adecuada de los mercados por parte de los poderes públicos a escala nacional e internacional, y relocalización de la producción para dar prioridad a los mercados locales y regionales. Exige, por tanto, excluir la agricultura de los tratados de libre comercio y de la Organización Mundial de Comercio. Implica una genuina reforma agraria, distribución de la renta y arraigo de las personas en el medio rural. En lo ambiental, promueve la diversificación de cultivos y no el monocultivo, la preservación de la biodiversidad y las semillas nativas y criollas y el rechazo a los transgénicos, Busca la preservación y la sustentabilidad en el uso de los recursos naturales y del agua, concebidos como bienes públicos y no como mercancías.

También promueve un nuevo modelo energético como alternativa a la producción masiva de agrocombustibles, basado en la generación doméstica, comunitaria y sustentable de energías alternativas, como la solar, la eólica, la de la biomasa y la hidráulica, sin que compitan con la producción de alimentos.

Este nuevo modelo está basado en la sustentabilidad, en la solidaridad y el respeto para con las comunidades, la gente, la naturaleza y el planeta. Es la mejor y única vía para el futuro de la comunidad de los seres vivos.

El maíz

Para romper el círculo vicioso de la dependencia es preciso alcanzar la autosufi ciencia alimentaria. Y para ello sólo hay dos posibilidades. Una es reproducir, en escala nacional, la situación que predomina en las relaciones económicas internacionales: dejar en manos de las empresas trasnacionales y sus aliados internos la producción de alimentos básicos. Esto implica que el Estado debe concederles grandes subsidios para asegurarles altas tasas de ganancia, mientras paralelamente deben conservarse bajos los salarios y los precios de dichos alimentos. La otra es apoyar las iniciativas populares; la lucha por la tierra y por la autonomía de la producción; las demandas campesinas por mejores precios a sus productos y por conservar una mayor proporción de su cosecha, como medio de asegurar su subsistencia y desarrollo.

Museo Nacional de las Culturas Populares, 1984. Director: Guillermo Bonfil