Ni duda cabe que la cobertura universal de
los medicamentos usados para tratar el VIH
sea uno de los logros más importantes en el
combate al sida en nuestro país. A la fecha, 45
mil personas con VIH están siendo tratadas
con antirretrovirales en diferentes instituciones
de salud mexicanas. Estos tratamientos
no sólo les han salvado la vida sino que les
han permitido mejorar la calidad de ésta y
reincorporarse a sus actividades productivas.
Sin embargo, en el futuro mediato este
logro podría verse seriamente amenazado
si no se logra a su vez una reducción en el
costo de los medicamentos. El gasto público
en tratamientos antirretrovirales ronda
los tres mil millones de pesos anuales. Por
otro lado, se calcula que en México viven
alrededor de 200 mil personas con VIH aún
no diagnosticadas y que tarde o temprano
desarrollarán el sida y necesitarán tratamiento.
Según cifras oficiales, cada año
se detectan entre cinco mil y seis mil casos
nuevos de sida. Y de acuerdo con Censida,
el costo de tratamiento por paciente es
de 52 mil pesos anuales. Con todos estos
datos, resulta evidente que si no se logra
reducir costos en la atención de este padecimiento,
se llegará a un punto en que el
sistema de salud mexicano no soportará el
creciente gasto.
Por estas razones, las organizaciones de
la sociedad civil agrupadas en la Coalición
de Activistas por el Acceso Universal están
pidiendo al gobierno federal que declare
la emergencia nacional en el caso del sida,
como ha hecho el gobierno de Brasil, para
abrir de esta manera la puerta a los medicamentos
genéricos, importados o producidos
en el país, de mucho menor precio.
El gobierno debe analizar seriamente esta
u otras opciones viables para reducir costos,
antes de verse obligado, en un futuro no muy
lejano, a declarar la “bancarrota nacional”,
y con ello exponer la salud y la vida de miles
de personas.
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