■ Segunda jornada del remate de libros en el Auditorio Nacional
Las editoriales colman el interés de los lectores con más remesas
■ Masiva afluencia de universitarios y escolares de primaria y secundaria
Ampliar la imagen Jóvenes lectores hurgan entre los ejemplares que varias editoriales rematan a precios muy bajos en el Auditorio Nacional Foto: José Carlo González
La imagen no dista de lo que puede verse en un mercado. El posible comprador se acerca al puesto, seducido por una cartulina de color llamativo, en la que se anuncian la o las ofertas.
Observa la mercancía hasta que encuentra algo de su interés; toma el producto y comienza a palparlo y analizarlo de forma meticulosa, de arriba abajo, de un lado al otro; inclusive hay quienes lo huelen. Finalmente, convencido, decide comprarlo o simplemente pasar a otro punto de venta.
Ésta es una operación que se repite una y otra vez, en forma casi religiosa, entre las centenas de personas que deambulan por el vestíbulo del Auditorio Nacional, atraídas por el segundo Remate de Libros, este gran tianguis o, dicho en términos más modernos y globalizados, este outlet de historias, información y conocimiento que desde el pasado martes y hasta el domingo próximo funciona de 11 a 19 horas en el recinto de Paseo de la Reforma y Campo Marte, Bosque de Chapultepec.
Diversidad y calidad
Más que satisfactoria ha sido la respuesta de la población al llamado hecho por el Gobierno del DF para salvar millares de libros de ser destruidos, al adquirirlos a precios muy por debajo de su valor comercial, luego de que las editoriales tienen prácticamente prohibido regalarlos o donarlos, por cuestiones fiscales.
Y así, en este segundo día de actividades, el miércoles, multitudes se aglomeran en la explanada del recinto desde que se abren las puertas y se distribuyen entre los numerosos puestos o módulos montados por las editoriales participantes.
Es una concurrencia heterogénea en la que, sin embargo, a primeras horas prevalecen los jóvenes, muchos de apariencia universitaria; pero conforme transcurre el tiempo se va nivelando con amas de casa y escolares de primaria y secundaria.
Escoger un libro resulta por momentos difícil, ante la diversidad y la calidad del material, pero también los bajos precios. Todo se antoja. No importa que en algunas editoriales deban hacerse largas filas para pagar.
La paciencia, la serenidad tienen aquí su recompensa, lo mismo para el interés y el conocimiento que para el bolsillo.
Por ejemplo, puede adquirirse un ejemplar de El Quijote, con pasta de piel, en 150 pesos; o ediciones en pasta dura de Francisco de Quevedo, Tirso de Molina y Calderón de la Barca por tan sólo 25 pesos.
No son pocas las editoriales que luego de cuatro horas de venta vacían las mesas o libreros. De allí que al filo de las cinco de la tarde vuelvan a surtirse con otro embarque para hacer frente a la demanda de la tarde y las primeras horas del día siguiente.
Pocos son los que salen del lugar con las manos vacías o con un solo título. Inclusive entre los expendedores circulan anécdotas, como la de un señor que adquirió en un solo puesto 72 ejemplares diferentes.